Una muestra explora por vez primera en el archivo del escritor chileno, del que extrae más de 230 originales, entre ellos cuatro novelas y diversos relatos y poemas no publicados
Imagen de la exposición Archivo Bolaño. /Carles Ribas./elpais.com |
La noticia está recortada con los dedos: “Un poeta chileno ha sido
muerto de hambre por su mujer”. La otra nota del periódico, igual: “Seis
niños atraviesan el desierto en busca de cariño y de fútbol”. En la
libreta pequeña junto al papel amarillento del diario hay apenas un
apunte sobre las noticias; unas páginas después, una breve narración
engarzando aspectos de ambas; al lado de eso, ya un manuscrito, con una
letra envidiablemente cartesiana y clara: “Ahora abro la ventana, qué
luna, detrás de mí, acuchillados y silenciosos, están Charles Bronson,
Ernesto, Ramon y los dos pequeños”. Así arranca el manuscrito del relato-nouvelle inédito Las alamedas luminosas,
historia de Julio Arriagada, poeta y exministro, secuestrado en casa
por su mujer, al que se le han cruzado (o tarde o temprano lo harán)
unos niños huidos por Antofagasta…
Ahí está, desnuda, la génesis de un texto inédito del escritor
chileno Roberto Bolaño, de entre 1979 y 1980. Es sólo una de las
múltiples perlas de su archivo en el que entre las 14.374 páginas del
apartado de originales se incluyen 26 cuentos nunca publicados, cuatro
novelas también inéditas como lo son un sinfín de poesías, borradores,
más de 1.000 cartas recibidas, escritos de vida… Fragmentos de esas
novelas aún no impresas, diversos relatos y poemas que tampoco han visto
aún la luz y que ni aún ha podido ver ni su agente, el temible Andrew
Wylie, son el gran atractivo de los 230 originales que hay en la muestra
Archivo Bolaño. 1977-2003, que hasta el 30 de junio puede contemplarse en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB).
La exposición permite husmear por encima del hombro de Bolaño,
pasearse por la trastienda del autor fallecido hace ahora 10 años, de
moverse en su laboratorio y contemplar lo que sólo vieron su ojos.
Porque hay bastantes muestras de inéditos: como la novela El espíritu de la ciencia-ficción,
de los géneros predilectos de Bolaño, y en cuyas tres libretas de
espiral narra la historia de un periodista y un escritor del género
investigando unas extrañas estadísticas sobre poesía, en una historia
que intercala cartas a escritores reales de ciencia-ficción; o la
también novela D.F. La Paloma. Tobruk, que muestra la gran obsesión de bolaño por ser feliz… si puede escribir; o el relato El espíritu de Rudolf Amand Philippi,
donde un profesor de arte dramático ve como los alumnos a los que
adoctrina sobre Martha Graham se apuntan por las noches a
manifestaciones sandinistas…
Pero son obras que tardarán en ver la luz. “Son originales que hay
que trabajar y estudiar mucho más; no tengo intención de publicar ningún
inédito más hasta que se analicen bien y, por otro lado, hasta que las
traducciones de las obras anteriores de Roberto no se consoliden”,
apunta Carolina López, viuda de un escritor traducida a 37 lenguas y
cuyo título estrella, 2666, da nombre desde hace poco a una
librería de Pekín, donde ya es escritor de culto. La mayoría no está
fechado, por lo que la cronología creativa del catálogo de la muestra es
clave. Pero López no quiere un experto específico para el archivo.
“Cada proyecto tendrá su especialista adecuado”.
La muestra expone una ínfima parte de un fondo
que cuenta con 14.374 páginas del apartado de originales, que incluyen
26 cuentos inéditos, cuatro novelas, poesías, borradores, más de 1.000
cartas recibidas…
Bolañistas y bolañólogos (más éstos) disfrutarán de lo lindo. La
muestra, comisariada por Valérie Miles y Juan Insua, ofrece esos 230
originales, así como un centenar de fotografías, otros tantos libros,
ocho audiovisuales y un archivo digital con casi todas las entrevistas
de las 167 que le hicieron y que él conservaba. “Lo guardaba todo: he
encontrado hasta una servilleta de papel de estas de bar de México; cómo
un papel así de 1975 resistió hasta Blanes en 2006 lo dice todo”,
ilustra López, que ese año empezó a trabajar en ese gran archivo, donde
ha localizado también 84 libretas y 15 cuadernos-libros (seis inéditos)
montados por ella y el propio Bolaño para presentarse a galardones.
