Rosario Caicedo, la hermana más cercana al escritor revela detalles de cómo "Andrés siempre se sintió juzgado y censurado por la estructura familiar"
Andrés Caicedo y su autografía montada por Alberto Fuguet desde sus cartas./las2orillas.co |
En
Septiembre del 2012 escribí en mi blog una entrada sobre lo que la
temprana lectura de Andrés Caicedo había significado en mi vida. Los
meses pasaron y un día me sorprendió el recibir un correo de Rosario
Caicedo, la hermana más cercana a Andrés, en el cual me decía que un
buen amigo en común le había mandado mi artículo y que le había gustado
muchísimo. Ella vive en los Estados Unidos, en Connecticut, y como los
puentes entre los países ya no se hacen con tablitas pegadas una detrás
de otra, nos empezamos a contactar a través de la red. Como muchas de
esas “conversaciones” tenían que ver sobre películas –ella adora el
cine—se me ocurrió hacerle una entrevista concentrada en el Andrés
cinéfilo, la cual publiqué en mi blog y se convirtió en un pequeño
éxito.
En Noviembre pasado, y gracias al escritor santandereano Fabián
Martínez, nos conocimos personalmente en Cali, haciendo parte de un
conversatorio sobre Andrés Caicedo el cual formaba parte del Séptimo
Concurso Nacional de cuento que en este año lleva el nombre del
escritor. Durante lo que pareció ser una noche entera compartimos sobre
cine y literatura y yo le comenté que había leído el capítulo sobre
Andrés en Cinépata, el libro de Alberto Fuguet, publicado en Chile por Alfaguara en el 2012. Le dije lo que me había gustado Mi cuerpo es una celda,
también escrito por Fuguet y publicado en Colombia por Norma en el
2008. Libro, le dije, que ya no se consigue y que es buscado por tantos
de los seguidores de la obra literaria de Andrés. Ella me dijo que se
había visto con Fuguet en Santiago y que el libro sería reeditado de
nuevo en Chile. Yo me alegré profundamente. Ese libro, titulado como
una autobiografía, que no lo es, pero que parece como si Caicedo se la
hubiera dictado desde el otro mundo a Fuguet, muestra con gran
profundidad y en las propias palabras de Andrés, sus sueños, su
formación como escritor y su ambivalencia ante la vida y su muerte. Fue
así, en nuestro encuentro en Cali, que le sugerí a Rosario una
entrevista concentrada en los comentarios de Fuguet sobre el proceso de
la formación de Mi cuerpo es una celda y del libro en sí. Aquí están
apartes de nuestra conversación:
Iván Gallo: Alberto Fuguet dice que mi cuerpo es una celda es una
especie de documental que hizo Caicedo sobre su propia vida. ¿Cómo fue
el proceso de elaboración del libro?
Rosario Caicedo: Conocí a Alberto como se conoce usualmente a los
escritores: a través de un libro. Mi esposa Ruth, quien ama al cine
tanto como yo se sintió atraída por el título del libro. Lo vió en
Inglés: the movies of my life. las películas de mi vida. Eso fué
en el 2006 y yo, confieso, no sabía nada de su obra. Pero al leerlo me
encantó e inmediatamente me conseguí una copia en español. Por esa misma
época, mi hermana María Victoria me comentó que había leído un bello
artículo sobre Andrés publicado por Alberto.
Ya en Marzo del 2007, en el aniversario de la muerte de Andrés, se
publica EL CUENTO DE MI VIDA con gran éxito. María Elvira Bonilla, su
editora, hizo una excelente labor. Al ver las críticas positivas que
despertaba el libro, las tres hermanas, enfrentadas con tan importante
material todavía inédito, comenzamos a pensar que sería muy interesante
considerar la posibilidad de escribir algo más extenso sobre la vida de
Andrés. Una especie de biografía, pensamos. Y por esa época decidimos
todas ir a la feria de Guadalajara que tenía a Colombia como el país
invitado. Alberto fue invitado a participar en una mesa redonda sobre
Andrés y antes de la feria, en ciudad de México, en el apartamento de mi
hermana Pilar, lo conocí. Y desde allí comenzó un intenso diálogo que
se convirtió en una bella amistad. En Guadalajara mis hermanas y él
empezamos a hablar sobre “la biografía”. Alberto se mostró muy
entusiasmado y nosotros también. Alberto empezó entonces esa labor
titánica de recopilar material.
