En el artículo se analiza el origen de los superhéroes y de las superpotencias
fOTO;fUENTE:revistaarcadia.com
Por: Antonio Caballero
"Hoy la industria automovilística norteamericana anda de capa caída. Pero en 1938, cuando los Estados Unidos empezaban a sacudirse de la Gran Depresión, el automóvil era su símbolo triunfal de poder y de riqueza. Y aquí tienen en ese mismo año de 1938 a Supermán, él sí con toda su capa roja desplegada al viento, alzando a puro pulso y haciendo añicos con las manos desnudas un automóvil nuevecito –modelo 38– para mostrar su incontrastable fuerza. ¿Supermán? No existía antes: no es el superhombre de Nietzsche. Supermán: invulnerable e invencible. Acababa de nacer un nuevo ícono representativo de los Estados Unidos, popular y no oficial. No un Tío Sam de sombrero rayado de copa, ni el águila calva del escudo, sino un joven atleta en trusa de ballet azul y calzoncillos colorados. El Superhéroe. No el héroe, habitual en todas las culturas desde la antigüedad, de Gilgamesh a Hércules, de Indra a Quetzalcoátl. Sino el Superhéroe. No un dios, ni un rey, ni un profeta: un policía.
Esta historieta cuya portada se reproduce aquí es la que marca el nacimiento del personaje de Supermán, en el número 1 de la revista Action Comics. El único ejemplar intacto auténtico fue vendido en subasta hace unos días por la cifra redonda de un millón de dólares. No me parece demasiado. Guardadas proporciones –de valor del dinero, de riqueza general, etc.– se pagaba más en la alta Edad Media por una astilla del leño de la Verdadera Cruz de Cristo, que es una reliquia comparable. Pues si de la llamada "Invención" de la Cruz, o sea, de su hallazgo y reconocimiento por parte de la madre del emperador Constantino, vinieron la expansión y la imposición por las leyes y las armas de Roma del cristianismo como religión integradora de Occidente, de la invención igualmente espontánea del monicaco de Supermán por parte del dibujante Shuster y el guionista de cómics Siegel nació, simbólicamente hablando, la superpotencia norteamericana: la atribución a los Estados Unidos del carácter novedoso de "Superpotencia". Antes había "potencias": la Gran Bretaña, Rusia, Francia, el Japón en Oriente. El prefijo "super" –para un país, para un supermercado, para una superhamburguesa, o para un superhéroe como Supermán– es creación del genio propio de los Estados Unidos.
También es fruto de ese genio el medio en que se expresa el personaje: la tira cómica, que, aunque no siempre sea cómica en términos estrictos, se llama siempre "comic". Tanto la palabra como el género híbrido que designa son norteamericanos de cepa, así se haya querido encontrarles precedentes en los vitrales góticos que narran vidas de santos o en la Columna Trajana que reproduce en forma de historieta labrada en piedra las conquistas de las legiones romanas. También hay tallas egipcias y rollos de seda chinos. Pero el cómic propiamente dicho, mezcla de ilustración y texto que corren simultáneos como el agua de un río, es creación característica del arte popular y mecánico y anónimo de los Estados Unidos del siglo xx. Como lo fue a continuación, y como derivación "noble" de lo mismo, el "arte pop": el descubrimiento de que lo plebeyo podía ser artístico, y por añadidura se podía firmar. Y, por supuesto, vender a buen precio.
Que este ejemplar de un cómic viejo de Supermán se haya vendido en un millón de dólares, superando los precios que han alcanzado en las subastas de arte las obras de Roy Litchenstein o de Andy Warhol, vuelve a mostrar la verdad de las perogrulladas: que el pop es popular. Y que las artes populares son siempre, inevitablemente, autorretratos de la sociedad en donde surgen. Supermán no solo es norteamericano: es la vera efigie de los Estados Unidos. Y también él, siento decirlo –aunque también me alegro–, anda de capa caída."
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