La Biblioteca Nacional de Berlín presenta la edición restaurada de los diarios de Alexander von Humboldt, escritos a mano en sus años de exploración por América
Diarios de Alexander von Humboldt. /Preussischer./elmundo.es
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"Desde mi juventud he soñado con pisar esta isla, y mi deseo creció
más aún tras mi viaje con George Forster. [...] El célebre explorador de
las islas paradisíacas de los mares del sur [...] contaba que el tiempo
que había pasado en Tenerife le había resultado tan encantador como el
de su estancia tahitiana". Estas anotaciones constan en el diario de Alexander von Humboldt
con fecha de 19 de junio de 1799 y fueron escritas a la llegada de la
corbeta Pizarro a Tenerife. "Un solo camino conduce al volcán. Es el que
siguieron el padre Feuillée, Borda, M. Labillardière, Barrow y todos
los viajeros que no han podido permanecer mucho tiempo en la isla",
sigue tras unas páginas cuidadosamente arrancadas, dejando constancia
del poder de evocación que, desde mucho antes de emprender su viaje, los
paisajes de su ruta, ejercían en su imaginación.
Una vez en marcha, sin embargo, su imaginación fue sustituida por las
anotaciones de un naturalista con visión científica, como podemos
comprobar ahora en la Biblioteca Nacional de Berlín, que acaba de
presentar la edición restaurada de los diarios Humboldt. Son más de 4.000 páginas manuscritas en sus años de exploración por América,
una colección recientemente adquirida por la Fundación del Patrimonio
Prusiano, por una suma no revelada, a uno de los descendientes del
naturalista y explorador Ulrich von Heinz, su legítimo propietario.
Dado lo elevado de la suma, la adquisición se ha hecho contando con fondos públicos y además con donativos privados,
con el fin de que los diarios pasasen a engrosar el patrimonio nacional
a pesar de que la austeridad de Merkel ponía serios obstáculos a la
compra de lo que aquí se considera el testimonio del 'segundo
descubrimiento de América'.
"El valor de los diarios sobre el Continente Americano de Alexander
von Humboldt es incalculable", en opinión del historiador de arte y
experto que negoció el retorno a Berlín de esos históricos documentos,
el Conde Cristoph Douglas. "Para mí, como alemán, Alexander von Humboldt es el polo opuesto del nazismo en Alemania, y muestra que hay otra personalidad alemana que es la más íntegra y fascinante del siglo XIX", señala.
"Alexander von Humboldt tenía una gran curiosidad científica y quería saber de todo sobre las culturas azteca, maya e inca,
que no fueron valoradas por los españoles, ya que éstos sólo estaban
interesados en lo material, el oro, pero no en el arte y la cultura que
ahí floreció", dice el Conde, subrayando la "nueva mirada" del
naturalista sobre las culturas aborígenes y sobre la riqueza biológica
del continente. En los diarios, de hecho, hay dibujos sobre obras de arte de las culturas locales, así como de especies desconocidas hasta entonces y un sinfín de mediciones geográficas.
En la adquisición de estos diarios estuvieron interesados la Librería del Congreso de Estados Unidos, ya que Von Humboldt estuvo también durante ese viaje en Estados Unidos y se reunió con el presidente Thomas Jefferson, y la ciudad de París,
que también los quería porque en parte están escritos en francés. Los
propietarios de los diarios, descendientes de Von Humboldt, Christine y
Ulrich Heinz, se inclinaron finalmente por la opción de Alemania, tras
unas negociaciones de dos años de duración.
Todavía no han sido estudiados en su totalidad. La Universidad
Humbolt en Berlín y la de Potsdam están elaborando un amplio programa
para analizarlos, pero de entrada los consideran mucho más completos que
su obra más famosa, 'Voyage aux régions équinoxiales du Nouveau
Continent', ya que esta se refiere solamente a dos tercios de su
expedición.
Humboldt partió en 1799 de la ciudad española de La Coruña (noroeste)
en una aventura que se prolongó durante cinco años por Cuba, Venezuela,
Colombia, Ecuador, Perú, México y Estados Unidos. Las anotaciones sufrieron su propia odisea tras el fin de la II Guerra Mundial, ya que en 1945 quedaron confiscadas por el Ejército soviético y fueron trasladadas a la Biblioteca Lenin de Moscú. Regresaron a Berlín en 1959,
dentro de una gran acción de restitución de textos, pero quedaron bajo
tutela de las autoridades germano-orientales hasta que tras la
reunificación alemana (1990) fueron restituidas a los herederos del
explorador. A partir de hoy quedan expuestos al público y de forma
definitiva en poder del Estado alemán.
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