3.3.14

¿La familia de Andrés Caicedo censuró parte del libro de ‘Mi cuerpo es una celda’?

 Rosario Caicedo, la hermana más cercana al escritor revela detalles de cómo "Andrés siempre se sintió juzgado y censurado por la estructura familiar"


Andrés Caicedo y su autografía montada por Alberto Fuguet desde sus cartas./las2orillas.co
En Septiembre del 2012 escribí en mi blog una entrada sobre lo que la temprana lectura de Andrés Caicedo había significado en mi vida. Los meses pasaron y un día me sorprendió el recibir un correo de Rosario Caicedo, la hermana más cercana a Andrés, en el cual me decía que un buen amigo en común le había mandado mi artículo y que le había gustado muchísimo.  Ella vive en los Estados Unidos, en Connecticut, y como los puentes entre los países ya no se hacen con tablitas pegadas una detrás de otra, nos empezamos a contactar a través de la red.  Como muchas de esas “conversaciones” tenían que ver sobre películas –ella adora el cine—se me ocurrió hacerle una entrevista concentrada en el Andrés cinéfilo, la cual publiqué en mi blog y  se convirtió en un pequeño éxito.
En Noviembre pasado, y gracias  al escritor santandereano Fabián Martínez, nos conocimos personalmente en Cali, haciendo parte de un conversatorio sobre Andrés Caicedo el cual formaba parte del Séptimo Concurso Nacional de cuento que en este año lleva el nombre del escritor. Durante lo que pareció ser una noche entera compartimos sobre cine y literatura y yo le comenté que había leído el capítulo sobre Andrés en Cinépata, el libro de Alberto Fuguet, publicado en Chile por Alfaguara en el 2012. Le dije lo que me había gustado Mi cuerpo es una celda, también escrito por Fuguet y publicado en Colombia por Norma  en el 2008.  Libro, le dije, que ya no se consigue y que es buscado por tantos de los seguidores de la obra literaria de Andrés.  Ella me dijo que se había visto con Fuguet  en  Santiago y que el libro sería reeditado de nuevo en  Chile. Yo me alegré profundamente. Ese libro, titulado como una autobiografía, que no lo es, pero que parece como si Caicedo se la hubiera dictado desde el otro mundo a Fuguet, muestra con gran profundidad  y en las propias palabras de Andrés, sus sueños, su formación como escritor y su ambivalencia ante la vida y su muerte. Fue así, en nuestro encuentro en Cali, que le sugerí a Rosario una entrevista concentrada en los comentarios de Fuguet sobre el proceso de la formación de Mi cuerpo es una celda y del libro en sí. Aquí están apartes de nuestra conversación:
Rosario Caicedo. Foto: Cromos
Rosario Caicedo. Foto: Cromos
Iván Gallo: Alberto Fuguet  dice que mi cuerpo es una celda es una especie de documental que hizo Caicedo sobre su propia vida. ¿Cómo fue el proceso de elaboración del libro?
Rosario Caicedo: Conocí a Alberto como se conoce usualmente a los escritores: a través de un libro. Mi esposa Ruth, quien ama al cine tanto como yo se sintió atraída por el título del libro. Lo vió en Inglés: the movies of my life. las películas de mi vida. Eso fué en el 2006 y yo, confieso, no sabía nada de su obra. Pero al leerlo me encantó e inmediatamente me conseguí una copia en español. Por esa misma época, mi hermana María Victoria me comentó que había leído un bello artículo sobre Andrés publicado por Alberto.
Ya en Marzo del 2007, en el aniversario de la muerte de Andrés, se publica EL CUENTO DE MI VIDA con gran éxito. María Elvira Bonilla, su editora, hizo una excelente labor. Al ver las críticas positivas que despertaba el libro, las tres hermanas, enfrentadas con tan importante material todavía inédito, comenzamos a pensar que sería muy interesante considerar la posibilidad de escribir algo más extenso sobre la vida de Andrés. Una especie de biografía, pensamos. Y por esa época decidimos todas ir a la feria de Guadalajara que tenía a Colombia como el país invitado. Alberto fue invitado a participar en una mesa redonda sobre Andrés y antes de la feria, en ciudad de México, en el apartamento de mi hermana Pilar, lo conocí. Y desde allí comenzó un intenso diálogo que se convirtió en una bella amistad. En Guadalajara mis hermanas y él empezamos a hablar sobre “la biografía”. Alberto se mostró muy entusiasmado y nosotros también. Alberto empezó entonces esa labor titánica de recopilar material.
