23.5.13

Para releer el horror nazi

La reedición de un libro clásico sobre la era de Hitler, del historiador inglés Ian Kershaw, obliga a volver sobre esos años y mirar con atención fenómenos totalitarios actuales en todo el mundo


THE END. Soldados alemanes en las últimas escaramuzas antes de la finalización de la caída del nazismo./Revista Ñ
El historiador inglés Ian Kershaw ha dedicado la mayoría de su vida adulta a estudiar la era nazi. Hoy, con 70 años de edad ha declarado un cierre a esta labor con su último libro The End (El fin), publicado en 2011 y aún no disponible en Argentina. Ese libro trata el último año del régimen nazi y cuestiona cómo pudo ser, cuando la derrota era tan evidente, que oficiales incomunicados de un mando central, siguieran implementando políticas nazis, en particular la de genocidio. De este tipo de preguntas esta hecha la historiografía del nazismo. El libro de Kershaw que sí esta disponible en Argentina, La dictadura nazi: principios y controversias en torno a la era de Hitler (Siglo Veintiuno Editores), es un detallado resumen de los principales debates historiográficos de este enorme campo académico. Fue publicado por primera vez en 1985, con una edición revisada en 2000 y ahora llega esta segunda edición a la Argentina. Es un mapa fundamental a los principales debates académicos acerca del nazismo. Debates que –como dice Kershaw–, aún no están resueltos. “Más de medio siglo después de la destrucción del Tercer Reich, los principales historiadores están lejos de ponerse de acuerdo sobre algunos de los problemas más fundamentales de la interpretación y explicación del nazismo.” Hablamos con Kershaw por teléfono, para indagar sobre el significado y vigencia de este importante libro que ha sido, por más de una década, un volumen fundamental en las bibliotecas de los historiadores del siglo XX.
-¿Desde que se publicó la última edición revisada de su libro, cuánto ha crecido este tema?
-Creo que uno o dos nuevos temas se han vuelto prominentes, los cuales –por supuesto– no están discutidos en el libro, porque solo han emergido desde 2000. Uno de estos temas es la cuestión del consenso, el nivel de consenso en la Alemania nazi. Tal vez el otro sería el debate sobre la extensión de la complicidad en las políticas nazis sobre instituciones mayores –no solo las económicas, sino que estoy pensando en el gran debate que estalló recientemente acerca de la participación directa del Ministerio de Relaciones Exteriores en las políticas nazis. Esos son dos debates que han surgido en los últimos años.
-Si usted estuviera comenzando su carrera ahora en este campo, ¿cuáles son los temas que aún restan ser investigados?
-Creo que los grandes temas que giran alrededor de la Alemania nazi han sido, en su gran parte, aireados. No puedo ver que haya otro gran tema en el horizonte –aparte de los que acabo de mencionar–. Supongo que siempre hay aspectos de estos temas que necesitan ser explorados más lejos. Si estás hablando de investigaciones detalladas que serían llevadas a cabo por un alumno doctoral, probablemente un aspecto a trabajar sería el trato a los trabajadores extranjeros; algún estudio regional de algunos aspectos del Holocausto –en particular, en áreas de Europa del Este– que no han sido explorados completamente; y después estudios detallados acerca del consentimiento, que podría ser abordado sobre la base de estudios locales y regionales de una forma más coherente que en un enfoque más global.
-¿Su último libro –“The End”–, será lo último que escriba sobre el nazismo?
-Creo que sí. El título, The End , es bastante útil, no solo literalmente, porque trata sobre el fin del régimen nazi, sino que metafóricamente también, como el fin de mis propias investigaciones sobre este periodo. Llevo mucho tiempo en el campo, casi treinta años completos, y creo que ahora es el tiempo de marcar una línea; tengo la sensación de que he tratado todos los problemas mayores de la Alemania nazi. Ahora me estoy alejando. No por completo. El libro que estoy escribiendo ahora es una historia de Europa en el siglo XX, entonces –por supuesto– Alemania juega un gran papel.
-¿Para usted, cuál es la diferencia de escribir historia popular e historia académica?
-Bueno, en los libros que he escrito que uno describiría como historia popular, he puesto mucho énfasis, sobre todo, en la exactitud académica en el análisis. Que yo pueda escribir eso de una manera que la gente ve como amena y que quieran leerlo, eso es una gran fuente de gratificación para mí. Pero no hago una distinción particular entre trabajos más académicos que tienen una audiencia estrecha, y trabajos que están apuntados a un público grande. Porque el trabajo que subyace en ambos viene del mismo rigor analítico. La escritura varía entre una publicación especializada y un libro general, pero aparte de eso es lo mismo. En este caso particular, el libro sobre Europa en el siglo XX, es diferente de los otros libros que he hecho, en el sentido de que no es un estudio especializado de un país, y no está basado en investigaciones primarias de archivo, como todos mis otros libros lo han sido. En este nuevo trabajo, estoy basándome en las investigaciones de personas cuyos países no conozco como historiador.
-Después de todo este tiempo de estar involucrado intelectualmente con el nazismo, ¿ha sufrido algún costo emocional? ¿sueña con las víctimas o con Hitler, por ejemplo?
