12.3.13

De Ramsés II a Chávez

Informe especial:Presidente Hugo Chávez Frías 1954-2013

Dirigentes de todos los tiempos han optado por la momificación en busca de la eternidad

 Hugo Chávez y la momia del faraón Ramsés II.
La momia del general Prim en la sala de autopsias.
Traslado del féretro de Hugo Chávez en Caracas./Telesur./lavanguardia.com


Tras su muerte, Hugo Chávez se ha convertido en el último mandatario en buscar la inmortalidad mediante la preservación de su cuerpo. Su momia podrá verse a partir de ahora ni más ni menos que en un museo, el de la Historia de la Revolución, como las momias más genuinas de la Historia: la de los faraones, que la mayoría reposan en el Museo Egipcio de El Cairo. Y es que el concepto de momificación nos traslada de inmediato a esas tierras milenarias, donde era “una costumbre muy arraigada, de un primitivismo absoluto”, según explica Josep Padró, catedrático emérito de Egiptologia de la Universitat de Barcelona y presidente de la Societat Catalana d’Egiptologia.
En el antiguo Egipto, la momificación no estaba reservada sólo al máximo dignatario, también seguían este proceso el resto de los mortales. “El alma necesitaba el soporte del cuerpo para la vida eterna”, argumenta Padró. Y ahí radica la gran diferencia entre las antiguas momificaciones y las más recientes: “Ahora no existe ningún motivo religioso que justifique la momificación de una persona, se trata sólo de una cuestión de ego, de vanidad del personaje, incluso después de su muerte”, opina el egiptólogo.
La momificación de un líder tiene efectos tanto en la vida política como social de un país. “Para la gente poco culta y de mentalidad simple resulta estimulante y gratificante poder contemplar el cuerpo de su dirigente”, explica Cesario Rodríguez-Aguilar, catedrático de Ciencia Política de la Universitat de Barcelona. “Para el pueblo, Chávez se convertirá en una especie de santo civil, el padre de la patria. Recordemos que él fue el primero en ocuparse de los pobres de Venezuela”, argumenta. “Es una manera pseudoreligiosa de mantener viva la llama del mito”, añade.
Desde el punto de vista político, la omnipresencia de Chávez después de su muerte puede afectar su sucesión. “El problema de los regímenes tan personales es saber cómo su partido puede sobrevivir al líder”. Rodríguez-Aguilar augura “luchas de poder internas después de que la formación de Chávez gane las elecciones”.

Galería de momificados ilustres
El caso de Chávez se suma al de otros mandatarios que en los últimos tiempos han resuelto, o ellos o su entorno, que sus cuerpos siguieran presentes. “Los precedentes más significativos son otros dos líderes de la izquierda radical,  Lenin y Mao Zedong”, recuerda Cesario Rodríguez-Aguilera. Pero no son los únicos. La lista se completa con otros dirigentes, como el búlgaro Gueorgui Dimitrov (1948), el checoslovaco Klement Gottwald (1953), el vietnamita Ho Chi Minh (1969), el angoleño Agostino Neto (1979), el presidente de Guyana Forbes Burnham (1985) o el de Corea del Norte Kim II-Sung (1994).
En Argentina, Juan Domingo Perón momificó a Evita, y su segunda mujer Isabel hizo lo propio con él. “Se lo trajo a Madrid durante su exilio y cuando regresó, se lo volvió a llevar”, recuerda divertido Padró, antes de explicar otro caso peculiar, el del general mejicano Santa Anna. “En una batalla perdió una pierna y la mandó momificar”. Fue exhibida en un cofre de cristal y venerada. “En una de las revueltas, sus contrarios profanaron la tumba de su pierna, estando él con vida”, ríe el historiador.

Una tradición que nunca murió
La momia de todas las momias y de todos los tiempos es, sin duda, la del gran faraón Ramsés II. “En los años 70 se trasladó a París para su restauración y en el aeropuerto, fue recibida con honores de Jefe de Estado”, recuerda Padró.
Cuando llegó el declive de esta civilización, la tradición de la momificación siguió viva. Uno de los momificados ilustres en el país de los faraones fue Alejandro Magno. “Murió en Babilonia, en el palacio de Nabucodonosor, pero fue llevado a Egipto porque era donde mejor momificaban. Su tumba fue muy visitada, incluso Augusto fue a verla”, cuenta Padró.
Los primeros cristianos egipcios también practicaron la momificación, “hasta que la propia Iglesia la prohibió por tratarse de una costumbre pagana”, explica el egiptólogo. Aún así, persistió, y durante la Edad Media, por ejemplo, reyes importantes fueron momificados. Es el caso de Pere el Gran, cuya momia fue estudiada hace unos meses tras la apertura de su sepulcro, ubicado en el Monasterio de Santes Creus. Y a pesar de la oposición inicial, ahora los papas son embalsamados. En el Vaticano se pueden ver los cuerpos de algunos pontífices en urnas de cristal.
Otra momia que ha sido actualidad recientemente es la del general Prim. Expuesta en Reus, un estudio forense acaba de determinar cómo se produjo su asesinato. Lo mismo ha sucedido con la de Ramsés III. A finales de 2012 se dictaminó que el faraón murió cuando le rajaron la garganta tras un golpe de Estado.
Sin duda, una de las ventajas de la momificación es que, siglos después, los cuerpos pueden ser objeto de estudio. “Se pueden practicar autopsias y descubrir crímenes”, apunta el egiptólogo Padró. Quizás esto es lo que ocurra con el cuerpo de Chávez en un futuro para saber si el cáncer acabó con él o hubo una conspiración como apuntó Maduro. La Historia dirá. De momento, ya se ha forjado la leyenda.

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