I.G: ¿En el texto sobre Andrés en el libro Cinéata, el propio
Fuguet dice que hubo “tires y aflojes” por parte de la familia y
afirma que censuraron apartes del libro. ¿A que se refiere Fuguet?
R.C: Mira, Iván, para mí el libro Mi cuerpo es una celda me
parece importantísimo para entender la mente del escritor que fue mi
hermano Andrés; su mente, al desnudo, en sus propias palabras. Andrés
partiendo hacia la oscuridad—en los dos libros Mi cuerpo es una celda y El cuento de mi vida- con una claridad tan luminosa que casi enceguece.
Y aquí, yo, una de sus hermanas, doy mi opinión, mi percepción, la única que puedo dar.
Alberto, al hablar de “tires y aflojes” está siendo muy diplomático.
En toda familia donde se presenta una tragedia de tal magnitud, un
suicidio, la historia común se divide, la cronología familiar tiene
entonces un antes y un después y nadie, nadie vuelve a ser el
mismo,¿cómo podríamos?
Yo pienso que con la publicación de El cuento de mi vida en Marzo del 2007 y Mi cuerpo es una celda en
Noviembre del 2008, lo que yo me atrevería a llamar la Caja de Pandora
se empezó finalmente a abrir en la estructura familiar y produjo
consecuencias dolorosas. La verdad muchísimas veces es difícil de
aceptar, pero también, y aquí cito el Nuevo Testamento, “la verdad nos
hará libres”. Y esa libertad para mi es importantísima.
Hubo censura, ¿me preguntas? ¿Con la publicación del libro? Yo creo
que sí. Y si nos regimos con la definición de la Real Academia Española,
creo que no es solo una percepción mía.
Te voy a dar uno de los ejemplos que ilustran como esa Caja de
Pandora se abriera por completo y sus contenidos quedaran desperdigados:
Durante la organización del material que vino a conformar el libro Mi cuerpo es una celda,
proyecto que como ya te expliqué, fue aprobado por los herederos de
Andrés Caicedo: mi padre, todavía vivo, y las tres hermanas, Alberto y
yo organizamos cientos de cartas y escritos de Andrés. Una de esas
cartas era dirigida al escritor Jaime Manrique, gran amigo de Andrés y
romántico admirador. (Andrés tuvo con él una estrecha correspondencia y
tanto lo admiraba como escritor que le pidió que fuera él el que firmara
la contraportada de la edición original de El Atravesado (publicada en
septiembre de 1975) A pesar de que fue Andrés el que la escribió. Esto
lo vine yo a saber muchísimos años después de la muerte de Andrés por
Jaime.
El hecho es que en esta carta en particular que a Alberto y a mí nos
pareció importante introducir, Andrés, escritor insaciable de largas
misivas, le escribe a Jaime una carta hablándole más que todo de cine y
de literatura pero comienza agradeciéndole por el interés y las
caricias de Jaime hacia él. Un párrafo muy respetuoso en el que el
joven Andrés, muy al estilo del siglo 19, le responde al interés
romántico de Jaime. El estilo es tan formal que yo para mí misma he
titulado esa carta como la correspondencia de Efraín a Efraín, y en esa
noche en particular estoy en una llamada por Skype con María Victoria y
Pilar y les estoy reportando nuestro avance y leyendo en voz alta la
carta en cuestión, y al unísono mis dos hermanas dicen que “bajo ningún
punto de vista” esa carta puede aparecer. Como te puedes imaginar, me
cogió de sorpresa. Te confieso que al principio no entendí: ¿Bajo
ningún punto de vista? ¿Por qué?, pregunté inocentemente Porque es de
“muy mal gusto.” Casi al unísono fue la respuesta. ¿Que, qué es de mal
gusto? Pregunté yo, y ellas respondieron que eran las “Caricias”, y yo
inmediatamente entendí la razón por el “mal gusto”. Recuerdo que les
pregunté que si “las caricias” hubieran sido entre Andrés y María no
serían de mal gusto? Pues no,! respondieron al unísono también. Como te
puedes imaginar, que esta expresión clara de un prejuicio homofóbico se
estuviera dando en el año 2008, por dos de las herederas del legado
literario de Andrés Caicedo, que a los 31 años de su muerte, alguien se
atreviese a juzgar a quien Andrés acariciara o no acariciara me
pareció profundamente triste.
