El exconsejero de Estado acaba de publicar Alguien está detrás del presidente, una historia novelada sobre el sindicalismo de los dirigentes magisteriales en Colombia. Su objetivo, dice, es que el país se entere de cómo funciona un sindicato combativo
El exmagistrado Jaime Moreno dice que su afición por la música se la debe a su padre, quien era flautista y violinista a pesar de su ceguera. / Gustavo Torrijos / elespectador.com |
¿Usted nació primero como escritor y luego como abogado?
Sí.
Empecé escribiendo en un semanario que se editaba en Tunja, llamado La
Batalla. Era una columna muy agresiva, me ocasionó problemas; en los
años 60 había personajes intocables y más si los cuestionamientos venían
de un imberbe adolescente. El dueño del periódico suspendió la
publicación y, como defensor de derechos en dicha columna, fue naciendo
incipientemente el talante de abogado.
¿Cómo nació su afición por la música?
La
ceguera física de mi padre lo obligó a conseguir algunos pesos en
diferentes actividades musicales, como violinista y flautista. Hizo
parte de conjuntos de cuerdas, de empíricas estudiantinas que eran
contratadas en jolgorios y festines. Mi hermano y yo éramos sus
lazarillos. A fuerza de acompañarlo a muchos “toques” nos aficionó a la
música.
¿Y cómo nació su afición por las leyes?
Por
haber terminado en la Normal de Tunja como maestro de escuela, se me
presentó la oportunidad de venir a Bogotá. Me nombraron maestro en una
escuelita. Comenzaron las visitas de los sindicalistas para conquistar a
los nuevos maestros en las filas de la lucha sindical y a exponer toda
la problemática de la educación en Colombia. Y ahí empezó mi compromiso
con esa causa.
¿Podría nombrar algunas causas?
Inicialmente,
con la lucha organizada en la dirección de la agremiación, y luego, en
1964, ingresé a la Universidad Libre, donde las luchas estudiantiles
fueron también un caldo de cultivo para mi futura profesión de abogado.
En la dirección sindical empezamos con el escritor Luis Ernesto Lasso la
edición del periódico La Defensa del Educador, la publicación literaria
de la revista Hitos y finalmente, con otros escritores, la revista
literaria Teorema.
¿Cuáles fueron los temas de sus primeros cuentos?
En
1969 participé con el cuento Al final de la gira en el Concurso
Nacional de Cuento Ónix Sello Negro. El alcohol patrocina la cultura y
los deportes. Quedé de finalista. Era una historia de la violencia en
Colombia en los años cincuenta, en Boyacá, donde el sectarismo político
fue bastante visible.
¿Qué tema o temas abordó su primer libro?
Tras
la baranda, una historia dramática, trágica, política, con mucho humor,
sobre las pequeñas, medianas y grandes corrupciones en la justicia.
¿Cómo recibieron los lectores ‘Tras las baranda’?
Me
causó muchos problemas en la Rama Judicial, porque algunos operadores
de justicia se veían reflejados en los personajes de la novela. Se llegó
a proponer en un tribunal que se rechazara su publicación.
Desafortunadamente se frustró ese comunicado, en perjuicio de la
difusión de la obra.
¿Por qué decidió escribir sobre los maestros en su más reciente libro, ‘Alguien anda detrás del presidente’?
En
Colombia son pocas las historias noveladas del sindicalismo. Prefieren
El Patrón, El Capo, la dieta personal de una actriz, los chismes
peleoneros del presidente y su actual contradictor, a pesar de haber
vivido juntos las mismas indelicadezas y corrupciones. Decidí contar en
mi novela las vidas ficcionadas de los dirigentes magisteriales.
¿Es un libro dedicado sólo a los maestros o a los lectores en general?
Desde
luego, es para los lectores en general, pues no sólo se narran
episodios sindicales, sino políticos, sociológicos, psicológicos de la
historia reciente del país en los años 60 y 70 del siglo pasado.
¿Cuál es el objetivo principal de la novela?
Que
el lector se entere a profundidad de cómo funciona un sindicato
verdaderamente combativo, a pesar de ser de empleados públicos.
¿Tiene entre manos otro libro listo para publicar?
Tengo
uno ya terminado, pero su publicación ha sido difícil. Es la historia
de un minusválido que recorre el país en busca de futuro y padece toda
clase de frustraciones.
¿Ha pensado escribir un libro sobre su experiencia como consejero de Estado?
Cuando
me retiré de magistrado del Consejo de Estado, algunas magistradas me
rogaron que, si iba a escribir algo sobre lo que viví en esos
extraordinarios años de judicatura, ni las mencionara, ni creara
personajes parecidos a ellas.
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