El territorio de la Novela: La Imaginación
La buena literatura tiene que estar escrita bajo el desgobierno de la pasión, asegura Nélida Piñón, la escritora brasileña y miembro del jurado que elegirá mañana la obra ganadora de la I Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, en Lima.
Detalle de la fotografía del libro El desbarrancadero, de Fernando Vallejo./elpais.com |
Así
empezó ayer la segunda jornada de esta cita literaria. Buen comienzo.
Piñón decía esto a la hora del desayuno, al hilo de que hoy en día se
escriben muy buenos libros, con grandes argumentos, estructuras
originales, comprometidos con el mundo contemporáneo y todo lo que en
teoría y cerebralmente debería tener una buena novela. Una incluso que
en un primer momento puede ser bien recibida pero, realmente, no será
recordada años después si no ha sido escrita con pasión. "Y eso
el lector lo nota. Intuye que a esa perfección le falta algo". Se llama
corazón, alma, un texto en el cual se nota si el autor se ha enamorado
de su libro más allá de las ideas que quiere contar.
Eso se reflejó luego, y sin querer, en la mesa redonda La novela latinoamericana: balance y perspectivas,
con los escritores peruanos Pedro Novoa y Raúl Tola y el representante
del Instituto Caro y Cuervo, de Colombia, Camilo Hoyos. Ellos, sin saber
lo que piensa Nélida Piñón, le dieron la razón cuando hablaron del
impacto que produjo y produce en los lectores los libros de la
generación del boom latinoamericano que marcó la literatura en español
de la segunda mitad del siglo XX. Novelas que buscaban contener el
mundo, denunciar o comprometerse con tantas cosas pero en las que
palpita la pasión por lo escrito y por el propio arte de la escritura,
por la estética y la belleza. Ahí reside parte del secreto del éxito de
esa generacón irrepetible que Raúl Tola escenificó al contar aquel
momento en que siendo joven escuchó a un cuentacuentos representando el
relato El ahogado más hermoso del mundo, de Gabriel García
Márquez. "Un relato breve, perfecto, y que emociona". Leyó, entonces, un
pasaje del cuento mientras el auditorio escuchaba y veía entregado en
esas palabras la belleza de la literatura.
Pasada la época del parricidio, lo que hay que hacer ahora, según Pedro Novoa, es entregarse al canibalismo.
"Aprovechar todo de esos padres literarios, devorarlos". Sobre todo
porque en una segunda lectura el deslumbramiento es otro y se saca más
provecho, completó Raúl Tola.
Ahora las novelas latinoamericanas están centradas en mundos más
personales. Si aquella literatura pudo tener alguna influencia de las
técnicas cinematograficas, la actual puede estar siendo
permeable a las series de televisión que se muestran más arriesgadas a
la hora de narrar una historia, coincidieron Hoyos y Tola.
El otro punto que destacaron fue la crónica. Ese género
periodístico y literario que implica al autor en el hecho narrado porque
su anclaje está en la verdad, en la realidad. Esa es una de las grandes
señas de identidad de la literatura latinoamericana de los útimos años para los tres ponentes.
El tema de la violencia fue el tercer aspecto reseñado. La manera en
que las diferentes y difíciles situaciones vividas en los países
latinoamericanos debido a la guerrilla, el paramilitarismo o las drogas y
el narcotráfico han cambiado el tejido social, político y cultural de
varios países.
La noche fue para la Crónica y la narrativa autobiográfica,
con Rosa Montero, Piedad Bonnett, Leila Guerriero y Alberto Salcedo
Ramos. La reflexión que los acompañó todo el tiempo y quedó en el aire
fue la que habla, pregunta, de hasta qué punto lo real es real.
Lo vivimos todos todos los días con nuestras propias vidas. La realidad
es la suma del acontecer y de como recordamos las cosas y de como
queremos recordarlas, crearlas. Lo hacemos todo el tiempo. Una
cosa es el hecho concreto y objetivo y otra la manera como vestimos ese
hecho. Y la literatura de no ficción y el periodismo están forjados de
ese material. Eficacia y belleza son los objetivos de los autores.
Eficacia para encontrar la mejor manera de contar y belleza para dar
con la tecla que seduzca al lector. Todos estuvieron de acuerdo en que
la crónica periodística también puede ser literatura.
Y se hacen presentes, resuenan, las palabras con que de Nélida Piñón había empezado el día, de que
la buena literatura debe estar marcada por el desgobierno de la pasión,
y el escritor debe ser una especie de figura mercurial que asume cada
uno de los personajes en el momento de escribir sobre ellos, de encarnarlos. La autora brasileña, entonces, cita a Flaubert cuando dijo: "Yo soy Madame Bovary".
DÍA 3: La jornada de hoy tendra los sigueintes temas: Escribir literatura en un mundo tecnológico (Abelardo Sánchez León, Fernando Iwasaki, JJ Armas Marcelo y Piedad Bonnett), La nueva narrativa latinoamericana (Edmundo Paz-Soldán, Guillermo Niño de Guzmán, Santiago Roncagliolo y Sergio Ramírez), Vivir para escribir (Gabriel Wiener, Javier Cercas, Jeremías Gamboa y Leila Guerriero) y La creación literaria en el mundo contemporáneo (Arturo Fontaine, Edmundo Paz-Soldán, Héctor Abad Faciolince y Gustavo Faverón).
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