3.3.14

En un lugar de Alemania...

Dib-buks publica en España una peculiar revisión del clásico de Cervantes.  Un anciano y moderno hidalgo batalla a lomos de una bici, paraguas en ristre.  Los gigantes ahora son molinos de energía y su escudero, un niño vestido de Batman

Alonso Quijano, vecino de Tobosow, inicia su aventura. DIB-BUKS./elmundo.es

Si al cerrar  El Quijote  alguien concluye que ha leído sólo una parodia de los relatos de caballeros andantes del siglo XVI, es que no ha entendido nada. Lo mismo le puede ocurrir a quien descubra entre las novedades de las librerías de cómics un volumen con el nombre del ingenioso hidalgo por título y resuelva que se trata de una mera adaptación humorística de la obra maestra de Miguel de Cervantes. Cierto es que el protagonista de esta novela gráfica es un anciano que recorre tierras alemanas a lomos de una bicicleta, paraguas en ristre y acompañado por un niño vestido con un pijama de Batman. Pero lo que cuenta esta obra trasciende a su apariencia burlesca, para revelarse como una tragicomedia bastante seria; emotiva y dramática a la par.
Más allá de la evidente intención cómica que supone convertir a Rocinante en una bicicleta; sustituir el personaje de Dulcinea por un gato huidizo; cambiar la posada en la que el Quijote veía un castillo por un burdel; o emplear una botella de Fanta contaminada para el episodio del bálsamo de Fierabrás, -entre otras ocurrencias-, el cómic posee una segunda naturaleza mucho más áspera. En la esencia de la historia aparecen las penas de la vejez y sus duras circunstancias, tan complicadas a veces como incomprendidas. Y abordar esto es imposible ahorrando crudeza. Aunque los gigantes contra los que lucha nuestro héroe en este siglo XXI son los molinos de un parque energía eólica, sus verdaderos enemigos son otros: la soledad y el Alzheimer.
Felix Görmann, más conocido como Flix, es el autor de esta peculiar revisión de 'Don Quijote'. Según cuenta, cuando era niño, sentado en las rodillas de su abuelo, éste le leía fragmentos de la novela de Cervantes y ya entonces quedó fascinado. "Lo que siempre me gustó de la historia es el anciano caballero que sabía exactamente lo que estaba bien y lo que estaba mal. Encontró la verdad en su interior y no le preocupó la opinión de los demás", explica este dibujante alemán de 37 años, que nació en Münster, creció en Darmstadt y reside en Berlín, aunque conoce muy bien España. Estudió en Barcelona durante algún tiempo y vivió su propia aventura como caballero andante en la peregrinación que hizo hacia Santiago de Compostela desde Sevilla por la Ruta de la Plata.

Portada de Don Quijote.
 
La historia del 'Don Quijote' de Flix transcurre en la imaginaria ciudad alemana de Tobosow. Esa última "w" permite trasladar la acción de las tierras manchegas a una Alemania tan ficticia como actual. Eso sí, el cómic está salpicado de guiños a España: Residencia de la tercera edad Cervantes, Clínica Francisco Goya...; aunque al final la nacionalidad del escenario importa poco. Cualquier lugar de la sociedad moderna occidental serviría para situar las peripecias de este anciano caballero de figura aún más triste que su antepasado cervantino. Los males que mellan la mente y el alma del nuevo Alonso Quijano son universales y no entienden de banderas ni de idiomas.
Sin embargo, con su cómic, Flix no se conforma con abordar la demencia senil como una enfermedad con consecuencias trágicas. Da un paso más con su historia y propone una vuelta de tuerca valiente y atrevida. El propio autor lanza el guante: "El Alzheimer es un drama, pero también hay aspectos fascinantes a su alrededor. Esta enfermedad nos puede enseñar un punto de vista diferente de nuestra vida y de nuestra sociedad. Provoca preguntas como: ¿tenemos que recordarlo todo?, ¿por qué tenemos que ser perfectamente funcionales durante todo el tiempo?, ¿no será más fácil la vida si no lo sabemos todo?, ¿y si le damos más espacio a nuestras fantasías?, ¿cuánto de Don Quijote nos permitimos ser?".
Aunque este 'Don Quijote' tiene sus propias claves de lectura, tampoco es ajeno a las cuestiones tradicionales sobre las que reflexiona la obra original que lo inspira. Para empezar la dualidad de la existencia humana: quijotes o sanchos, un duelo eterno en el mundo y en el interior de cada hombre. Para Flix, "todos somos a la vez caballeros y campesinos, fantasía e inteligencia, cerebro y emoción". Y dentro de esta dinámica, el autor introduce una variante con la que reivindica a una infancia más sabia de lo que a menudo se le concede. Su Sancho es un niño, de nombre Robin, que demuestra saber bastante de la vida y lo explica con aplastante lucidez: "La tristeza es como el chocolate, no es bueno estar mucho tiempo a solas con ella", proclama el chaval en una de las escenas del libro en las que es él quien enseña a su abuelo.