I.G: ¿En el texto sobre Andrés en el libro Cinéata, el propio Fuguet  dice que hubo “tires y aflojes”  por parte de la familia y afirma que  censuraron  apartes del libro. ¿A que se refiere Fuguet?
R.C: Mira, Iván, para mí el libro Mi cuerpo es una celda me parece importantísimo para entender la mente del escritor que fue mi hermano  Andrés; su mente, al desnudo, en sus propias palabras. Andrés partiendo hacia la oscuridad—en los dos libros Mi cuerpo es una celda y El cuento de mi vida- con una claridad tan luminosa que casi enceguece.
Y aquí, yo, una de sus hermanas, doy mi opinión, mi percepción, la única que puedo dar.
Alberto, al hablar de “tires y aflojes” está siendo muy diplomático. En toda familia donde se presenta una tragedia de tal magnitud, un suicidio, la historia común se divide, la cronología familiar tiene entonces un antes y un después y nadie, nadie vuelve a ser el mismo,¿cómo podríamos?
Yo pienso que con la publicación de El cuento de mi vida en Marzo del 2007 y Mi cuerpo es una celda en Noviembre del 2008, lo que yo me atrevería a llamar la Caja de Pandora  se empezó finalmente a abrir en la estructura familiar y produjo consecuencias dolorosas. La verdad muchísimas veces es difícil de aceptar, pero también, y aquí cito el Nuevo Testamento, “la verdad nos hará libres”. Y esa libertad para mi es importantísima.
Hubo censura, ¿me preguntas? ¿Con la publicación del libro? Yo creo que sí. Y si nos regimos con la definición de la Real Academia Española, creo que no es solo una percepción mía.
Te voy a dar uno de los  ejemplos que ilustran como  esa Caja de Pandora se abriera por completo y sus contenidos quedaran desperdigados:
Durante la organización del material que vino a conformar el libro Mi cuerpo es una celda, proyecto que como ya te expliqué, fue aprobado por los herederos de Andrés Caicedo: mi padre, todavía vivo, y las tres hermanas,  Alberto y yo organizamos cientos de cartas y escritos de Andrés. Una de esas cartas era dirigida al escritor  Jaime Manrique, gran amigo de Andrés y romántico admirador. (Andrés tuvo con él una estrecha correspondencia y tanto lo admiraba como escritor que le pidió que fuera él el que firmara la contraportada de la edición original de El Atravesado (publicada en septiembre de 1975) A pesar de que fue Andrés el que la escribió. Esto lo vine yo a saber muchísimos años después de la muerte de Andrés por Jaime.
Rosario y Andrés Caicedo de pequeños
Rosario y Andrés Caicedo de pequeños
El hecho es que en esta carta en particular que a Alberto y a mí nos pareció importante introducir, Andrés, escritor insaciable de largas misivas, le escribe a Jaime una carta hablándole más que todo de cine y de literatura pero comienza  agradeciéndole por el interés y las caricias de Jaime hacia él. Un párrafo  muy respetuoso en el  que el joven Andrés, muy  al estilo del  siglo 19,  le responde al interés romántico de Jaime. El estilo es tan formal que yo para mí misma  he titulado esa carta como la correspondencia de Efraín a Efraín,  y en esa noche en particular estoy en una llamada por Skype con María Victoria y Pilar y les estoy reportando nuestro avance y leyendo en voz alta la carta en cuestión, y al unísono mis dos hermanas dicen que “bajo ningún punto de vista” esa carta puede aparecer. Como te puedes imaginar, me cogió de sorpresa.  Te confieso que al principio no entendí: ¿Bajo ningún punto de vista? ¿Por qué?, pregunté  inocentemente Porque es de “muy mal gusto.” Casi al unísono fue la respuesta. ¿Que, qué es de mal gusto?  Pregunté yo, y ellas respondieron que eran las “Caricias”, y yo inmediatamente entendí  la razón por el “mal gusto”.  Recuerdo que les pregunté que si “las caricias” hubieran sido entre Andrés y María no serían de mal gusto? Pues no,! respondieron al unísono también. Como te puedes imaginar, que esta expresión clara de un prejuicio homofóbico se estuviera dando en el año 2008, por dos de las herederas del legado literario de Andrés Caicedo, que a los 31 años de su muerte, alguien se atreviese a juzgar a quien  Andrés  acariciara o no acariciara me pareció profundamente triste.
