Houellebecq: "Soy un autor fundamentalmente romántico"
El autor francés deambula por Córdoba leyendo sus poemas, aquí y allá
Michel Houellebecq, en Córdoba.fOTO:Madero Cubero.fUENTE:Elcultural
"La faceta poética de Michel Houellebecq es apenas conocida en España. Una circunstancia que contrasta con el enorme éxito de su novelística en nuestro país (Las partículas elementales y Plataforma, sobre todo). Cosmopoética reivindica estos días su obra en verso (con títulos como Supervivencia, El sentido del combate y Seguir vivo). El autor francés deambula por Córdoba leyendo sus poemas, aquí y allá. En sus recitales parece haber despertado opiniones encontradas. Están a los que su tono de voz sordo y reconcentrado acaba por aburrir. A otros en cambio les envuelve y ensalzan, además, su revisión de Baudelaire para el siglo XXI. Entre recital y recital, atiende a ELCULTURAL.es en el hotel en que está alojado. Mientras fuma sin cesar, dejando los filtros del tabaco machacados con los dientes (o con los propios labios, es difícil precisar), rumia cada respuesta un buen rato antes de contestar, para dejar después bien clara su visión de este mundo en el que "la felicidad es imposible".
PREGUNTA.- Su faceta como poeta es mucho menos conocida que la de novelista, al menos en España. ¿A la hora de expresar sus ideas o emociones qué le hace decantarse por una vía u otra?
RESPUESTA.- Quizá el poema surja de manera más espontánea, porque no se puede desencadenar su escritura deliberadamente, y también su escritura es más breve. Cuando te embarcas en una novela, sabes que le vas a tener que dedicar mucho tiempo. No sé, es difícil de explicar, pero la novela es más adecuada para describir el mundo de hoy que la poesía. Ya lo dijo Tocqueville, que la poesía iría perdiendo peso específico respecto de a la novela, y así ha sido.
P.- ¿Es Baudelaire el poeta que más ha influido en su obra?
R.- Sí. Es un poeta fundamental para mí. En Francia, en poesía, existen dos vertientes poéticas muy bien delimitadas, la de Baudelaire y la de Mallarmé. Aunque Mallarmé también me interesa mucho, me decanto por Baudelaire. Él consiguió combinar como nadie lo ideal y lo terrenal, lo cotidiano y lo infinito. Era algo que todavía no se había hecho. En el siglo XIX en Francia, con la coincidencia de Balzac y Baudelaire, se produjo como una suerte de cambió geológico en la literatura, como cuando la propia naturaleza modifica sus especies.
P.- ¿Le gusta leer sus poemas en público?
R.- Sí, sobre todo si encuentro a alguien entre el auditorio que parezca que realmente le está gustando. Es una técnica que escuché a un viejo actor: concentrarse en una sola persona interesada. Así lo hago para perder el miedo, porque no concibo hablar hacia una masa. Una vez lo pasé fatal en un teatro que estaba todo oscuro y no veía a nadie.
P.- En su obra se insinúan, en cierto modo, atisbos del final de nuestra civilización. ¿Ve en la crisis económica actual una nueva señal en este sentido?
R.- La crisis ha planteado una situación extraña. Es la primera vez que se tiene la sensación de que el capitalismo puede morir, pero no aparece en el horizonte ningún otro sistema que pueda sustituirlo. En Francia era curioso ver el terror hacia la situación nueva de que lo bancos quebrasen, aunque el debate político sigue siendo muy pobre. Quizás estas señales de decadencia se multipliquen.
P.- La fisicidad es una característica recurrente en su obra. ¿Cómo valora el culto al cuerpo de nuestra sociedad?
R.- Es curioso, uno escribe sus libros y no repara en algunos detalles de su propia obra. Unos profesores universitarios me comentaron hace un tiempo que, más que el cuerpo, lo que estaba presente en mi obra era la piel, es decir, la interfaz que nos pone en contacto con el mundo. No hay una cuestión ideológica detrás de esto. A Proust, por ejemplo, los olores y sabores le retrotraían a su infancia, y eso tenía mucho poder en su literatura. Yo, en cambio, soy mucho más táctil. Esto demuestra, en cierto modo, que no todos estamos en el mismo mundo, porque lo percibimos de maneras muy diferentes dependiendo de qué sentidos tengamos más desarrollados. En la sociedad actual se da una paradoja algo esquizofrénica. Por un lado, se ensalza la belleza física y el cuerpo, y se invierte mucho dinero en muscularlo, pero, por otro, cada vez vamos más hacia una realidad virtual, absolutamente descorporeizada.
P.- ¿Qué piensa de la conversión de los escritores en opinadores para todo?
R.- Yo la verdad es que no tiendo a dar mi opinión. Lo importante de los escritores no es cómo piensan sino su manera de ver el mundo. Aunque como para escribir debes moverte como un camaleón por muchos territorios, es normal que te acaben preguntando por ellos. En Francia, a los escritores todavía se les concede el derecho a pensar, no como a los músicos o actores, de los que se cree que sus opiniones no serán más originales que las de cualquier ciudadano normal.
P.- ¿En qué aspecto cree que el Mayo del 68 ha sido más nocivo?
R.- El Mayo del 68 no tiene ninguna importancia histórica. ¿Es que pasó algo en Mayo del 68? No pasó nada en esa fecha.
P.- ¿Ha leído L'innocent, el libro de su madre en el que rebate la versión de que le abandonó en su niñez, como usted denuncia en Las partículas elementales?
R.- No, no lo he leído. No le doy ninguna importancia a este libro y, en realidad, no habla tanto de mí, estoy seguro. Si se lo publicó una editorial grande es simplemente porque yo soy su hijo. Aunque creo que yo ya no tengo tanto interés.
R.- ¿Es usted un romántico?
R.- Sí, fundamentalmente soy un autor romántico.
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