La ministra de Cultura habla sobre sus planes para ampliar la oferta cultural del país
La ministra de Cultura, Mariana Garcés, señaló que cada una de las casas gratis que está entregando el Gobierno viene con una pequeña colección de libros./eltiempo.com |
¿Por qué la Academia recibió tan mal la nueva ley que
destraba el rescate de los tesoros sumergidos en aguas colombianas? ¡Esa
legislación llevaba cuatro naufragios en el Congreso!
No es apropiado hablar de tesoros, sino de patrimonio cultural
sumergido. No tener legislación implicó para Colombia unos desgastes y
sobre todo unos riesgos muy grandes. Por cuenta de ello, la Sea Search
Armada tiene demandado al Estado colombiano por 17.000 millones de
dólares por el supuesto incumplimiento de un contrato con el Gobierno
para recuperar el galeón San José, un buque que esa empresa anunció
haber encontrado cerca de Cartagena, en 1982, y que se cree contiene una
valiosa carga. Con la nueva legislación nos evitaremos ese tipo de
desgastes jurídicos.
¿Todo lo sumergido en un galeón no se considera patrimonio?
La Academia critica que a los buscadores de tesoros se les pagará con el
50 por ciento de lo que no sea considerado como tal…
El Ministerio de Cultura considera que todo es patrimonio, con
excepción –bajo el criterio de repetición– de aquellas cosas que
tuvieron valor de cambio, como lingotes de oro y plata, monedas y
piedras preciosas en su estado natural.
¿Pero una moneda antigua de oro no es un tesoro?
Evidentemente tiene un valor. Pero, bajo el criterio de repetición,
¿qué hacemos en un museo con 50.000 monedas iguales? Nunca he entrado a
un museo del mundo en el que haya un salón de los lingotes. Hay que
liberarse de ciertos fundamentalismos. En una fase de exploración
veremos si es prudente el rescate, porque no siempre lo es. Los
procedimientos para un rescate marino son complejísimos. Se requieren
unas piscinas para sacar lo sumergido a la superficie bajo mecanismos
técnicos muy sofisticados.
¿De cuántos hundimientos de galeones estamos hablamos?
Supuestamente de 1.300, según algunos historiadores. Entre 5 y 7 pueden tener cargamentos importantes.
¿La propiedad de la carga no la puede alegar el país de donde procedía el tesoro?
Colombia no suscribe la Convención de la Unesco porque no acoge el
criterio de abanderamiento. Las cargas no pertenecen al país cuya
bandera tiene la embarcación hundida ni al sitio de procedencia de la
nave sino al país dueño de las aguas en las que esta naufragó. De lo
contrario, eso significaría que sobre aquellos barcos que venían del
Perú, con bandera española, hundidos en nuestras aguas, no tendríamos
derecho. Ese patrimonio cultural hoy no lo disfruta nadie. Ni se sabe
qué hay ni cuáles son sus dimensiones. Muchos tienen solo interés
arqueológico, científico o histórico. Primero exploraremos, veremos si
es prudente rescatar, y, si es así, lo haremos siempre dentro de un plan
de manejo arqueológico.
¿Cómo sabemos que no se han robado ya parte del patrimonio sumergido?
Pues hay rumores y mucho temor de que eso esté pasando. Que entran
ilegalmente y se llevan todo, incluso lo que a la luz de la ley es
patrimonio. En muchas partes del mundo ha pasado por ausencia de
legislación.
¿Es cierto que por el motivo de ser privado, objetó una ley que le daba recursos al Museo de Arte Moderno de Bogotá?
Ese no fue el criterio. El Museo de Arte Moderno es una institución
muy importante para Bogotá y para el país. Una ley de honores incluyó un
artículo que contemplaba que “podrá acceder a recursos por 40.000
millones de pesos”. Pero no es el Museo de Arte Moderno el único que
necesita recursos; también el de Cartagena, el de Barranquilla, el de
Pereira, el de Cali. Todos. Entonces, ¿por qué pedalear una ley que
amarra al Ministerio para beneficiar a una sola institución? Además, la
iniciativa en el gasto la debe tener el Ministerio de Cultura. Las
prioridades de inversión en cultura no las deben trazar desde el
Congreso. Y la prioridad de la inversión debería ser para el Museo
Nacional de Colombia. Por eso objeté la ley, sin desconocer que Gloria
Zea ha hecho una contribución a la cultura inmensa.
El Museo Nacional también podría despertar los celos de otras ciudades…
No, porque es de todos los colombianos, hace parte del Ministerio de
Cultura y su situación actual es muy precaria. Hoy tiene gran parte de
su valiosa colección embodegada.
¿El predio del colegio y la universidad vecinos al fin lo van a comprar?
El panóptico donde está el museo no es del Ministerio ni del
Gobierno, es de la Lotería de Cundinamarca, y ese espacio hay que
comprarlo para que sea del museo, lo mismo que los lotes de los centros
educativos vecinos. Eso no se ha podido hacer porque tenían una
capacidad de negociar muy fuerte: creían que ese terreno era de ellos.
Exigían que les compráramos las instalaciones viejas, se las pagáramos,
les compráramos otro lote y les construyéramos las edificaciones nuevas.
Casa, carro y beca. Hoy se sabe que esos lotes son de la Lotería, y a
ellos los pueden sacar, igual que a nosotros. Necesitamos 45.000
millones para hacernos a todo el lote. A todo el mundo le interesa que
el Museo Nacional de Colombia crezca.
