Herr Blatter ha dimitido y probablemente otros lo harán también. Pero es dudoso que el problema haya quedado resuelto.
Hace
muchos, muchos años, cuando mis amigos y yo bajábamos las escaleras
corriendo para jugar al fútbol en la calle todo era menos complicado.
Nadie había oído hablar de Qatar, no existía la FIFA y no había ninguna
regla sobre el fuera de juego. Pero estoy seguro de que nos divertíamos
mucho más. Es cierto que era un juego de hombres. Las niñas no jugaban
al fútbol en aquellos tiempos. Hoy, cuando veo el fútbol en Estados
Unidos, necesito al menos cinco minutos para saber qué sexo está
jugando; las mujeres suelen jugar más agresivamente, mientras que los
hombres, especialmente los profesionales, rehúyen el contacto físico,
muchas mujeres no tienen tales inhibiciones.
En general, los
juegos se han vuelto más civilizados que en la Edad Media, cuando morder
era bastante común, y morder la oreja a los jugadores opuestos no era
la peor ofensa. El ambiente general es ahora más civilizado... Los
libros de historia no nos hablan acerca de “guerras de fútbol”, como la
que existió entre Honduras y El Salvador, que duró sólo cuatro o cinco
días, pero en la que después murieron seis mil personas. Pero esta
guerra no fue realmente por el fútbol, otros muchos asuntos estaban
mezclados, como la inmigración ilegal (desde El Salvador).
¿Cuándo
se torcieron las cosas? ¿Cuándo la gente comenzó a divertirse menos?
¿Fue cuando un juego de aficionados se convirtió en un gran negocio?
Esto puede ser cierto en parte, pero ciertamente no es toda la verdad.
La historia del fútbol moderno comienza como todo el mundo sabe en
Inglaterra en el siglo XIX. Desde el momento en que el fútbol se
organizó y los equipos competían en un campeonato, hubo problemas. Los
historiadores del fútbol nos dicen que uno de los puntos de inflexión
fue un partido en enero de 1884, cuando un club llamado Preston North
End jugaba contra el Upton Park, un club de Londres.
Preston es
una ciudad industrial en el centro de Inglaterra, el equipo todavía
existe y juega en la segunda Liga. El Upton Park desapareció. Pero en su
momento fue un club líder y cuando se celebraron los Juegos Olímpicos
de 1900 en París se disputó un minitorneo de fútbol en el que ganó la
medalla de oro. El Upton ya no existe. Le sucedió un equipo bien
conocido en la actualidad, el West Ham United.
Cuando el partido
contra el Preston acabó, el Upton presentó una protesta: alegó que el
Preston no era un equipo amateur sino que empleaba a profesionales. El
gerente y propietario del Preston no lo negó. Sostuvo que todo el mundo
lo estaba haciendo. Había contratado, por ejemplo, a Artur Wharton, un
hombre negro que poco tiempo antes había establecido un récord mundial
al correr 100 yardas en diez segundos. No sabemos cuán exactos eran los
cronómetros entonces, pero no hay duda de que corría rápido.
La
Asociación de Fútbol, la organización británica que dirigía el
campeonato, aceptó la protesta y el Preston fue excluido de la
asociación. Pero un año más tarde las reglas fueron cambiadas, se hizo
legal pagar a los jugadores, pero sólo en ciertas condiciones. Desde
entonces ha habido cambios en las normas sobre los profesionales y
amateurs, no sólo en el fútbol sino en casi todos los deportes.
Un
caso famoso en su momento fue el de Jim Thorpe, un indio estadounidense
que ganó el decatlón en los Juegos Olímpicos de Estocolmo (1912).
Cuando el rey sueco le entregó la medalla de oro, le dijo: “Usted,
señor, es el mejor atleta del mundo”. Pero poco después Thorpe fue
descalificado porque se averiguó que había cobrado no para competir en
las disciplinas atléticas sino en otros deportes como el béisbol y el
baloncesto. Se le pagaron dos dólares por partido y 35 dólares a la
semana. Treinta años después, la medalla le fue devuelta.
En muy
pocas disciplinas, como el golf, siguen existiendo los amateurs. El
problema de las prácticas delictivas, incluso criminales, contrarias a
la ética, se ha convertido en el deporte en prácticas poco éticas de
comportamiento o incluso criminales tales como el pago de atletas,
entrenadores y directivos para amañar el resultado de una competición, y
se ha vuelto más y más grave... Cuanto más dinero haya involucrado en
un deporte, mayor es la probabilidad de propagación de la corrupción.
En
los primeros días del fútbol, a los jugadores o entrenadores se les
pagaban pequeñas cantidades de dinero, pero las sumas crecieron
exponencialmente así que los ingresos de las competiciones aumentaron.
En ningún otro deporte ha sido el peligro de negligencia mayor que en el
fútbol. En la actualidad hay jugadores que se cree que pueden ganar
hasta setenta millones de euros anuales por concepto de salarios,
diversos beneficios e ingresos por una gran variedad de productos –ropa,
zapatos, cosméticos y otros. Pero los actuales escándalos que
involucran a la FIFA no se refieren a los jugadores. Tienen que ver con
las actividades de los gestores que compraron sus cargos privilegiados
en una variedad de organizaciones. Algunos han llegado a ser muy ricos,
pero dudo que se diviertan tanto como aquellos chicos a los que recuerdo
jugando en la calle.
Los corruptos habían logrado hasta el
momento escapar de las pesquisas de las investigaciones, pero no es
seguro que vaya a ser igual en el futuro. La ironía del caso es que la
iniciativa de investigar vino de Estados Unidos, el país menos
interesado en el fútbol del planeta.
(c) La Vanguardia
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