El libro es un intento de describir un paisaje nuevo o
elaborar un mapa nuevo de las distintas estrategias que hoy se producen
en ese ámbito literario
Latinoamérica criminal, los nuevos narradores de género neonegro./elmundo.es |
Afirma el escritor y traductor brasileño Daniel Galera,
en su introducción a un volumen de relatos a cargo de trece autores
latinoamericanos y titulado Latinoamérica criminal (Random House), que
antes resultaba fácil hablar de esa narrativa y que bastaba con mencionar el realismo mágico
o las favelas o la lucha contra regímenes dictatoriales o el legado
colonial. Mientras que por debajo del Trópico de Capricornio, era
suficiente con añadir a Borges, Cortázar, Rulfo, García Márquez, Rey Rosa y Vargas Llosa, a
los que designa como envueltos en una "fría melancolía existencial"
(tendría que ver Galera la melancolía por encima del Círculo Ártico).
Ahora, la cosa es mucho más enredada.
El libro es un intento de describir un paisaje nuevo o
elaborar un mapa nuevo de las distintas estrategias que hoy se producen
en ese ámbito literario. Y lo pretende mediante el encargo a
esos trece escritores (tres brasileños y los demás en español) de una
historia de suspense -que da más bien en género negro, aunque no
exclusivamente-, a través de la cual puedan observarse las distintas
sensibilidades y estrategias que hoy pueblan el subcontinente. Se supone
que muy distintas a las tópicas y emblemáticas.
Esto es un poco más discutible, sin necesidad de reprobar la intentona. El género, o el subgénero aludido, tiene una tradición bastante fiera y romperla, aunque sea como juego, no es sencillo,
y exige un esfuerzo y una vocación de partida que no se producen de
buenas a primeras. En justa compensación, es indiscutible que cada uno
de los autores -entre ellos, Santiago Roncagliolo, Rodrigo Rey Rosa,
Alejandro Zambra, los más conocidos en España- consigue imprimir algo de
su sello en esta empresa difícil. En resumen, es un paisaje
interesante, así como el mundo representado contiene claves de lo
contemporáneo interpretadas en esas latitudes.
Digamos también que a nadie en Europa se le habría ocurrido hacer
algo semejante, por la sencilla razón de que sería una empresa
presuntamente inabarcable y de que el inmediato pasado de la literatura europea, por esquematizar mucho, es menos propenso a la emblemática.
En cierto sentido, hay un cierto fondo bolivariano en la propuesta de
Daniel Galera, que también ha seleccionado los relatos, pues pretende
que existe un marco para lo que suele denominarse literatura
latinoamericana. El español, indudablemente, podría componerlo, pero al
introducir a autores en lengua portuguesa, ese marco remite a otra idea
de contenido más político o más sentimental, pero en todo caso más
difuso, salvo que lo geográfico delimite por encima de todo.
Bueno, no pongamos tantas pegas. La idea funciona porque deja ver cosas y en último término permite descubrir a escritores
que están arrancando en su proyección internacional y que parecen estar
ya bastante fraguados. Añadamos a Carol Bensimon, Rodrigo Blanco
Calderón, Bernardo Carvalho, Rodrigo Hasbún, Mariana Enríquez, Andrés
Ressia Colino, Jorge Enrique Lage, Andrés Felipe Solano, Joca Reiners
Terron y Juan Pablo Villalobos, y ya estaremos todos.
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