Bibliotecas: ¿cómo vamos en el tema?
El proyecto es que para el 2014 estaremos entregando 100 bibliotecas,
41 de ellas este año, en municipios de consolidación. Nadie entiende la
dimensión de eso. Además, cada casa gratis que está entregando el
Gobierno viene dotada con una pequeña colección de libros.
¿Cómo logró que el exministro Vargas Lleras les metiera los libros en las casas?
El Ministerio entrega las casas y yo entrego nueve libros por casa.
La cajita incluye libros prácticos que enseñan cómo ampliar la vivienda,
los servicios públicos, cómo ser un buen ciudadano, cómo convivir en
comunidad, cómo arreglar las cosas. Hay otro que orienta sobre trámites
para sacar la cédula, registrar a un niño, sacar la libreta militar.
Otro con recetas de cocina para preparar con los ingredientes que hay en
las alacenas de las familias de los estratos uno y dos. Otro contiene
las biografías de nueve colombianos sobresalientes que a punta de
esfuerzo han logrado lo que quieren. Y el resto son de literatura. Hay
libros para niños, jóvenes, adultos, poesía… Eso es una preciosura. Y el
último es el álbum de familia, para que peguen fotos, hagan dibujos y
tengan memoria familiar. La biblioteca pública de ese municipio les
enseña a esas familias a usar sus libros.
¿Qué es lo que más la ha llenado de satisfacción recientemente?
Que la Unesco reconociera las fiestas de San Pacho, en el Chocó, como
parte del patrimonio inmaterial de la humanidad. Eso ha crecido la
dignidad de los chocoanos.
Hay quienes dicen que usted, como buena caleña, ha jalado mucho las inversiones del Ministerio hacia su ciudad…
Desde luego que a Cali le he trabajado, sin que pueda decirse que al
resto del país no. Fue una ciudad culturalmente muy importante para
Colombia en los años 60. Y después de pensar mucho en cómo devolverle
esa importancia, decidimos entregarle la oportunidad de hacer una gran
bienal de danza. Será en noviembre. Incluirá danzas folclóricas, urbanas
y contemporáneas.
¿Cómo hace para estirar el Ministerio de Cultura, que sigue siendo el más pobre de todos los ministerios?
Pues le cuento que en eso hemos mejorado mucho. Gracias a que hemos
dado unas peleas legislativas que fueron estructurantes para el sector.
Por ejemplo, la Ley del Espectáculo Público, que si los alcaldes y las
ciudades la usan bien, por fin tendrán recursos para infraestructura
cultural importante. El Ministerio recauda ese fondo y se lo devuelve al
municipio que lo generó. ¿Sabe cuánto le devolvimos a Medellín por
traer a Madonna? Casi 5.000 millones de pesos. Paul McCartney le dejó
Bogotá otro tanto. Ahora los artistas internacionales vienen por
montones a Colombia.
Pero sigue siendo difícil que presten los estadios para esos espectáculos…
Hay que seguir dando la pelea porque los estadios son espacios
públicos entregados a los clubes privados de fútbol. No tengo nada
contra el fútbol, pero los estadios hay que compartirlos. De lo que más
carece el país es de una infraestructura cultural seria.
Cuénteme del proyecto del Teatro Colón. ¿Es cierto que se va a ampliar más?
El proyecto que encontré para su remodelación empezó por el lado del
público, lo cual me pareció extraño. Los teatros se remodelan primero
por el lado del escenario, que es donde están los artistas. Pero era la
apuesta del momento. A medida que el proyecto fue avanzando, todos los
asesores coincidieron en mejorar el proyecto inicial.
¿Mejorarlo? ¿Cómo?
Creemos que Bogotá no tiene un gran teatro de producción. Tiene
muchos teatros pequeños y otros de alquiler. Y sentimos que hay oficios
tradicionales del teatro que se están perdiendo. Hay que rescatarlos. No
hay derecho a que la Sinfónica Nacional no tenga una sede. ¿Cuál es el
Teatro Colón que queremos? Concluimos que debería convertirse en un
teatro de producción, con cosas que se puedan exportar. Trajimos a
muchísimos expertos. La conclusión fue que lo patrimonial debe
conservarse, pero que el escenario tiene que cambiar. El sector donde
está el Colón es muy importante para la cultura de Bogotá. Están la Luis
Ángel Arango, el Museo Botero, el Centro García Márquez… De ahí surgió
la idea de comprar las casas que están al lado del teatro para montar el
Museo del siglo XIX y para hacer, en los otros lotes-casas que no son
de conservación patrimonial, el gran proyecto de las salas de producción
del Teatro Colón de Bogotá.
Pero el Colón seguirá siendo el Colón…
Sí, con conectividad con esos nuevos espacios, que consisten en una
sala de ensayo para la Sinfónica Nacional y una serie de talleres que,
mediante un concurso internacional, fabricarán vestuario, escenografía,
utilería, zapatería, pelucas... todo lo que implica la vida de un
teatro. Extenderemos el proyecto hasta la Estación de la Sabana, porque
su arquitectura es hermosa, aunque los bogotanos poco van por allá.
Ya veo por qué dicen que usted es una de las ministras más ‘remangadas’ del gabinete…
Me gusta mucho lo que hago, pero lo que más me gusta es que el cargo tiene fecha de vencimiento.
¿Y cuando se vence: el próximo agosto o dentro de cuatro años?
(Risas). Eso sí lo tendrá que decir el Presidente.
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