10.4.10

La inolvidable maestra de 'Gabo'

"Ella era una mujer muy alegre y dulce, de mucha voluntad; cuando quería algo lo conseguía"

Mensaje manuscrito de Gabo

Portada del Libro. fOTOS;fUENTE:vive.in


"El libro 'La maestra y el Nobel' reposó casi treinta años en la mente y en los archivos de la periodista colombiana Beatriz Parga, radicada en Miami (E.U.). Fue una de esas gratas coincidencias de la vida la que permitió que su autora recuperara la historia que su protagonista le pidió que contara sólo después de su muerte para evitar el asedio de la prensa.

Un día, mientras organizaba su archivo personal, antes de una mudanza, Parga encontró una carpeta con unos recortes de prensa sobre Gabriel García Márquez, acompañados de la transcripción de una entrevista a Rosa Fergusson, la primera maestra del autor de 'Cien años de soledad'.

Entonces se le vino a la mente qué habría sido de la vida de esta querida amiga a la que había conocido a principios de 1982, meses antes de que su discípulo fuera galardonado con el Premio Nobel de Literatura. 'Gabo' la había llamado a Miami para preguntarle si le interesaba entrevistar a su primera profesora, quien se encontraba estudiando inglés en esa ciudad.

Parga y el escritor cataquero se habían conocido en el famoso bar 'La Bodeguita del Medio' de La Habana, en 1978, a donde ella -una joven periodista aventurera- había viajado enviada por EL TIEMPO para intentar entrevistar a Húber Matos, ex comandante de la revolución cubana.

Al principio, cuando Parga contactó a Rosa, ésta le dijo, de manera tajante, que no hablaba con la prensa. Pero al saber que había sido una idea de "Gabito", el semblante de la profesora cambió de inmediato.

De esta manera, no sólo se conoció la vida de una de las personas más influyentes en la formación del Nobel, sino que nació una hermosa amistad entre Parga y Fergusson. "Nos vimos en varias oportunidades. Entonces, yo me llevaba a mis dos pequeñas hijas a la piscina del Hotel Fontainebleau Hilton Beach y, mientras se bañaban en la piscina, me sentaba con Rosa a conversar y a tomar piña colada", cuenta la autora, quien por entonces se desempeñaba como corresponsal de este diario en Miami.

Infortunadamente, una primera versión de la entrevista nunca fue publicada y "terminó en el cajón de algún editor que tal vez no la consideró importante en ese momento", cuenta Parga al final del libro, quien decidió ofrecérsela a una agencia internacional de noticias. "Terminaron anotándose un batazo periodístico, debido a que días después se anunció la noticia del Nobel".

La periodista explica que, aparte de las anécdotas, su libro busca, ante todo, resaltar la historia de una mujer y su pasión por la docencia. "Lo más importante de Rosa era la devoción por su carrera. Ella sabía que ser maestra no era solo una manera de ganarse la vida sino un apostolado, que tenía como misión llegar al alma de los niños".

Prueba de ello fue ese pequeño que a los cinco años quedó tan impactado con la manera como ella le mostró el mundo, que dio vida a uno de los más grandes y originales universos literarios. "Yo creo que el libro va a ayudar a muchos padres y maestros a desarrollar la imaginación de sus alumnos y de sus hijos", concluye Parga.

UNA MUJER VISIONARIA PARA SU ÉPOCA

Rosa Fergusson nació en Riohacha (La Guajira). Su edad real fue siempre un secreto, cuenta Beatriz Parga. "De hecho, en el libro pongo que ella murió en Medellín a los 96 años (en el 2005), pero tengo entendido que murió a los 98; y cuando nos conocimos me dijo que tenía 60 cuando en realidad tenía 72 años". Fue una mujer muy adelantada para su tiempo. Muy niña consiguió una beca para estudiar en la Normal de Señoritas de Santa Marta, en donde también se preparó para ser maestra. Abrió el primer Montessori en Aracataca, método que había aprendido de una profesora española, discípula de María Montessori. "Ella era una mujer muy alegre y dulce, de mucha voluntad; cuando quería algo lo conseguía", cuenta la periodista, al poner como ejemplo su deseo ferviente por viajar, ya mayor, a Miami para aprender inglés y hasta conseguir novio. "Siempre decía que si la United Fruit Company no hubiera dejado a Aracataca, esa habría llegado a ser una gran ciudad". Se casó con un abogado de apellido Acuña con quien tuvo siete hijos. "Enviudar fue uno de los momentos más dolorosos de su vida, porque ella decía que se había casado para toda la vida", le contó a Parga.

La maestra y el Nobel
Beatriz Parga
Oveja Negra/Quintero Editores

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