Desde que la Universidad de Coímbra fuese declarada Patrimonio Universal de la Humanidad el pasado junio, la ciudad ha visto incrementado el turismo un veinticinco por ciento. La preservación y el acceso libre al conocimiento centran el debate de la conmemoración
Una imagen del rico interior barroco de la biblioteca de la Universidad de Coímbra, que cumple 500 años UC./lavanguardia.com |
Desde
la creación de las universidades y de la imprenta en la Baja Edad
Media, las bibliotecas universitarias han sido depositarias del saber de
occidente tras hacer del libro la unidad de conocimiento a preservar y
difundir. La celebración de los 500 años de la Biblioteca de la Universidad de Coímbra
se centra en el debate sobre la actualidad de las bibliotecas en
tiempos de internet e incide en la importancia de la preservación y
difusión del patrimonio cultural como base para la formación de
ciudadanos libres y críticos.
El primer documento, conocido a día de hoy, que certifica la existencia de la Casa da Livraria de la Universidad, data del 12 de febrero de 1513. Con una colección de más de dos millones de libros, manuscritos e incunables, la Biblioteca es hoy la mayor de los países de habla portuguesa. Desde que la Universidad fuese considerada Patrimonio Universal de la Humanidad
por la Unesco, las visitas de turistas, que antes de la nominación
rondaban los 100.000 visitantes anuales, se incrementaron un 25%.
José Augusto Bernardes, director de la institución, afirmó, para LaVanguardia.com,
que “las bibliotecas universitarias constituyen el corazón de las
propias universidades. Desempeñan un papel aglutinador, contribuyendo en
la construcción de una identidad más vasta que supera la pertenencia a
una facultad o departamento”.
Para Bernardes,
“el futuro de una Biblioteca no dispensa su pasado”. Parte de este
pasado está formado, entre otras joyas, por un ejemplar de la Biblia Hebraica, un manuscrito de inicios del siglo XVI, un ejemplar de la primera edición de Los lusiadas de Camões, por el Livro dos Planetas,
copiado por un monje a inicios del XVII y los legados de Almeida
Garrett y D. Carolina Michaellis de Vasconcellos. Parte de su futuro
pasa, asimismo, por la digitalización para hacer accesible los fondos a
más público.
Universidad y comercio del conocimiento
Dentro
del marco de las conmemoraciones por los 500 años, ha tenido lugar un
congreso sobre las bibliotecas universitarias que contó con
especialistas de todo el mundo. El emérito profesor Vítor Manuel Aguiar e
Silva incidió, en una intervención llamada la ‘República de las
Letras’, que las universidades se tenían que libertar a los alumnos y
recalcó que los actuales modelos de enseñanza basados en la producción y
en la profesionalización creaban mejores proletarios, no individuos.
Precisamente
Robert Darnton, profesor de la Universidad de Harvard, cerró el
congreso tras hablar de democratizar el acceso al conocimiento después
de denunciar la tendencia a la comercialización del mismo. Darnton puso
como ejemplo las revistas especializadas que restringen el acceso a
subscripciones con cuotas, para las bibliotecas, que pueden superar los
25.000 dólares. El profesor acentuó, de esta manera, la necesidad de
abrir el conocimiento y puso como ejemplo el conocido caso de Google
books, que, bajo la pretensión de difundir los libros de diferentes
universidades tras digitalizarlos gratis, intentaron hacer negocio. Lo
que desembocó en una serie de litigios que terminaron por frenar a
Google. La respuesta de Darnton junto con otras universidades fue crear
la Digital Public Libray of America
(DPLA). El proyecto cuenta con una colección de más de un millón y
medio de libros digitalizados libres de derechos de autor. La intención,
según Darnton es poder ofrecer todo el catálogo disponible. Para poder
hacerlo se aferran al uso honesto del material digitalizado,
interpretación jurídica que podría abrir una ventana a la difusión de
libros con derechos de autor.
Lo que se debate, en términos popperianos,
es el modelo de sociedad sobre el que se quiere sostener el
conocimiento, a saber, cerrado o abierto. Y, por consiguiente, el modelo
de negocio asociado. Si concedemos que el saber es la base de cualquier
actitud crítica con miras de libertad, el fácil acceso al mismo es un
requisito imprescindible para tener una sociedad democrática. Ahí es
precisamente donde recae uno de los puntos sobre la vigencia e
importancia de las bibliotecas, de la cultura y el papel de las
humanidades en la sociedad del conocimiento. Funcionan, o deberían
funcionar, al promover, y no sólo de manera intencionada, la formación
crítica de una sociedad. En Portugal, uno de esos focos de formación,
desde hace 500 años, pasa por la Universidad de Coímbra.
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