Que Andrés, un hombre que tuvo tan pocos momentos felices en su vida, que fue tan “desafortunado en el amor” como él mismo decía, imitando una letra de ranchera, que Andrés, que siempre, y esta fue su percepción, se sintió juzgado y censurado por  la estructura familiar siguiera siendo censurado después de muerto por acariciarse con un hombre, pues allí la brecha se empezó a ensanchar y a pesar de múltiples esfuerzos continúa bastante abierta. A pesar de muchos “encuentros” de las tres por sostener un diálogo, María Victoria y Pilar continuaron con su decisión, nunca aceptando que se debía a un prejuicio. La definición de mal gusto  continuó en correo va y correo viene.
La mayoría ganó, claro está, y yo la acepté, pero como les expresé  a mis hermanas, eso no quiere decir que la minoría no continúe con una voz. Y esta es mi voz.

elatravesado
Y tres años después de la supresión de la carta, vine a ser informada que  “la familia” también había ejercido censura, suprimiendo la dedicatoria total del libro El atravesado. En una de las ediciones de Norma, el nombre de Guillermo Lemos fue suprimido. Porque a alguien de la familia no le gustó que Andrés le hubiera dedicado el libro al “ángel empantanado” . Así porque sí. Quien censura también se siente con derecho a suprimir las musas de los escritores…  Gracias a un ángel guardián de la obra de Andrés, en la última edición de El atravesado de Norma, la dedicatoria original apareció. Si estos dos casos no se pueden considerar censura, mejor cambiemos el diccionario.
I.G: Fuguet dice también  que “la familia de Andrés sufrió,  por eso la admiro”.
R.C : Sí, la familia sufrió.  Triste, muy triste porque si hay algo en común entre nosotros es el amor que sentimos hacia Andrés.  Lo que sucede es que hay distintas formas de expresar ese amor, y la tristeza se hace aún mayor  cuando hay una serie de valores y de marcos de referencia que lo hacen sentir a uno como si no existiera un  idioma en común. Ante la falta de un lenguaje compartido es imposible la comunicación. Porque para mí, la censura a un legado literario es la negación a la apertura moral e intelectual que todo ser humano debe tener ante los profundos conflictos que el mundo nos presenta. Todos tenemos prejuicios, TODOS, pero es nuestra obligación, creo yo, el reconocerlos y confrontarlos.
I.G: Andrés experimentó ese prejuicio, esa censura de parte de la familia desde el principio?
R.C: Andrés  percibió  un ambiente de juicio y de censura y escribió con gran profundidad sobre ello , y para una persona con ese grado de hipersensibilidad, ese sentimiento lo marcó profundamente.  En una carta escrita por él a su hermana Pilar, Andrés  describe lo que percibía como la censura familiar  así: …”es cómo si se tratara de calcar una moral con otra, como si los puntos de vista y los estímulos fueran los mismos. La única manera de controlar la moral de uno es controlar sus actos y sus rumbos”.
I.G: Una de las cosas que me impacto de mi cuerpo es una celda es que está dedicado a ti POR QUE  esto?  La dedicatoria : “ A mi hermana Rosario, que se escapó de Cali y que no le importa la opinión de los demás; con la que iba al cine y hablaba de cine; la que me acogió y que me sigue escuchando, cuidando, protegiendo y defendiendo”. parece confundir a muchas personas  y tiene también una gran intensidad como si desde el otro mundo se hubiera dejado escapar el deseo de Andrés de dedicártelo.
R.C: Yo no tenía idea que el libro iba a ser dedicado a mí.  Fue una verdadera sorpresa. Me imagino que Alberto quiso mostrarme su comprensión ante toda la experiencia vivida en común. Y él, claro, fue testigo de todo lo que sucedió con la censura y  las consecuencias que trajo a la estructura familiar. Vale la pena añadir que Alberto expresó su oposición a este acto de censura escribiéndole a mis hermanas varios correos bastante elocuentes.
I.G: Basado en lo que yo he leído en mi cuerpo es una celda y en  todo lo que se ha escrito sobre andrés, emocionalmente  eras la hermana mas cercana, era una relación bastante especial
Evidentemente si….la causa inicial fue  porque nos llevábamos menos de año y medio. María Victoria y Pilar eran mucho más grandes… Además entre Andrés y yo, desde que yo pueda recordar hubo una gran compenetración emocional.  Yo admiré siempre su mente tan brillante, tan única, y siempre fuí consciente de su profunda vulnerabilidad.
I.G: ¿Qué sientes al ver que el interés por la obra de Andrés Caicedo continúa vivo y que el 2013 fue otro año intensamente caicediano?
