La búsqueda de los restos de Miguel de Cervantes en la iglesia
madrileña donde se cree que está enterrado se ha topado con frentes
abiertos en el Arzobispado, en la Comunidad de Madrid -que reclama un
nuevo informe- y el Ayuntamiento, que aún no ha pagado a los
investigadores por los trabajos de la primera fase
El Arzobispado
dice a Efe que "la decisión no está tomada" y sigue sin emitir el
permiso que posibilitaría continuar con la búsqueda, un tropiezo
derivado de que una familia amenazó a la iglesia madrileña con emprender
acciones legales en el caso de que se abriesen los nichos donde reposan
sus allegados, según han informado a Efe fuentes cercanas al proyecto.
Ante
esta traba, la empresa encargada de identificar las posibles
ubicaciones de los restos de Cervantes elaboró, a petición del
Arzobispado, un informe sobre las consecuencias que podría tener esa
advertencia, documento que reitera que los restos se tratarán con sumo
cuidado y respeto.
El equipo que se lanzó a buscar la tumba del
escritor confía en que este primer escollo se salvará y se obtendrá el
permiso, pero en ese momento se abrirá otra brecha: habrá que esperar al
visto bueno de la Comunidad de Madrid, que ya ha pedido a los
investigadores otro informe con más garantías de que no dañarán la
iglesia donde se busca a Cervantes, la de las Trinitarias, catalogada
como bien de interés cultural (BIC).
Hay más. Aunque el
Ayuntamiento asegura haber presupuestado 50.000 euros para la siguiente
fase, reconoce a Efe que "por temas internos de la tramitación
municipal" aún no ha desembolsado a los investigadores los 12.000 euros
que costaron el informe y la fase de localización de las zonas de
enterramiento con georradar.
"Esto es como una lucha en la que
avanzar cada centímetro cuesta tal esfuerzo, tiempo y dinero que es
incomprensible, sobre todo si se piensa que la cuestión de Cervantes es
de interés nacional y que localizarlo es relativamente sencillo y
barato", se queja a Efe el historiador y responsable del proyecto
Fernando de Prado, preguntado por estas cuestiones.
También su
compañero Luis Avial, el georradarista que en junio logró señalizar los
posibles lugares de enterramiento de Cervantes, pide "celeridad" en los
permisos -primero se requiere el de la Iglesia y después el de la
Comunidad de Madrid- y reitera que la actuación no dañará el templo,
declarado bien de interés cultural (BIC).
Aunque
un poco cansados y desanimados, en el equipo que busca a Cervantes
-donde también participa el prestigioso forense Francisco Etxeberria-
esperan ir superando los baches del camino para comenzar cuanto antes
con el rastreo de la iglesia.
Si se logran todos los permisos, la búsqueda comenzará por una cripta de unos 30 nichos, un lugar donde se podría trabajar sin demasiado intrusismo -es de fácil acceso y gran
tamaño- y donde, además, sería "lógico" que estén los restos del autor
de El Quijote si en alguna de las modificaciones de la iglesia se
trasladaron de lugar.
Habrá que recuperar restos óseos -y es
probable que estén muy disgregados- y analizarlos para ver si alguno
corresponde con los del escritor, que fue enterrado junto a su esposa
Catalina Salazar con un modesto hábito de la orden terciaria y sin
objetos personales o adornos.
Son muchos los que confían en que la
búsqueda pueda retomarse cuanto antes, en unos meses, porque la idea
era hacer coincidir el hallazgo con dos aniversarios muy próximos: el
cuarto centenario de la publicación de la segunda parte de El Quijote,
en 2015, y los 400 años de su muerte, en 2016.
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