13.7.13

Garcés: "No tener ley de patrimonio sumergido era un riesgo"

La ministra de Cultura habla sobre sus planes para ampliar la oferta cultural del país

La ministra de Cultura, Mariana Garcés, señaló que cada una de las casas gratis que está entregando el Gobierno viene con una pequeña colección de libros./eltiempo.com

¿Por qué la Academia recibió tan mal la nueva ley que destraba el rescate de los tesoros sumergidos en aguas colombianas? ¡Esa legislación llevaba cuatro naufragios en el Congreso!
No es apropiado hablar de tesoros, sino de patrimonio cultural sumergido. No tener legislación implicó para Colombia unos desgastes y sobre todo unos riesgos muy grandes. Por cuenta de ello, la Sea Search Armada tiene demandado al Estado colombiano por 17.000 millones de dólares por el supuesto incumplimiento de un contrato con el Gobierno para recuperar el galeón San José, un buque que esa empresa anunció haber encontrado cerca de Cartagena, en 1982, y que se cree contiene una valiosa carga. Con la nueva legislación nos evitaremos ese tipo de desgastes jurídicos.
¿Todo lo sumergido en un galeón no se considera patrimonio? La Academia critica que a los buscadores de tesoros se les pagará con el 50 por ciento de lo que no sea considerado como tal…
El Ministerio de Cultura considera que todo es patrimonio, con excepción –bajo el criterio de repetición– de aquellas cosas que tuvieron valor de cambio, como lingotes de oro y plata, monedas y piedras preciosas en su estado natural.
¿Pero una moneda antigua de oro no es un tesoro?
Evidentemente tiene un valor. Pero, bajo el criterio de repetición, ¿qué hacemos en un museo con 50.000 monedas iguales? Nunca he entrado a un museo del mundo en el que haya un salón de los lingotes. Hay que liberarse de ciertos fundamentalismos. En una fase de exploración veremos si es prudente el rescate, porque no siempre lo es. Los procedimientos para un rescate marino son complejísimos. Se requieren unas piscinas para sacar lo sumergido a la superficie bajo mecanismos técnicos muy sofisticados.
¿De cuántos hundimientos de galeones estamos hablamos?
Supuestamente de 1.300, según algunos historiadores. Entre 5 y 7 pueden tener cargamentos importantes.
¿La propiedad de la carga no la puede alegar el país de donde procedía el tesoro?
Colombia no suscribe la Convención de la Unesco porque no acoge el criterio de abanderamiento. Las cargas no pertenecen al país cuya bandera tiene la embarcación hundida ni al sitio de procedencia de la nave sino al país dueño de las aguas en las que esta naufragó. De lo contrario, eso significaría que sobre aquellos barcos que venían del Perú, con bandera española, hundidos en nuestras aguas, no tendríamos derecho. Ese patrimonio cultural hoy no lo disfruta nadie. Ni se sabe qué hay ni cuáles son sus dimensiones. Muchos tienen solo interés arqueológico, científico o histórico. Primero exploraremos, veremos si es prudente rescatar, y, si es así, lo haremos siempre dentro de un plan de manejo arqueológico.
¿Cómo sabemos que no se han robado ya parte del patrimonio sumergido?
Pues hay rumores y mucho temor de que eso esté pasando. Que entran ilegalmente y se llevan todo, incluso lo que a la luz de la ley es patrimonio. En muchas partes del mundo ha pasado por ausencia de legislación.
¿Es cierto que por el motivo de ser privado, objetó una ley que le daba recursos al Museo de Arte Moderno de Bogotá?
Ese no fue el criterio. El Museo de Arte Moderno es una institución muy importante para Bogotá y para el país. Una ley de honores incluyó un artículo que contemplaba que “podrá acceder a recursos por 40.000 millones de pesos”. Pero no es el Museo de Arte Moderno el único que necesita recursos; también el de Cartagena, el de Barranquilla, el de Pereira, el de Cali. Todos. Entonces, ¿por qué pedalear una ley que amarra al Ministerio para beneficiar a una sola institución? Además, la iniciativa en el gasto la debe tener el Ministerio de Cultura. Las prioridades de inversión en cultura no las deben trazar desde el Congreso. Y la prioridad de la inversión debería ser para el Museo Nacional de Colombia. Por eso objeté la ley, sin desconocer que Gloria Zea ha hecho una contribución a la cultura inmensa.