R.C: Muy feliz. En el 2013 y en este 2014. En el 2013 se lanzó El atravesado en su traducción al francés.  Imagínate la alegría que sentí al enterarme que el séptimo concurso de cuento en Colombia lleva su nombre. Que me invitaron a Cali a participar en un conversatorio sobre su obra y pude palpar el amor por sus palabras. Y ahora en el 2014 Alfaguara lanzó en el Hay festival la nueva edición de sus cuentos. Y ¡Que viva la música! será lanzada en Inglaterra, Estados Unidos, España y Brasil. Y en Chile, como lo hemos mencionado, la nueva edición de Mi cuerpo es una celda ya está en las librerias.  Sus palabras están alcanzando nuevos idiomas, sus palabras se universalizan, como las palabras de todo buen escritor.
Alberto Fuguet en el lanzamiento de la reedición del libro en Santiago de Chile
Alberto Fuguet en el lanzamiento de la reedición del libro en Santiago de Chile
Quiero también decirte que cuando estuve en Colombia este pasado noviembre, aproveché mi estadía  para viajar. Hasta DOS QUEBRADAS en Risaralda y visitar la única biblioteca en el país que se llama Andrés Caicedo, una pequeña y hermosa  biblioteca comunitaria donde los jóvenes de Frailes Arte, los organizadores del  bello lugar, sostuvieron conmigo una conversación de 5 horas sobre la obra y vida de mi hermano y sobre el amor por los libros. Esa experiencia, Iván, siempre la recordaré: el sentir a Andrés profundamente vivo en un pequeño cuarto 36 años después de su desaparición. Sus palabras tan vivas y hermosas como si acabaran de nacer. Bien sabemos que los buenos escritores nunca mueren.
¿A que se refiere Alberto Fuguet al decir que el suicidio de Andrés, justo el mismo día en que se publica ¡Que viva la música!, algunos podrían considerarlo como un “performance”?
Primero que todo, Alberto, en su capítulo sobre Andrés y el libro Mi cuerpo es una celda, cuestiona las múltiples interpretaciones del suicidio. Y yo, quiero dejar eso muy en claro: el acto suicida es profundamente complejo, y nadie que esté vivo puede tener una respuesta que honre su misterio. Para hacer mi posición ante esto aún más tajante, quiero citar las palabras de Frida Hughes, poeta y escritora inglesa e hija de una de las más famosas suicidas del siglo XX; la maravillosa poeta y escritora Sylvia Plath. Frida, ante tantas preguntas sobre el suicidio de su madre  ha contestado sabiamente: “yo no he querido que la muerte de mi madre fuera conmemorada como si se hubiera ganado un premio. yo lo que he querido es que su vida fuera celebrada”.
Y si alguien puede hablar algo del acto suicida como “obra de teatro” sería ella: la hija de dos  años junto con su hermanito de ocho meses durmiendo en el mismo apartamento mientras su madre, después de haberles puesto leche y galletas  y de haber sellado la puerta de su cuarto, mete su hermosa cabeza en el horno de gas y así muere de su propia mano. Sylvia Plath de 31 años, muerta habiendo dejado no solo la leche y las galletas y sus hijos vivos, sino un manuscrito de  poemas perfectamente organizado en su escritorio en un folder de color negro. ARIEL, el libro póstumo que la lanzó a la fama. Una obra maestra. Su esposo, Ted Hughes, poeta también, del cual estaba  separada al tiempo de su muerte debido a la infidelidad de él, se encargó de publicar el manuscrito, no como ella lo organizó sino como él pensó que ella lo hubiera debido organizar. Tomó 40 años para poder leer de verdad el ARIEL de Sylvia Plath.
Gracias a su hija, que con su padre ya muerto, respetó los deseos de una madre de la cual sólo conoció su mito: La Sylvia adorada por muchas feministas dedicadas a atacar al mujeriego Ted Hughes gritándole¡ asesino! e intentando arrancar  la lápida de la tumba de la poeta por llevar el nombre de Hughes.  Ves,  le echan la culpa del suicidio a Hughes por infiel! Jesús! Bastante simplista este análisis.  Si la infidelidad fuera motivo de suicidio, como le dije yo a una profesora de literatura que se pasó una hora exponiendo su teoría de Hughes como asesino, quedarían muy pocas  mujeres  en este mundo, ¿no cree?. Suficiente entonces del suicidio y el performance. Dejemos ese misterio como un misterio. Y respetemos su complejidad. Y celebremos entonces lo que esos muertos que escogieron terminar sus vidas de su propia mano nos dejaron como legado.

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