Los locos y los héroes

Hay más reflexiones inevitables a las que lleva la lectura de cualquier obra inspirada en el Quijote y Flix lo tiene claro: "Para mí el loco es el que vive sin ideales". Y alguna cuestión especialmente pertinente para una adaptación en un género como el cómic, y el dibujante alemán tampoco duda en esto: "No creo en los superpoderes, pero sí en los héroes". Según considera, "un héroe es alguien que lucha por el bien en el mundo y esto no tiene que ser necesariamente la paz mundial; los verdaderos héroes son aquellos que hacen cosas como enseñar a leer a un niño, las personas que plantan cara cuando hay un abusón en el metro, o quienes hacen su trabajo poniendo todo su corazón, incluso cuando no les pagan bien".
Tanto el guión como la parte gráfica de este cómic corren a cargo de Flix, un autor que para este proyecto ha elegido el estilo de la caricatura para sus dibujos. A lo largo de 136 páginas se suceden las viñetas en las que el blanco y negro es el perfecto marco para una historia con gran poso de melancolía. Pese a la ausencia de color, el autor consigue con sus lápices unas tramas con las que evoca la oscuridad tanto en los lluviosos cielos alemanes, como en los lóbregos interiores de los edificios y los sombríos pensamientos del protagonista. Atención destacada merecen los ojos de Don Quijote: opacos unas veces, transparentes otras, pero siempre vacíos por igual. En cuanto al lenguaje, muchas escenas son mudas sin que ello reste expresividad a lo que cuentan; y en los diálogos las frases con aroma a castellano clásico resultan divertidas.
Este particular 'Don Quijote' se publicó inicialmente entre octubre de 2011 y mayo de 2012 en los periódicos alemanes 'Frankfurter Allgemeinen Zeitung' y 'Märkischen Volksfreund'. Más tarde, se recopilaron los capítulos en una versión definitiva con varias páginas añadidas para dotar de continuidad al relato, y que es la que llega ahora a España de la mano de la editorial Dib-buks en formato de 'cómic-book'. Las cubiertas del volumen en castellano rinden homenaje a los libros de la editorial Cátedra, esos con los que varias generaciones han descubierto los clásicos de la literatura: un fondo negro, una ilustración recuadrada en la parte superior y una sobria rotulación componen el diseño de las tapas que resultará familiar a muchos lectores.
No es la primera vez que Flix se atreve con uno de los grandes títulos de la literatura universal. Hace cuatro años llevó a viñetas al 'Fausto' de Goethe, cosechando un gran éxito en su país. Para el autor estos proyectos, más que retos, son aventuras con las que disfruta. "No es sencillo modernizar una historia tan antigua sin perder el espíritu del texto original, pero creo que eso es lo que la literatura quiere de nosotros, encontrar un vínculo entre las palabras y nuestra vida actual", explica este dibujante alemán, que con su Quijote en cómic rinde un emotivo homenaje a ese padre, abuelo y caballero que "veía lo que nosotros no vemos".

El  Quijote de Flix, por tierras teutonas. DIB-BUKS.

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