Que Andrés, un hombre que tuvo tan pocos momentos felices en su vida,
que fue tan “desafortunado en el amor” como él mismo decía, imitando
una letra de ranchera, que Andrés, que siempre, y esta fue su
percepción, se sintió juzgado y censurado por la estructura familiar
siguiera siendo censurado después de muerto por acariciarse con un
hombre, pues allí la brecha se empezó a ensanchar y a pesar de múltiples
esfuerzos continúa bastante abierta. A pesar de muchos “encuentros” de
las tres por sostener un diálogo, María Victoria y Pilar continuaron con
su decisión, nunca aceptando que se debía a un prejuicio. La definición
de mal gusto continuó en correo va y correo viene.
La mayoría ganó, claro está, y yo la acepté, pero como les expresé a
mis hermanas, eso no quiere decir que la minoría no continúe con una
voz. Y esta es mi voz.
Y tres años después de la supresión de la carta, vine a ser informada
que “la familia” también había ejercido censura, suprimiendo la
dedicatoria total del libro El atravesado. En una de las
ediciones de Norma, el nombre de Guillermo Lemos fue suprimido. Porque a
alguien de la familia no le gustó que Andrés le hubiera dedicado el
libro al “ángel empantanado” . Así porque sí. Quien censura también se
siente con derecho a suprimir las musas de los escritores… Gracias a un
ángel guardián de la obra de Andrés, en la última edición de El
atravesado de Norma, la dedicatoria original apareció. Si estos dos
casos no se pueden considerar censura, mejor cambiemos el diccionario.
I.G: Fuguet dice también que “la familia de Andrés sufrió, por eso la admiro”.
R.C : Sí, la familia sufrió. Triste, muy triste porque si hay algo
en común entre nosotros es el amor que sentimos hacia Andrés. Lo que
sucede es que hay distintas formas de expresar ese amor, y la tristeza
se hace aún mayor cuando hay una serie de valores y de marcos de
referencia que lo hacen sentir a uno como si no existiera un idioma en
común. Ante la falta de un lenguaje compartido es imposible la
comunicación. Porque para mí, la censura a un legado literario es la
negación a la apertura moral e intelectual que todo ser humano debe
tener ante los profundos conflictos que el mundo nos presenta. Todos
tenemos prejuicios, TODOS, pero es nuestra obligación, creo yo, el
reconocerlos y confrontarlos.
I.G: Andrés experimentó ese prejuicio, esa censura de parte de la familia desde el principio?
R.C: Andrés percibió un ambiente de juicio y de censura y escribió
con gran profundidad sobre ello , y para una persona con ese grado de
hipersensibilidad, ese sentimiento lo marcó profundamente. En una carta
escrita por él a su hermana Pilar, Andrés describe lo que percibía
como la censura familiar así: …”es cómo si se tratara de calcar una
moral con otra, como si los puntos de vista y los estímulos fueran los
mismos. La única manera de controlar la moral de uno es controlar sus
actos y sus rumbos”.
I.G: Una de las cosas que me impacto de mi cuerpo es una celda
es que está dedicado a ti POR QUE esto? La dedicatoria : “ A mi
hermana Rosario, que se escapó de Cali y que no le importa la opinión de
los demás; con la que iba al cine y hablaba de cine; la que me acogió y
que me sigue escuchando, cuidando, protegiendo y defendiendo”. parece
confundir a muchas personas y tiene también una gran intensidad como si
desde el otro mundo se hubiera dejado escapar el deseo de Andrés de
dedicártelo.
R.C: Yo no tenía idea que el libro iba a ser dedicado a mí. Fue una
verdadera sorpresa. Me imagino que Alberto quiso mostrarme su
comprensión ante toda la experiencia vivida en común. Y él, claro, fue
testigo de todo lo que sucedió con la censura y las consecuencias que
trajo a la estructura familiar. Vale la pena añadir que Alberto expresó
su oposición a este acto de censura escribiéndole a mis hermanas varios
correos bastante elocuentes.
I.G: Basado en lo que yo he leído en mi cuerpo es una celda y en
todo lo que se ha escrito sobre andrés, emocionalmente eras la hermana
mas cercana, era una relación bastante especial
Evidentemente si….la causa inicial fue porque nos llevábamos menos
de año y medio. María Victoria y Pilar eran mucho más grandes… Además
entre Andrés y yo, desde que yo pueda recordar hubo una gran
compenetración emocional. Yo admiré siempre su mente tan brillante, tan
única, y siempre fuí consciente de su profunda vulnerabilidad.
I.G: ¿Qué sientes al ver que el interés por la obra de Andrés
Caicedo continúa vivo y que el 2013 fue otro año intensamente
caicediano?
