14.10.14

El conde de Montecristo era negro

 El padre de Alexandre Dumas, un general mulato, fue el modelo del que nació Edmond Dantès, según la biografía de Tom Reiss
El general Alexandre Dumas, padre y abuelo de los escritores del mismo nombre, en un cuadro de Olivier Pichat./elperiodico.com

El conde de Montecristo no salió de la imaginación del novelista Alexandre Dumas, sino que partió de un personaje real: el padre del autor, el general Alexandre Dumas, conocido a finales del siglo XIX como el conde negro por su condición de mulato. Esto es, por lo menos, lo que sostiene Tom Reiss, colaborador de The New Yorker y de The New York Times y autor del éxito El orientalista (2005), en su interesante biografía El conde negro, premiada con el Pulitzer de Biografía en 2013.

Tras leer El conde negro, el lector se queda con la impresión de que la teoría de Reiss es plausible. Es más, después de repasar la vida agitada del aguerrido general Dumas, una mezcla del mosquetero D'Artagnan y de Edmond Dantés, uno tiene la sensación de que hasta podría haber inspirado muchas más novelas.

Hijo de una esclava


Nacido en lo que hoy es la República de Haití en 1762, Alexandre Dumas era hijo de Alexandre-Antoine Davy de la Pailleterie, un noble francés arruinado que zarpó para el Caribe en busca de fortuna. Después de una vida azarosa, su amante Marie-Césette, una esclava negra, dio a luz al mulato que acabaría siendo general. El novelista Dumas, sostiene Reiss, se inspiró en la vida de su abuelo, y también en la de sus tíos, para escribir algunas de sus novelas. Un dato curioso: Charles, un hermano de su padre, fue propietario de una plantación en el Caribe y quiso hacer contrabando de azúcar desde un puerto de la isla llamado nada menos que Monte Cristo.

Cuando Alexandre-Antoine Davy de la Palleterie regresó a Francia, después de una vida marcada por la aventura, lo hizo con el nombre cambiado y después de vender a sus hijos para poderse pagar el pasaje en barco. Al mulato Alexandre, sin embargo, que era su preferido, lo vendió con derecho de rescate, por lo que lo acabó recuperando.

Cuando en 1776, a los 14 años, llegó al puerto de Le Havre, el futuro general figuraba inscrito como «el esclavo Alexandre». Pero soplaban vientos de libertad en la Francia prerrevolucionaria y creció como un ciudadano libre. Cuando llegó a París, como le sucedería al mosquetero D'Artagnan, no conocía a nadie, pero su apuesta planta y su tez oscura lo convirtieron de inmediato en un hombre popular que no tardó en abrirse paso en la sociedad mundana. Llegado el momento de sentar cabeza, Alexandre decidió alistarse en el regimiento de los Dragones de la Reina. Tenía 24 años. Solo dos años después, en 1788, Francia empezó a derrumbarse y la Revolución tomó la calle. Gracias a este momento convulso, Dumas pudo ascender con rapidez en el ejército. Excelente espadachín y gran luchador, pronto fue nombrado teniente coronel. Después de casarse, en 1793, fue nombrado general. Su ascenso fue, como puede verse, meteórico: en solo un año pasó de cabo de los dragones a general. Fue el primer mulato en lograr tan alto rango.

Caído en desgracia


A partir de aquí, durante la guerra revolucionaria francesa se suceden los éxitos del general Dumas, primero en los glaciares de los Alpes, donde se impuso a los austriacos, y después en Italia, donde se convirtió en héroe y fue calificado de diablo negro. La campaña de Egipto, en la que destacó, acabó por distanciar al general de Napoleón, que se equivocó al pensar que este le era desleal. Como consecuencia, el general cayó en desgracia y, tras la derrota francesa a manos de la flota de Nelson, acabó regresando a Europa en un viejo barco fletado por él mismo que, en 1799, no pudo llegar más allá del sur de Italia. Antes de su regreso, en 1798, el general Dumas encontró un tesoro lleno de joyas (como el conde de Montecristo), pero en Tarento fue hecho prisionero por los napolitanos y encerrado en una mazmorra (de nuevo como el conde de la novela).

Tras permanecer dos años en prisión, el general, con la salud maltrecha, regresó a Francia en 1801, donde se reencontró con su esposa y vio como la Revolución con la que se había comprometido había fracasado. Un año después, nacía el pequeño Alex, el futuro novelista.

Un modelo para la ficción


Alexandre Dumas siempre admiró a su padre, que asegura Tom Reiss que fue la auténtica inspiración para unas novelas muy populares que nos hablan de gloria, traición, tesoros ocultos y venganza. El general, sin embargo, no vivió demasiado tiempo, ya que falleció de cáncer a los 43 años en 1806, cuando el futuro novelista tenía sólo 4 años. Su viuda nunca logró cobrar la pensión que le correspondía y la pobreza se instaló en la familia Dumas.

Durante un tiempo, cuenta Tom Reiss, hubo en París una estatua del general Dumas en la plaza Malesherbes, conocida popularmente como la plaza de los Tres Dumas, ya que acogía la estatua del general, la de su hijo novelista y la de su nieto dramaturgo, autor de La dama de las Camelias. De la estatua del general, sin embargo, ya no queda nada: los nazis la destruyeron cuando invadieron Francia, en 1941 o 1942. Escribe Reiss: "Fundir la imagen de un luchador -¡un mulato!- por la libertad, la igualdad y la fraternidad fue, para los nazis, una decisión fácil".

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