Catalunya celebra el centenario de su sistema de lectura pública y reflexiona sobre los cambios necesarios en el servicio cultural mejor valorado del país
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Alumnas de la Escola de Bibliotecàries, entre 1934 y 1937./Paú Martí. |
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Arxiu Nacional de Catalunya./Gabriel Casas./elperiodico.com |
Este lunes, las bibliotecas catalanas han puesto en marcha el
servicio de préstamo digital, al mismo tiempo que celebran con el Any de
les Biblioteques convocado por la Conselleria de Cultura el centenario
del sistema de bibliotecas públicas catalán, creado por la Mancomunitat
en 1915 y que es la base del servicio cultural mejor valorado hoy.
1915: PONER EN ORDEN EL PAÍS
La obra cultural del noucentisme
A
principios de siglo, las bibliotecas universitarias y provinciales son
museos de libros polvorientos. Al mismo tiempo, solo en la provincia de
Barcelona hay tres centenares de bibliotecas de ateneos, ayuntamientos,
centros obreros e instituciones como la Biblioteca Arús o el Ateneu
Barcelonès. Frente a unos y a otros, la Mancomunitat de Catalunya
aprueba en 1915 la creación de un sistema de bibliotecas que encarne los
principios de modernidad y de orden del noucentisme y encarga la
construcción de las cuatro bibliotecas iniciales. «Ni un solo pueblo sin
escuela, biblioteca, carretera ni teléfono»; ese es el programa de
Enric Prat de la Riba. Eugeni d'Ors redacta el proyecto y dirigirá la
nueva escuela de bibliotecarias que suministrará personal altamente
capacitado. Ese doble momento fundacional es el que se celebra ahora.
«Conmemoramos que hace 100 años se decidió que el país se construiría a
través de la cultura y a través de las bibliotecas, aplicando el modelo
anglosajón (préstamo y consultas abiertas, secciones infantil y de
revistas, sala de conferencias) y con un concepto de red», valora la
directora del servicio de bibliotecas de la Generalitat, Carme Fenoll.
LA VISIÓN CRÍTICA
Las mujeres, mano de obra barata
Pese
a los elogios a la labor fundacional de Ors y del despliegue efectivo
del sistema por Jordi Rubió, en la conmemoración ha faltado la revisión
crítica de parte de ese modelo original, que imprimió un carácter que el
franquismo reforzó solo en sus aspectos más discutibles y que costó
décadas romper. «Las normativas de la sección infantil eran
espectacularmente estrictas, las bibliotecas debían ser un templo del
silencio, había ese punto de la bibliotecaria superestricta; hoy el
ciudadano encuentra otro tipo de caras», valora Carme Fenoll. Eugeni
d'Ors es también el culpable de decidir que solo las mujeres podían ser
bibliotecarias (el acceso del hombre a la escuela de bibliotecarias solo
se hizo realidad en 1976). Los motivos del reclutamiento femenino,
expresados abiertamente en el proyecto de 1915, son escandalosos
analizados al cabo de un siglo: «obtener así una relativa reducción de
gasto», captar «personal de primer orden y bien escogido» con unos
salarios que no atraerían más que a hombres «de segundo orden» y
garantizar que esas «misioneras de la obra de la civilidad en Catalunya»
diesen (eso sí, hasta que se casaran) «un carácter atractivo, amable,
de limpieza y coquetería» a ese nuevo servicio.
LAS NUEVAS BIBLIOTECAS
La transición empezó en los 90
Las
dos dictaduras acabaron con los sistemas bibliotecarios de la
Mancomunitat y de la Generalitat republicana y tras el heroico servicio
bibliotecario en el frente vino la depuración franquista. «Aunque la
Diputación de Barcelona mantuvo la antorcha encendida», valora Bailac;
si la Mancomunitat dejó ocho bibliotecas, a los años 80 se llegó con
casi un centenar. La gran transformación del sistema bibliotecario
catalán no llegó con la transición ni con los primeros años de la
Generalitat. En tiempos de Max Cahner se intentó reintegrar en la
Generalitat los servicios provinciales de bibliotecas; la Diputación de
Barcelona no lo hizo y se creó un doble sistema; el de la Generalitat,
en Lleida, Tarragona y Girona, y Barcelona convertida en vanguardia del
sistema desde que bajo la presidencia de Antoni Dalmau se decidió
convertir el apoyo a las bibliotecas municipales en el paradigma del
nuevo papel de las diputaciones. «Y el gran punto de inflexión fue el
plan municipal de bibliotecas de Barcelona de 1998», reconoce Carme
Fenoll. «De un 17% de los vecinos de Barcelona con carnet pasamos al
54%», recuerda Assumpta Bailac. El conjunto de Catalunya no está, hoy,
muy rezagado: 380 bibliotecas y el 48% de la población con carnet.
