Amante de las noticias policiales y autor de cerca de 30 novelas llenas de melancolía y misterio, Patrick Modiano –nuevo Nobel de Literatura– es descrito como un 'arqueólogo de la memoria'
Patrick Modiano ha construido su obra de variaciones sobre sus recuerdos duros de infancia con la ocupación nazi./elespectador.com |
El francés Patrick Modiano, premio Nobel de Literatura, firmó una
obra singular, una búsqueda sin fin de identidad, entre novela policial y
romántica.
La falta de cariño durante la infancia será su
obsesión de toda la vida. Una ausencia tan dolorosa que uno puede
preguntarse si su obra no es una larga carta dirigida a sus propios
padres. En todo caso, aquel desamor ha dado a las letras francesas cerca
de 30 novelas llenas de melancolía y misterio.
Patrick Modiano
publicó su primera novela "El lugar de la estrella" en 1967, con solo 22
años. En 1972 recibió el Gran Premio de Novela de la Academia francesa
por "Los bulevares periféricos", en 1978 el premio Goncourt por "Calle
de las tiendas oscuras" y en 1966 el Gran Premio Nacional de las Letras
por el conjunto de su obra.
Desde entonces, este hombre
intranquilo y de perfecta cortesía ha conquistado al público con sus
ficciones, entre ellas "Dora Bruder" (1997), "Un pedigrí" (2005), "En el
café de la juventud perdida" (2007), "La hierba de las noches" (2012) y
"Para que no te pierdas en el barrio", su novela número 28, que acaba
de publicarse en francés.
En ella, el autor vuelve a navegar en
los recuerdos. Una cita de Stendhal anuncia el tono de este paseo por el
pasado sobre el que planean el abandono, los secretos y una difusa
amenaza: "No puedo dar la realidad de los hechos, sólo puedo presentar
su sombra". Un resumen perfecto del universo de Modiano.
En sus
libros nace un neologismo, "modianesco", que aún no entrado en el
diccionario pero que los franceses usan a veces para designar un
personaje o una situación en claroscuro, ni lógica ni absurda, a mitad
de camino entre dos mundos, entre luz y sombra.
Modiano, que no
gusta de la introspección, considera que cuanto más misteriosas son las
cosas más interesantes son. "He intentado incluso hallar misterio donde
no lo había", admite en "Un pedigrí", texto autobiográfico y "esqueleto"
del resto de sus libros, según explicó.
Por esa razón nunca se
sabe de dónde provienen sus personajes, a veces recurrentes de un libro a
otro, ni lo que realmente piensan. Confundidos entre pasado y presente,
su biografía permanece incierta. El lector los cruza en un París banal
que de repente cobra, bajo la pluma del escritor, una belleza gris y
melancólica. Sus páginas abundan en nombres de calles de la capital
francesa o de sus suburbios, plazas, cafés o estaciones de metro.
De
muchos escritores se dice que escribieron siempre el mismo libro: eso
es particularmente cierto en esta obra homogénea, destilada con
regularidad, emotiva y distante. Son novelas que parecen "motivos de un
tapiz que alguien hubiese tejido en estado de somnolencia", según sus
propias palabras. Son largas reflexiones soñadoras sobre la realidad,
escritas en un lenguaje clásico, preciso y sobrio.
El universo de
la Francia ocupada y la ocupación alemana durante la Segunda Guerra
Mundial es el mundo que nutre a este escritor de 69 años que construyó
varias novelas ("Reducción de condena", "Barrio perdido", "Villa
triste"...) ambientadas en aquel período. No importa que no lo
conociera, supo expresar desde muy temprano algo que se convertiría en
obsesión nacional: la relación necesariamente complicada de Francia con
la guerra y la colaboración con el ocupante alemán.
Su padre,
Alberto Modiano, un judío alemán vinculado a la Gestapo, conoció en 1942
a una joven actriz belga, Louisa Colpeyn, en un elegante apartamento
del distrito 16 de París. Alberto, que logró escapar al porte de la
estrella amarilla, estaba vinculado con el mundo delictivo.
Tres
años más tarde, el 30 de julio de 1945, nació su primer hijo, Patrick,
en Boulogne, cerca de París. El joven Patrick vivió una infancia
vagabunda y solitaria, con largos períodos de pensionado. Su hermano
menor, Rudy, murió en 1957: el novelista le dedicó sus primeros libros.
Patrick
dirá luego con ironía que su madre tenía el corazón tan seco que su
perrito, desesperado ante tanta indiferencia, se suicidó arrojándose por
la ventana. A los 17 años, ante tanta dureza e inconsecuencia, decidió
no ver nunca más a aquel padre odiado, que está en la mira de varios de
sus libros. Cumplió su promesa y Alberto falleció en 1977.
Abandonó
los estudios tras el bachillerato, y, apoyado por Raymond Queneau,
amigo de su madre, se puso a escribir. "No tenía ni 20 años, pero mi
memoria era anterior a mi nacimiento".
Este hombre alto ("1m90 de
molestia y candor", dijo un crítico), de mirada dulce, rostro pálido y
dolorido, se hizo famoso por sus dificultades a la hora de expresarse
oralmente, su discreción y su indiferencia ante los honores, que le
llevó a rechazar el ingreso en la Academia Francesa.
Este amante
de las noticias policiales, casado desde 1970 con Dominique Zehrfuss y
padre de dos hijas, Zina, directora de cine, y Marie, cantante y
escritora, no vive retirado del mundo, como demuestra su gusto por el
cine.
En 1974, escribió junto al cineasta Louis Malle el guión de
la película "Lacombe Lucien", que cuenta la historia de un adolescente
en la Francia de 1944, un éxito de taquilla.
Es autor de otros
guiones, así como de un ensayo junto a Catherine Deneuve sobre la
hermana prematuramente desaparecida de la actriz, Françoise Dorléac.
Jurado en 2000 del festival de Cannes, también es autor de letras de
canciones como "Etonnez-moi Benoît!", interpretada por Françoise Hardy.
Publicó, además, un libro de diálogos con el ensayista Emmanuel Berl
("Interrogatorio").
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