Alguien cuenta una escena personal de lectura que le haya sido significativa y que a partir de ese momento lo marcó en su vida. Con esta premisa se despliega El sentido de la lectura, un original ensayo de Angela Pradelli que logra fusionar la crónica, el cuento, los poemas y las entrevistas bajo la idea central de que el encuentro con el lenguaje no es una experiencia sencilla para nadie
El sentido de la lectura, de Angela Padrelli, un hibrido para se El Rey Leer./pagina12.com.ar |
Comprensión y
extrañeza, huellas y cicatrices, van de la voz a la lectura, de la
comunicación al libro.
El libro de Pradelli es precisamente, y no hay
aquí ninguna paradoja, una auténtica y reveladora experiencia de
lectura.
No hay manera de aproximarse al lenguaje sin una vivencia de la
angustia, ese temor primitivo sin causa precisa que desde los primeros
intentos de palabra marca en nosotros una separación, una percepción de
lo que se ha perdido, de lo que no se alcanzará nunca a significar. Es a
la vez el único puente que nos reconcilia con lo que habita más allá y
al mismo tiempo dentro de nosotros mismos. El lenguaje hablado, el de
los cuerpos, el lenguaje de las cosas del mundo, el lenguaje del
silencio, el lenguaje como una posibilidad y un límite a la vez, y
emergiendo desde él, esa herramienta que se nos da para aprehenderlo y
descifrarlo: la lectura. Será por eso que a El sentido de la lectura le
precedió La búsqueda del lenguaje, porque Pradelli sabe que para abordar
de lleno las dimensiones de la lectura, antes debía instalarse en esa
compleja máquina del lenguaje y su escritura. Al preguntarle ella
confirma que sí, que a este libro lo escribió bajo el mismo influjo que
el anterior, esa marea que sube a veces y frente a la que uno no puede
hacer otra cosa más que sentarse y escribir. “En el caso de estos dos
libros, todo lo que esa marea traía estaba relacionado por un lado con
las lecturas y también con la experiencia docente, que en mi caso fue de
una felicidad enorme aun con todas las dificultades y los problemas con
que los docentes nos enfrentamos cada día. Sin embargo, leer y escribir
en las aulas son momentos poderosos de creación, aprendizaje y
crecimiento.”
El sentido de la lectura de Angela Pradelli es un libro que hace una
lectura de la lectura, y lo hace desde un lugar “aléphico”. Allí está
contenida la experiencia de leer desde todas sus formas, las preguntas,
los miedos, la revelación de una manera de mirar el mundo que todos
alguna vez vivimos y que nos alumbró para siempre. ¿Qué es leer, quién
lee en mí cuando leo, quién enseña en mí cuando enseño? Estas son las
preguntas esenciales que se plantea Pradelli en este segundo libro de
reflexiones acerca del acto de leer, del encuentro con la propia lengua,
con los otros, con la vida que nos rodea, con el pasado que acecha. Y
es esto justamente lo que lo transforma en un libro personal para quien
lo lee, porque la historia de la propia lectura está condensada ahí, en
esos relatos de los otros. Por eso es que si en La búsqueda del lenguaje
Pradelli comenzaba por explorar el acto del habla, aquí va directamente
al instante de la observación, del silencio necesario para poder
percibir y tratar de comprender, desde el propio cuerpo, la vida que
habla a través nuestro. Es en ese punto donde se condensa la poética del
libro, ya que El sentido de la lectura bien podría no ser más que un
largo poema en prosa, por esa manera de decir lo indecible y a todas
voces, donde otros cuentan, a pedido de la autora, una escena personal
vinculada con la lectura que les haya sido significativa para el resto
del camino. De esta manera entiende Pradelli al acto de leer, sólo
posible como un acto colectivo, donde el eje del texto está puesto en el
destino al que arribará, una vez que los sentidos se construyan
mediante la experiencia humana de descifrar el propio mundo: “La lectura
permite a alguien conectarse con el otro, pero es en sí mismo donde el
lector encontrará las herramientas para ese abordaje. En el texto del
otro, el lector reconoce marcas, huellas y surcos, pero son pistas que
debe completar con contenido propio. Un lector, para no sucumbir en el
mar que el otro es –el cuerpo o el texto del otro–, construye con
instrumentos de su subjetividad, busca en la complejidad de sus piezas
las herramientas emocionales, intelectuales, y desde allí aprehende los
trazos del otro y los significa, les da un sentido”.
De esta manera llegan los relatos iniciáticos sobre el encuentro del
primer libro, la incansable búsqueda de sentido que es la infancia, las
cartas antiguas que reconstruyen la vida cotidiana de un pasado que
revive y se multiplica por la lectura en voz alta, un médico
acupunturista recorriendo las señales que le hablan en el cuerpo del
paciente, un poema que se transforma en un puente a mitad de camino
entre una madre y una hija, un pacto de lectura, una conversación con
John Berger y sus silencios, sus herramientas de labrar la tierra, su
pan blanco.
El sentido de la lectura no es entonces sólo un libro de ensayos.
Allí hay crónicas, un cuento, poemas, imágenes, frases sueltas y mentes
brillantes encabezando cada capítulo, como estrella guía, en forma de
epígrafe. Las notas al pie que presentan a cada autor, la bibliografía y
los agradecimientos, la dedicatoria, todo en este libro es material de
lectura, retención en la lectura del que está allí, del otro lado
sosteniendo el libro sin querer irse, sin querer que se termine. Y aquí
entonces la prueba más certera de lo que significa que un libro sea
personal. Si un diario es íntimo, hay textos que son personales, que
tienen que ver con uno, que llegan para quedarse en la vista, en el
gusto, en el olfato, libros que hablan de uno y por eso hablan de todos,
pero cuyo encuentro revela, en el mismo acto primitivo de la lectura
junto al fuego, una verdad que no sabíamos que estaba ahí.
El sentido de la lectura
Angela Pradelli
Paidós
225 páginas
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