5.3.14

La intimidad del gran explorador

La Biblioteca Nacional de Berlín presenta la edición restaurada de los diarios de Alexander von Humboldt, escritos a mano en sus años de exploración por América

Diarios de Alexander von Humboldt. /Preussischer./elmundo.es

"Desde mi juventud he soñado con pisar esta isla, y mi deseo creció más aún tras mi viaje con George Forster. [...] El célebre explorador de las islas paradisíacas de los mares del sur [...] contaba que el tiempo que había pasado en Tenerife le había resultado tan encantador como el de su estancia tahitiana". Estas anotaciones constan en el diario de Alexander von Humboldt con fecha de 19 de junio de 1799 y fueron escritas a la llegada de la corbeta Pizarro a Tenerife. "Un solo camino conduce al volcán. Es el que siguieron el padre Feuillée, Borda, M. Labillardière, Barrow y todos los viajeros que no han podido permanecer mucho tiempo en la isla", sigue tras unas páginas cuidadosamente arrancadas, dejando constancia del poder de evocación que, desde mucho antes de emprender su viaje, los paisajes de su ruta, ejercían en su imaginación.
Una vez en marcha, sin embargo, su imaginación fue sustituida por las anotaciones de un naturalista con visión científica, como podemos comprobar ahora en la Biblioteca Nacional de Berlín, que acaba de presentar la edición restaurada de los diarios Humboldt. Son más de 4.000 páginas manuscritas en sus años de exploración por América, una colección recientemente adquirida por la Fundación del Patrimonio Prusiano, por una suma no revelada, a uno de los descendientes del naturalista y explorador Ulrich von Heinz, su legítimo propietario.
Dado lo elevado de la suma, la adquisición se ha hecho contando con fondos públicos y además con donativos privados, con el fin de que los diarios pasasen a engrosar el patrimonio nacional a pesar de que la austeridad de Merkel ponía serios obstáculos a la compra de lo que aquí se considera el testimonio del 'segundo descubrimiento de América'.
"El valor de los diarios sobre el Continente Americano de Alexander von Humboldt es incalculable", en opinión del historiador de arte y experto que negoció el retorno a Berlín de esos históricos documentos, el Conde Cristoph Douglas. "Para mí, como alemán, Alexander von Humboldt es el polo opuesto del nazismo en Alemania, y muestra que hay otra personalidad alemana que es la más íntegra y fascinante del siglo XIX", señala.
 
 
"Alexander von Humboldt tenía una gran curiosidad científica y quería saber de todo sobre las culturas azteca, maya e inca, que no fueron valoradas por los españoles, ya que éstos sólo estaban interesados en lo material, el oro, pero no en el arte y la cultura que ahí floreció", dice el Conde, subrayando la "nueva mirada" del naturalista sobre las culturas aborígenes y sobre la riqueza biológica del continente. En los diarios, de hecho, hay dibujos sobre obras de arte de las culturas locales, así como de especies desconocidas hasta entonces y un sinfín de mediciones geográficas.
En la adquisición de estos diarios estuvieron interesados la Librería del Congreso de Estados Unidos, ya que Von Humboldt estuvo también durante ese viaje en Estados Unidos y se reunió con el presidente Thomas Jefferson, y la ciudad de París, que también los quería porque en parte están escritos en francés. Los propietarios de los diarios, descendientes de Von Humboldt, Christine y Ulrich Heinz, se inclinaron finalmente por la opción de Alemania, tras unas negociaciones de dos años de duración.
Todavía no han sido estudiados en su totalidad. La Universidad Humbolt en Berlín y la de Potsdam están elaborando un amplio programa para analizarlos, pero de entrada los consideran mucho más completos que su obra más famosa, 'Voyage aux régions équinoxiales du Nouveau Continent', ya que esta se refiere solamente a dos tercios de su expedición.
Humboldt partió en 1799 de la ciudad española de La Coruña (noroeste) en una aventura que se prolongó durante cinco años por Cuba, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, México y Estados Unidos. Las anotaciones sufrieron su propia odisea tras el fin de la II Guerra Mundial, ya que en 1945 quedaron confiscadas por el Ejército soviético y fueron trasladadas a la Biblioteca Lenin de Moscú. Regresaron a Berlín en 1959, dentro de una gran acción de restitución de textos, pero quedaron bajo tutela de las autoridades germano-orientales hasta que tras la reunificación alemana (1990) fueron restituidas a los herederos del explorador. A partir de hoy quedan expuestos al público y de forma definitiva en poder del Estado alemán.

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