2.7.13

La segunda vida de los escritores

Primero fue Philip Roth, en noviembre del año pasado; hace pocos días, Alice Munro. (Algunos han querido ver un gesto similar en el Nobel húngaro Imre Kertész, pero todo indica que ese caso y sus motivaciones -la enfermedad, el agotamiento de los temas que siempre ha tocado- son diferentes.)


Philip Roth se jubila como escritor y no escribe más.

Alice Munro sigue la decisión de no escribir más./adncultura.com
El estadounidense Roth, de 80 años, y la canadiense Munro, de 81, han anunciado que dejarán de escribir. No más novelas, no más libros nuevos. El anuncio fue noticia en los diarios del mundo. Pero llamarlo "anuncio" es dotar al hecho de una pompa que no tuvo. Entrevistados por medios periodísticos, ambos fueron entrando en un clima introspectivo hasta llegar a una conclusión que manifestaron con toda naturalidad: ya no tenían ganas de escribir, y no pensaban seguir haciéndolo. ¿Gesto de coquetería?, ¿cansancio vital?, ¿falta de ideas? No lo parece.
Alice Munro le confió al National Post de su país que Mi vida querida , su libro más autobiográfico, podía ser también el último. "Probablemente no vuelva a escribir", dijo sin dramatismos. Agregó que estaba contenta con la decisión y que no se trataba de que no sintiera amor por la literatura sino que, simplemente, "llega una etapa en la que una piensa sobre su propia vida de manera diferente. Y tal vez -proponía al periodista que la entrevistaba- cuando usted tenga mi edad no desee estar tan solo como debe estarlo un escritor. Acaso en el final de la vida uno se vuelve más sociable. Los escritores viven vidas solitarias". Roth lo planteó con su estilo astringente pero, al igual que Munro, sin rencores ni melancolías. Promediaba la entrevista para la revista francesa Les Inrockuptibles cuando, ante la pregunta acerca de si todavía sentía deseos de escribir, fue soltando progresivamente: "No. De todas maneras, no tengo la intención de escribir en los próximos diez años. Para decir la verdad, terminé. Némesis va a ser mi último libro. Le he dado mi vida a la novela. La estudié, la enseñé, la escribí y la leí, con exclusión de prácticamente todo lo demás. Es suficiente".
A Munro y a Roth se los ha despedido con cierta tristeza. Como si la decisión (a la que, por otra parte, sólo los ata un puñado de palabras y la fuerza de su deseo, nada irreversible) no fuera el final de una etapa sino el final a secas. La frescura de Munro y la lucidez de Roth alejan todo desasosiego. Dijo Munro: "Estoy muy feliz con el modo en que sucedieron las cosas. He sido muy afortunada". Y Roth: "A los 74 años decidí releer las novelas que amaba cuando tenía 20 o 30. Cuando terminé, decidí releer todos mis libros. Quería saber si había desperdiciado mi tiempo escribiendo. Y decidí que lo había hecho bastante bien. Al final de su vida el boxeador Joe Louis dijo: ´Hice lo mejor que pude con lo que tenía'. Eso es exactamente lo que diría sobre mi trabajo".

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