Que el vasto mundo siga girando narra el destino de diversas vidas mundanas y problemáticas en unos Estados Unidos que están perdiendo la guerra de Vietnam y sacudidos por el caso Watergate
Philippe Petit, entre las Torres Gemelas de Nueva York, en 1974, en el documental de James Marsh del 2008.fOTO;fUENTE:elperiodico.com
"La mañana del 7 de agosto de 1974, un chico nervioso que se llamaba Philippe Petit, con aspecto de jinete, tendió un cable entre las dos Torres Gemelas, en Nueva York, y lo cruzó de parte a parte haciendo unos equilibrios que el ojo humano no comprendía. Hay fotos y testimonios, imágenes y recuerdos de aquel ser suspendido en el aire, a más de 400 metros y 110 pisos de altura, que tantos años después no han perdido la capacidad de sorprendernos. Quien quiera conocer más detalles de esa hazaña tendrá que leer las memorias de Petit –Alcanzar las nubles (Alpha Decay)– y ver el documental Man on wire, de James Marsh. Quien, además, quiera tener un contexto del lugar y el tiempo en que todo sucedió, tiene que dejarse fascinar por la nueva novela del irlandés Colum McCann (Dublín, 1965).
UN PARARRAYOS / Que el vasto mundo siga girando se sirve del día en que Petit pasó a la posteridad, pero va más allá y añade complejidad a los hechos. En una imagen feliz que aparece en la novela, el funambulista y su percha en plena tormenta son como un pararrayos. Si prolongamos el sentido, el hombre y la percha encaramado a las Torres Gemelas siguen siendo un pararrayos en la cima de la tierra, pero al mismo tiempo, por unas horas, se convierten en el eje gravitacional que hace que el vasto mundo siga rodando.
Gracias al recurso bien llevado de las historias cruzadas, McCann narra el destino de una serie de vidas mundanas que a lo largo de la novela, por acumulación, nos dan un trasfondo social y espiritual de la época. Nos encontramos en los Estados Unidos que pierden cada día la guerra del Vietnam en las emboscadas, en los periódicos y en las manifestaciones. Ha estallado el caso Watergate y faltan cuatro días, literalmente, para que dimita el presidente Nixon. La droga y la violencia se han adueñado de barrios como el Bronx.
En este magma, la soledad voluntaria del funambulista contrasta con la soledad a menudo inevitable de la otra gente. McCann combina con maestría una serie de vidas problemáticas. Está un sacerdote irlandés que ayuda a las prostitutas negras del Bronx. Una de ellas, que ya es abuela a los 38 años, describe su vida en la cárcel y sus recuerdos de infancia. Dos artistas alternativos huyen de Nueva York para vivir en el campo e intentar escapar de las drogas. Un fotógrafo recorre el submundo del metro para capturar grafitis y, cuando sale a la luz del día, descubre ese puntito negro entre las dos torres. Cuatro madres de orígenes distintos se encuentran para hablar de sus hijos, que han muerto en el Vietnam. Cuando conocen que esa mañana un hombre se ha colgado de un cable a 400 metros, una de las madres no soporta la ligereza con que se toma la vida...
La presencia de Philippe Petit en las Torres Gemelas es breve y fugaz, pero su gesta es única y permite metáforas muy diversas. «El mundo gira. Nosotros avanzamos dando traspiés. Es suficiente», dice uno de los personajes en la última página de la novela.
Colum McCann es uno de los mejores novelistas actuales a la hora de hacer crecer sus personajes en medio del ruido y la furia de una gran ciudad –en su caso, Nueva York–. En este sentido, Que el vasto mundo siga girando está casi al mismo nivel de su obra maestra, Al otro lado de la luz (RBA / Columna). Quizá la red de coincidencias que ata a los personajes resulte forzada, pero hay que verla como una reducción ejemplar de la normalidad. Son cosas que pasan. Lo que resulta extraordinario es que Philippe Petit no se cayera.
QUE EL VASTO MUNDO SIGA GIRANDO / QUE EL MÓN NO PARI DE RODAR
Colum McCann
Trad.: Jordi Fibla. RBA / La Magrana 336 / 464 páginas. 21 €
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