ANY DE LES BIBLIOTEQUES
Conmemoración y alguna realización
El
Any de les Biblioteques, explica Carme Fenoll, «tiene un doble
objetivo, dar a conocer la historia centenaria de las bibliotecas y
hacer una prospección de cómo han de ser las bibliotecas del futuro». Su
programa de actos ha sido comparativamente modesto (una exposición ya
clausurada en el Palau Robert, la difusión de los dietarios de las
bibliotecarias desde los años 20 en el repositorio Memoria Digital de
Catalunya... «Es una iniciativa fantástica recordar que este fue el
primer sistema de lectura pública del Estado y que ha habido durante
muchos años una política de apuesta por las bibliotecas,», reconoce
Daniel Gil, presidente del colegio profesional de bibliotecarios y
documentalistas (que justo hoy celebra en el Pati Manning su 30º
aniversario), aunque cree que sería el momento de reunificar las
bibliotecas públicas en una única red. Coincide con él Assumpta Bailac,
que echa en falta «iniciativas que mejoren la situación del sistema,
cosas que queden». Aunque no estén directamente vinculados a la
conmemoración, no obstante, Carme Fenoll confía en que este 2015 deje
una herencia palpable: carnet único, catálogo común y sistema de
préstamo interbibliotecario integrado.
EL EFECTO DE LOS RECORTES
Las compras de libros, reducidas a la mitad
Aunque
el sistema tenga una aprobación tremendamente positiva por parte de la
población (con una nota de 8,1), los efectos de los recortes
presupuestarios se acumulan año tras año. «Hemos sido pioneros en
Barcelona en la alfabetización digital, pero con ordenadores que ya
tienen 10 años; ahora es más necesario invertir en renovar equipos que
en nuevos centros», lamenta la gerente de Biblioteques de Barcelona. De
los más de cuatro millones de euros que gestionaba para compras cada año
la Conselleria de Cultura, tras la retirada de los dos millones que
aportaba Madrid se ha pasado a dos millones. Biblioteques de Barcelona,
con aportaciones municipales y de la Diputación, ha pasado de 2,5
millones a 1,2 millones. La presencia de novedades en los estantes se ha
resentido.
EL PRÉSTAMO ELECTRÓNICO
Proyecto con frenazo ministerial
Este
lunes se puso en marcha el proyecto Ebiblio en Catalunya. Con una
inversión del Ministerio de Cultura de 1,6 millones de euros para crear
17 plataformas y dotarlas de e-books (solo en castellano), las
administraciones catalanas han aportado otros 320.000 euros para llegar a
los 1.900 títulos con más de un millón de préstamos disponibles
descargables gratuitamente por los usuarios con carnet de biblioteca en
ebiblio.cat. Otras 15 comunidades, que empezaron antes, no han hecho
este esfuerzo adicional y los resultados han sido paupérrimos: 78.838
préstamos a 24.672 usuarios en siete meses. Assumpta Bailac es optimista
(«aquí se han dado de alta 1.400 usuarios en el primer día, y se ha
hecho un esfuerzo por reforzar la oferta con novedades y títulos en
catalán») pero Carme Fenoll avisa del frenazo en seco del ministerio; se
ha desdicho de su promesa de adquirir libros en catalán y sus fondos en
el segundo año pasarán de 1,6 millones de euros a 600.000.
EL DEBATE DEL FUTURO
Espacios de encuentro
Según
Fenoll, la biblioteca, más allá de lo digital, ha de ser cada vez más
un «espacio de acogida», que integre a la población inmigrante (gran
usuaria de las bibliotecas), donde se puedan desarrollar talleres y en
las que «los bibliotecarios sean aún mejores prescriptores literarios y
culturales, que faciliten el contacto entre contenidos y personas y con
el territorio en el que has decidido vivir». Assumpta Bailac cree que
las tendencias están claras y se ha reflexionado sobre ellas: lo
necesario es poner recursos para darles respuesta. «Cada vez más son
espacios para estar; estar leyendo, trabajando, haciendo talleres,
encontrándose con la comunidad de vecinos... Hoy el préstamo ya es solo
el 35% de la actividad». Desde el colectivo profesional, Daniel Gil
tiene otras reclamaciones: «Es muy hiriente la situación de las
bibliotecas escolares. Se deben desencallar las bibliotecas provinciales
de Barcelona y Tarragona y extender el servicio bibliotecario a las
poblaciones con menos población».
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