-No, nunca he tenido ese problema. En otra ocasión me preguntaron si soñaba con Hitler y dije: “No, mis pesadillas son solamente sobre Manchester United cuando pierde un gran partido.” Pero para contestarte de una manera seria, no ha habido un costo personal emocional, como usted dice. Tengo la ventaja de que por más que mi trabajo se dedique a una época muy deprimente de la historia, es muy importante. El hecho de que yo no sea alemán, que no sea judío, que nadie en mi familia haya sufrido directamente por este periodo, probablemente me da un elemento de libertad del costo emocional que el tema podría tener para otras personas. Espero que, aparte de mi obsesión con el trabajo de investigar el periodo nazi, sea una persona normal...
-¿Cómo vive Alemania hoy su legado con el nazismo? ¿Se inhiben de la expresión de fervor patriótico, por ejemplo como cuando juega la selección nacional?
-No. Alemania es el país que, más que cualquier otro, ha luchado sistemáticamente para enfrentarse con los horrores de su pasado reciente. Y cuando comparás a Alemania con casi cualquier otro país –Austria, Italia, España, Japón– entonces su registro de tratar su propio pasado se compara muy favorablemente. Entonces, por ejemplo, el sentimiento en un partido de fútbol, bueno obviamente existe esta sensación patriótica de querer ganar; pero eso es completamente diferente de la sensación neonazi que existe solamente en una minoría pequeña de la población alemana.
-¿Tiene algún temor que algo como el Tercer Reich pudiera volver a ocurrir?
-No, no lo tengo. Creo que en este momento los problemas con la economía global, y en particular en Europa –y especialmente en la eurozona– son ciertamente problemas que provocan gran preocupación sobre la forma en la cual las cosas se están desarrollando. Es decir, no soy autocomplaciente sobre cómo están las cosas. Hay motivos por los cuales estar preocupado por el crecimiento de sentimientos nacionalistas en varios países, el crecimiento de sentimientos en contra de los inmigrantes, y en general sentimientos que no son bienvenidos pero que están teniendo una audiencia política. Incluyendo el racismo. Pero no creo que haya una repetición de lo que pasó en los años ‘30. Alemania, que probablemente fue el único país en los 30 que podría haber causado un problema mayor para la paz europea –quiero decir, había racismo y fascismo por todos lados– era el único país que hubiera podido crear un problema para el continente europeo y amenazar la paz; bueno, pienso que Alemania hoy está a años luz de lo que fue en los años ‘30. Es el país más internacionalista y menos nacionalista que hay. Entonces esa amenaza no existe. No hay una amenaza geopolítica como sí la había en los ‘30.
-No, por supuesto. No pensaba en Alemania, sino que un posible fenómeno fascista y totalitario como el Tercer Reich, pero desde otro país o cultura. Hay gente que teme al islam, hay otros que temen que Estados Unidos caiga en el fascismo…
-Bueno, obviamente vivimos en un mundo extremamente inseguro, y las preocupaciones sobre numerosas amenazas internacionales de grupos terroristas internacionales, o lo que fuera, eso permanece omnipresente. Pero creo que estas amenazas, por lo que podemos ver, parecieran estar contenidas. Tenemos que basarnos en lo que podemos leer, pero creo que es mejor no exagerar la amenaza de organizaciones terroristas internacionales, como Al-Qaeda, porque los países más prósperos –particularmente EE.UU.– parecen, por lo menos ahora, capaces de contener estas amenazas. Y aunque en EE.UU., y en todos los países de Europa, y muchos otros, hay tendencias muy desagradables (hay que reconocer eso, también) no creo que esas tendencias finalicen en el colapso de cualquiera de estos países o en el equivalente moderno de un régimen totalitario o fascista o uno que estuviera en condiciones de amenazar la paz mundial. De hecho, un aspecto llamativo de esta crisis global económica hasta ahora –esto puede cambiar– es que no ha habido un descenso al autoritarismo, como lo hubo en los ‘30. Es un contraste muy llamativo si mirás a estas dos grandes crisis económicas en términos políticos. En los ‘30, el resultado fue un gran surgimiento hacía el totalitarismo, y no sólo en Alemania; y en 2008 eso no ha sido el caso de ninguna manera.
-¿Ha seguido los trabajos de novelistas y cineastas sobre la época? ¿Vio “La caída” o leyó “Las benévolas”, por ejemplo?
-No soy muy aficionado a las artes, en cuanto a este periodo. Leí el libro de Jonathan Littell, pero personalmente no soy muy aficionado a las novelas sobre este periodo. Suelo no leer novelas ni ver películas sobre el tema. Pero me mandaron La caída para hacer un comentario. Me pareció una muy buena película y las menores equivocaciones históricas que tiene no quitan de que sea una representación potente sobre esos últimos días. Pero ¿contribuye algo a la comprensión histórica? No, creo que no.
-Pensando en un lector general, joven: ¿por qué diría que es importante seguir estudiando este periodo histórico?
-Cuando nos alejamos cronológicamente, vemos que el Tercer Reich, la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto fueron los episodios centrales del siglo XX. Y ese periodo, y la enorme revolución que provocó la Segunda Guerra, cambió no sólo a Europa sino al mundo entero. Entonces en ese sentido, yo pienso que una comprensión del mundo presente –para poder entender aquel mundo–, es crucial para tener una comprensión de los eventos que crearon este mundo, que fueron, principalmente, los ‘30 y la Segunda Guerra Mundial.

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