Segundas oportunidades
Josefina Vicens, escritora mexicana, rescatada en segundas oportunidades./elpais.com |
Mucho
antes de que una generación de escritores hispanoamericanos se pusiera a
escribir novelas sobre la imposibilidad de escribir novelas, estaba Josefina
Vicens con El libro vacío (1958). Esta
escritora mexicana nunca fue olvidada del todo y tuvo defensores importantes en
cada época, desde Octavio Paz en los años sesenta hasta Alejandro Zambra hoy;
aun así, fuera de México es todavía más citada que leída.
José
García, el narrador de El libro vacío,
es un funcionario anodino, uno más de esos seres de la clase media que pueblan
las grandes ciudades; durante el día, su vida discurre entre los sobresaltos
familiares –le es infiel a su mujer-, los pequeños dramas económicos y los de
su trabajo como contador. Es un retrato desolador de la vida urbana en el
México de mediados del siglo XX, el complemento necesario –dijo alguien por
ahí—al mundo rural narrado por Juan Rulfo en ese mismo período. García se asume como
mediocre, y sin embargo tiene un sueño que podría liberarlo: está obsesionado
por escribir un libro (otra aspiración clasemediera). Ha comprado dos
cuadernos, con el objetivo de escribir libremente en el primero para pasar
después al segundo lo que verdaderamente valga la pena. Así las frases van cayendo
en el “pozo tolerante, bondadoso,” del primer cuaderno, pero nunca llegan a
graduarse al segundo cuaderno. No importa: García sigue escribiendo, porque es
más fuerte el impulso que la conciencia de saber que lo que uno escribe carece
de importancia: “esto que ves aquí, este cuaderno lleno de palabras y borrones
no es más que el nulo resultado de una desesperante tiranía que viene no sé de
dónde”. En El libro vacío, el
escritor es una suerte de Sísifo y la literatura aquello que hacemos en el
primer cuaderno; al final todo termina donde empieza: es de noche, García debe
irse a dormir, pero sigue soñando con comenzar a escribir su libro en el
segundo cuaderno. En la literatura en español hay pocas frases más conmovedoras
que las últimas de este narrador
perseverante: “En fin, voy a acostarme y seguir pensando. Tengo que encontrar
esa primera frase. Tengo que encontrarla”.
Josefina
Vicens escribió otro libro, Los años
falsos (1988). Los dos libros se pueden encontrar juntos en una edición del
Fondo de Cultura Económica (2008).
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