3.3.14

Muere Alain Resnais, gigante del cine francés

El director de Hiroshima mon amour El año pasado en Marienbad  ha fallecido en París.  A sus 91 años tenía una de las filmografías más importantes del cine europeo

Alain Resnais fotografiado en el festival de Cannes en 2012. / Reuters./elpais.com

Alain Resnais, decano de la Nouvelle Vague, movimiento al que no perteneció plenamente (como Agnés Varda, Jaques Demy o Chris Marker estaba más cerca de la llamada corriente de la Rive Gauche ) ha muerto en París a los 91 años. Tras él queda una filmografía repleta de títulos memorables, como Hiroshima mon amour, La guerra ha terminado u On connait la chanson. Hombre inclasificable y de contagiosa vitalidad, trabajó mucho más allá de la jubilación.
Resnais no ha cesado de experimentar a lo largo de su dilatada y prestigiosa carrera. Inclasificable, constantemente revolucionando el séptimo arte, acababa de recibir el premio Adolf Bauer en el festival Berlín, el que recompensa las obras que “abren nuevas perspectivas” al cine por su último trabajo, Amar, beber, cantar , que saldrá en las salas francesas a finales de mes. El cineasta, que preparaba ya su próxima película, murió a los 91 años el sábado por la noche, al día siguiente de la gala de los César, un galardón que recibió hasta en cinco ocasiones.
Resnais era la encarnación misma del cine francés, capaz de aunar una “inmensa popularidad con una notable exigencia artística”, según destacó en la radio pública la ministra de Cultura, Aurélie Filippetti. “Siempre estaba allí donde no se le esperaba (…) Incluso a los 91 años sabía abrir nuevas vías”, añadió, en referencia a su último trabajo. “Francia ha perdido a uno de sus mayores cineastas”, lamentó por su parte el presidente François Hollande. “Recibió todas las distinciones y todos los premios. Pero lo que contaba para él, siempre era la próxima creación”, concluyó.

Alain Resnais y Ellen Burstyn en el rodaje de Providence.

“Alain ya no está, somos todos huérfanos: el cine francés, el cine a secas”, reaccionó Gilles Jacob, presidente del Festival de Cannes, que recompensó al director en 2009 por el conjunto de su carrera, aunque nunca llegó a darle la prestigiosa Palma de oro. “Se ha pasado la vida buscando y encontrando. Está vivo”, añadió Jacob, quien reclamó unos funerales nacionales para el director, al igual que hizo Italia cuando murió Fellini. De no hacerlo, sería “un abandono de gloria”.
Alain ya no está, somos todos huérfanos: el cine francés, el cine a secas”, reaccionó Gilles Jacob
Nacido el 3 de junio de 1922 en Vannes, en la Bretaña francesa, donde su padre era farmacéutico, se inició adolescente al arte cinematográfico. Con tan solo 13 años realizó su primer corto metraje y en 1943 se inscribió en el IHEC, la escuela de cine, en la sección de montaje, una disciplina cuya maestría demostró primer en sus sucesivos cortos, como Van Gogh (1948), premiado con un Oscar, Guernica (1950), Les statues meurent aussi (1953) y le Chant du styrène (1958). Culminó con el documental La noche y la niebla (1956), verdadero pistoletazo de salida a su carrera.
Se estrenó a lo grande en el largometraje de ficción con su mítica Hiroshima, mon amour, basada en el guión de Marguerite Duras. Era la primera película en no respetar la narración lineal y lo consagró así como uno de los padrinos de la Nouvelle Vague. El propio Jean-Luc Godard admitiría más tarde sus celos por aquella revolucionaria película. A los dos años, siguió otra obra magistral, El año pasado en Marienbad (1961), escrita con el padre del Nouveau roman, Alain Robbe-Grillet, película misteriosa y provocadora por la que recibió el León de Oro de la Muestra de Venecia.
En 1963, volvió a un cine más político con Muriel, donde abordaba entre otros el espinoso tema de la tortura en Argelia, y en 1966 con La guerra ha terminado, con guion de Jorge Semprún, quien se inspiró en su exclusión dos años del Partido Comunista Español. En 1967, participó en la película colectiva Lejos de Vietnam, en solidaridad con el pueblo vietnamita.
Como destacaba este domingo el diario Liberation, es difícil encontrar en los archivos una mala crítica de Resnais: sus películas eran magistrales o “simplemente buenas”. En su extensa filmografía siguieron entre otros Te amo, te amo (1968), Staviski (1973), Providence (1976), Mi tío de América (1980), La vida es una novela (1983), Muerte al amor (1984), Mélo (1986), Smoking/No Smoking (1993) o su gran éxito, On connait la Chanson (1997). Más recientemente había realizado En la boca no (2003), Asuntos privados en lugares públicos (2006), Les herbes folles (2009), recompensada con el Premio Excepcional del Jurado de Cannes, y Vous n’avez encore rien vu (2012).
Muy querido por sus compañeros, elegante, educado, siempre amable, sonriente, amante de la cultura clásica como de la popular, en particular la estadounidense de los musicales y del tebeo, la avalancha de reacciones durante el día daban idea de la importancia de la pérdida. Un “devastado” Pierre Arditi, actor fetiche del cineasta a partir de los ochenta junto a su esposa Sabine Azéma y a André Dussollier, recordó en la televisión BMF que “nada se parece menos a una película de Resnais que otra película de Resnais, siempre estuvo experimentando sin nunca copiar lo hecho anteriormente”. Aunque sin duda la gran pena para los amantes del séptimo arte, como resumía el delegado general del Festival de Cannes, “no es tanto que haya muerto Alain Resnais, es que ya no habrá películas de Alain Resnais”.

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