De todo un poco de eso hay en esta “primera exploración a un archivo
que muestra el origen de personajes y obsesiones, la tremenda
productividad de Bolaño y cómo se enfrentó a un canon bien heterodoxo;
por suerte, lo hizo todo con una alta legibilidad caligráfica”, apunta
Insua. Eso se aprecia ya en el material del primero de los tres
apartados que conforman la muestra, que corresponden a cada uno de las
ciudades y los procesos creativos que vivió en Cataluña desde su llegada
en 1977, con apenas 24 años, procedente de México.
En Barcelona (La universidad desconocida, 1977-1980) se
tratará de leer y escribir, perseverar y volver a leer y a escribir, en
un bucle sin fin. “Desde que llega a España quiere aprender a hacer
novela, lo tiene en la cabeza”, perfila Miles. Vive en precario en un
piso lamentable de la calle Tallers: “el cagadero en el pasillo
compartido con otros dos pisos sin ducha…”, lo describe en una
libretita, que comparte vitrina con las tres, más grandes, tituladas Diario de vida,
ejercicios de 1979 y cuyo primer volumen subtitula: “Notas de vigilante
nocturno del camping Estrella de Mar”, labor que ejerció tal que así.
Está también un ejemplar de Algunos poetas en Barcelona,
publicado por esos años por La cloaca, editorial de mal nombre pero en
cuya entrada conocerá a uno de sus amigos más íntimos en Barcelona.,
Antonio G. Porta, de quien puede leerse una carta que acompaña un relato
suyo sobre el que pide a Bolaño opinión.
En medio de infinitos “ejercicios de estilo, al modo de los de
Raymond Queneau”, compara Miles, ese apartado ofrece también los
originales inéditos del relato Tres minutos antes de la aparición del gato (referencia al felino cortaziano de Rayuela) y la nouvelle La virgen de Barcelona,
relato autobiográfico donde ya se aprecian los cambios de punto de
vista, la fragmentación, la mítica influencia de Arcimboldo…
Tras esa obra, ya está, pues, en “condiciones de trabar y desarrollar
las estructuras de sus grandes obras”, explica Miles sobre el apartado
de Girona (Dentro del caleidoscopio, 1980-1984). Aislado,
Bolaño escribe e intenta que se publiquen sus primeros títulos, por lo
que se presentará a un sinfín de “premios búfalo que un piel roja tenía
que salir a cazar pues en ello le iba la vida”, escribirá sobre ese
periodo. Junto a otros recortes alucinantes (un viejo chino de 142 años y
en bicicleta; los portentosos ojos de un niño también chino que parece
ver a través de objetos opacos y que darán pie al relato El contorno del ojo), una vitrina recoge los tubos de ensayo de más novelas inéditas como Diorama, de 1984 (donde ofrecen aun chileno sin papeles un trabajo de operador y vigilante nocturno en una sala de cine barcelonesa).
El tercer apartado, el de Blanes (El visitante del futuro:
1985-2003) refleja cómo en la localidad gerundense van reduciéndose los
innumerables trabajos extraliterarios y se nota, para regocijo del
mitómano: se pone estudio (en la calle del Lloro); deja la vieja máquina
de escribir y coge otra eléctrica y salta al ordenador (ambas piezas
pueden verse en la muestra) y acabaran saliendo productos como la
endemoniada, por inacabada, Los sinsabores del verdadero policía o la capital 2666,
cuya elaboración permite ver libretas, y notas y esquemas, como el de
la misma novela (con un “centro oculto”, según sus dibujos, a los que
era aficionado y con los que juega la exposición). Entre sus tres gafas,
juegos de guerra de mesa e imágenes con sus amigos Javier Cercas y
Enrique Vila-Matas, hay hasta listados de libros clave en su vida (La sinagoga de los iconoclastas,
de Roberto Wilcock, es uno) e infinitud de poemas inéditos en cualquier
soporte; entre ellos, en un libreta grande de espiral, un autorretrato
de marzo de 1993, donde dice que lee y escribe “En una vano intento de
que el Tiempo/ no me devore/ Soy un pasajero ilegal en este autobús del
Infierno”.
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