Flor Romero, autora de 50 libros de literatura y periodismo.foto:Óscar Pérez.fuente:elespectador.comParís, la bienamada, recuerdos de una época en el viejo continente, la nueva novela de Flor Romero
Entre ensayos, biografías, cuentos míticos, textos de periodismo y novelas, la escritora Flor Romero lleva 49 libros publicados. Hoy, en la Sala Multiuso de la Alianza Francesa, en su sede de Chicó, presenta el número 50 bajo el sugestivo título París, la bienamada. En tono autobiográfico, la autora recorre sus caminos en la Ciudad Luz durante 18 años, después de una intensa experiencia como comunicadora, diplomática, gestora cultural y madre de familia, pero, por encima de todo, una mujer con una disciplina intelectual admirable.
Nacida en La Paz de Calamoima, entre los municipios de Guaduas y Honda, en lo que ella denomina "la Colombia profunda", su historia personal parece una novela. Huérfana desde temprana edad, criada por sus abuelos y educada en una escuela pública de su pueblo, a los 15 años, aún de media tobillera y sin pintura en los labios, viajó a Bogotá a buscar fortuna. Y la encontró un día de 1949 en que, buscando trabajo en una firma de cosméticos, conoció a la directora de las página sociales de El Espectador, quien cambió el norte de su vida.
Elvira Salcedo se llamaba la periodista que, cuando se volvieron a ver, le comentó que un colega necesitaba quien copiara sus dictados y que como ella sabía escribir a máquina, podía desempeñar el oficio. Romero aceptó de inmediato y terminó trabajando con el consagrado periodista Álvaro Pachón de La Torre, quien codirigía el suplemento literario de El Espectador. La relación laboral funcionó y pronto la recién llegada a Bogotá ingresó a la nómina del diario capitalino, donde a las pocas semanas oficiaba como secretaria del director Luis Cano.
En esa tarea le cogió el tiro a la redacción y, por gestión e iniciativa de Luis Cano, fue becada para estudiar periodismo en la Universidad Javeriana. Trabajaba de día y estudiaba de noche, hasta que una mañana la abordó Guillermo Cano y le dijo que desde el día siguiente ingresaba a la nómina de comunicadores del diario, como redactora social. Un cargo que no resultó tan fructífero como la experiencia de ser la única mujer en una redacción de verdaderos colosos del periodismo, quienes la acogieron como una más de su ilustrado grupo.
Junto a Eduardo Zalamea Borda, José Salgar, Darío Bautista, Felipe González Toledo, Rogelio Echavarría, Guillermo Lanao o Gabriel y Guillermo Cano, entre otros, la nueva redactora creció profesionalmente. Pronto dejó de ser únicamente quien redactaba las notas sociales de los clubes de Bogotá y empezó a escribir de otros temas, sobre todo en el Magazín Dominical, donde estuvo encargada de escribir textos para niños. Pero más allá de su rol periodístico, también acompañaba a sus colegas a sus incursiones al café El Automático.
Una época inolvidable que concluyó a mediados de los años cincuenta, cuando contrajo matrimonio. Con la llegada de sus tres hijos se vio obligada a cambiar de rumbo. Se fue a trabajar a las páginas sociales del diario La Paz, con un horario de medio tiempo, y cuando se cerró el periódico, por la misma época en que caía la dictadura de Rojas Pinilla, intuyó que había llegado la hora de ser independiente. Primero probó con la agencia de publicidad Mercurio, que al final no funcionó, y luego le dio vida a la revista Mujer, a partir de diciembre de 1961.
Fueron quince años de labor ininterrumpida y fueron muchos los intelectuales que vieron sus primeros escritos publicados en esta revista. Pero un día de 1975 el entonces presidente Alfonso López Michelsen, de quien luego escribió una biografía, la invitó a vincularse al mundo diplomático y ese mismo año fue designada como Primera Consejera de la Embajada de Colombia en París. Una exitosa gestión que le valió para que, al concluir su misión, la Federación de Cafeteros la promoviera como relacionista pública en el viejo continente.
De esa época surge su nueva novela, París, la bienamada. Entre recuerdos, vivencias, viajes, personajes de la política, la cultura y el arte, surgió este libro que retrata la búsqueda de una mujer abriéndose un camino intelectual en un entorno creativo y fascinante. Una visión que coincide con la propia vida de Flor Romero, que durante esa época le dio forma a una vasta obra literaria que sigue desarrollándose. Cuando regresó a Colombia en 1993, su nombre ya era reconocido en el ámbito cultural del continente americano.
Por eso no fue difícil crear la Unión de Escritores de América y el Pen Club de Colombia, organizaciones que aún preside. Pero lo suyo sigue siendo la escritura, con dos trabajos notables en su última época: una colección de 25 libros de cuentos míticos, en los cuales recoge las más disímiles leyendas de América, y el tríptico Una mujer entre dos junglas, que empezó con El hechizo del destino, siguió con Detrás del antifaz y ahora completa con París, la bienamada, donde ella misma protagoniza, al igual que la mujer que asume su liderazgo.
Son más de 60 años dedicados a la literatura y el periodismo, con varias de sus obras traducidas al francés y una significativa credibilidad como autora de relatos donde la realidad y la imaginación cobran una dimensión auténtica. Pero más allá de la consistencia de su trabajo, como ella misma lo define, se trata de evidenciar una vez más que lo importante es "mantener juventud en el alma", un ideal que refrenda día a día entre sus seis nietos y sus múltiples lectores jóvenes, a quienes especialmente dedica sus persistentes esfuerzos.
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