R.C: Muy feliz. En el 2013 y en este 2014. En el 2013 se lanzó El atravesado en
su traducción al francés. Imagínate la alegría que sentí al enterarme
que el séptimo concurso de cuento en Colombia lleva su nombre. Que me
invitaron a Cali a participar en un conversatorio sobre su obra y pude
palpar el amor por sus palabras. Y ahora en el 2014 Alfaguara lanzó en
el Hay festival la nueva edición de sus cuentos. Y ¡Que viva la música! será lanzada en Inglaterra, Estados Unidos, España y Brasil. Y en Chile, como lo hemos mencionado, la nueva edición de Mi cuerpo es una celda
ya está en las librerias. Sus palabras están alcanzando nuevos
idiomas, sus palabras se universalizan, como las palabras de todo buen
escritor.
Quiero también decirte que cuando estuve en Colombia este pasado
noviembre, aproveché mi estadía para viajar. Hasta DOS QUEBRADAS en
Risaralda y visitar la única biblioteca en el país que se llama Andrés
Caicedo, una pequeña y hermosa biblioteca comunitaria donde los jóvenes
de Frailes Arte, los organizadores del bello lugar, sostuvieron
conmigo una conversación de 5 horas sobre la obra y vida de mi hermano y
sobre el amor por los libros. Esa experiencia, Iván, siempre la
recordaré: el sentir a Andrés profundamente vivo en un pequeño cuarto 36
años después de su desaparición. Sus palabras tan vivas y hermosas como
si acabaran de nacer. Bien sabemos que los buenos escritores nunca
mueren.
¿A que se refiere Alberto Fuguet al decir que el suicidio de
Andrés, justo el mismo día en que se publica ¡Que viva la música!,
algunos podrían considerarlo como un “performance”?
Primero que todo, Alberto, en su capítulo sobre Andrés y el libro Mi cuerpo es una celda,
cuestiona las múltiples interpretaciones del suicidio. Y yo, quiero
dejar eso muy en claro: el acto suicida es profundamente complejo, y
nadie que esté vivo puede tener una respuesta que honre su misterio.
Para hacer mi posición ante esto aún más tajante, quiero citar las
palabras de Frida Hughes, poeta y escritora inglesa e hija de una de las
más famosas suicidas del siglo XX; la maravillosa poeta y escritora
Sylvia Plath. Frida, ante tantas preguntas sobre el suicidio de su
madre ha contestado sabiamente: “yo no he querido que la muerte de
mi madre fuera conmemorada como si se hubiera ganado un premio. yo lo
que he querido es que su vida fuera celebrada”.
Y si alguien puede hablar algo del acto suicida como “obra de teatro”
sería ella: la hija de dos años junto con su hermanito de ocho meses
durmiendo en el mismo apartamento mientras su madre, después de haberles
puesto leche y galletas y de haber sellado la puerta de su cuarto,
mete su hermosa cabeza en el horno de gas y así muere de su propia mano.
Sylvia Plath de 31 años, muerta habiendo dejado no solo la leche y las
galletas y sus hijos vivos, sino un manuscrito de poemas perfectamente
organizado en su escritorio en un folder de color negro. ARIEL, el libro
póstumo que la lanzó a la fama. Una obra maestra. Su esposo, Ted
Hughes, poeta también, del cual estaba separada al tiempo de su muerte
debido a la infidelidad de él, se encargó de publicar el manuscrito, no
como ella lo organizó sino como él pensó que ella lo hubiera debido
organizar. Tomó 40 años para poder leer de verdad el ARIEL de Sylvia
Plath.
Gracias a su hija, que con su padre ya muerto, respetó los deseos de
una madre de la cual sólo conoció su mito: La Sylvia adorada por muchas
feministas dedicadas a atacar al mujeriego Ted Hughes gritándole¡
asesino! e intentando arrancar la lápida de la tumba de la poeta por
llevar el nombre de Hughes. Ves, le echan la culpa del suicidio a
Hughes por infiel! Jesús! Bastante simplista este análisis. Si la
infidelidad fuera motivo de suicidio, como le dije yo a una profesora de
literatura que se pasó una hora exponiendo su teoría de Hughes como
asesino, quedarían muy pocas mujeres en este mundo, ¿no cree?.
Suficiente entonces del suicidio y el performance. Dejemos ese misterio
como un misterio. Y respetemos su complejidad. Y celebremos entonces lo
que esos muertos que escogieron terminar sus vidas de su propia mano nos
dejaron como legado.
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