El Museo Nacional también podría despertar los celos de otras ciudades…
No, porque es de todos los colombianos, hace parte del Ministerio de Cultura y su situación actual es muy precaria. Hoy tiene gran parte de su valiosa colección embodegada.
¿El predio del colegio y la universidad vecinos al fin lo van a comprar?
El panóptico donde está el museo no es del Ministerio ni del Gobierno, es de la Lotería de Cundinamarca, y ese espacio hay que comprarlo para que sea del museo, lo mismo que los lotes de los centros educativos vecinos. Eso no se ha podido hacer porque tenían una capacidad de negociar muy fuerte: creían que ese terreno era de ellos. Exigían que les compráramos las instalaciones viejas, se las pagáramos, les compráramos otro lote y les construyéramos las edificaciones nuevas. Casa, carro y beca. Hoy se sabe que esos lotes son de la Lotería, y a ellos los pueden sacar, igual que a nosotros. Necesitamos 45.000 millones para hacernos a todo el lote. A todo el mundo le interesa que el Museo Nacional de Colombia crezca.
Bibliotecas: ¿cómo vamos en el tema?
El proyecto es que para el 2014 estaremos entregando 100 bibliotecas, 41 de ellas este año, en municipios de consolidación. Nadie entiende la dimensión de eso. Además, cada casa gratis que está entregando el Gobierno viene dotada con una pequeña colección de libros.
¿Cómo logró que el exministro Vargas Lleras les metiera los libros en las casas?
El Ministerio entrega las casas y yo entrego nueve libros por casa. La cajita incluye libros prácticos que enseñan cómo ampliar la vivienda, los servicios públicos, cómo ser un buen ciudadano, cómo convivir en comunidad, cómo arreglar las cosas. Hay otro que orienta sobre trámites para sacar la cédula, registrar a un niño, sacar la libreta militar. Otro con recetas de cocina para preparar con los ingredientes que hay en las alacenas de las familias de los estratos uno y dos. Otro contiene las biografías de nueve colombianos sobresalientes que a punta de esfuerzo han logrado lo que quieren. Y el resto son de literatura. Hay libros para niños, jóvenes, adultos, poesía… Eso es una preciosura. Y el último es el álbum de familia, para que peguen fotos, hagan dibujos y tengan memoria familiar. La biblioteca pública de ese municipio les enseña a esas familias a usar sus libros.
¿Qué es lo que más la ha llenado de satisfacción recientemente?
Que la Unesco reconociera las fiestas de San Pacho, en el Chocó, como parte del patrimonio inmaterial de la humanidad. Eso ha crecido la dignidad de los chocoanos.
Hay quienes dicen que usted, como buena caleña, ha jalado mucho las inversiones del Ministerio hacia su ciudad…
Desde luego que a Cali le he trabajado, sin que pueda decirse que al resto del país no. Fue una ciudad culturalmente muy importante para Colombia en los años 60. Y después de pensar mucho en cómo devolverle esa importancia, decidimos entregarle la oportunidad de hacer una gran bienal de danza. Será en noviembre. Incluirá danzas folclóricas, urbanas y contemporáneas.
¿Cómo hace para estirar el Ministerio de Cultura, que sigue siendo el más pobre de todos los ministerios?
Pues le cuento que en eso hemos mejorado mucho. Gracias a que hemos dado unas peleas legislativas que fueron estructurantes para el sector. Por ejemplo, la Ley del Espectáculo Público, que si los alcaldes y las ciudades la usan bien, por fin tendrán recursos para infraestructura cultural importante. El Ministerio recauda ese fondo y se lo devuelve al municipio que lo generó. ¿Sabe cuánto le devolvimos a Medellín por traer a Madonna? Casi 5.000 millones de pesos. Paul McCartney le dejó Bogotá otro tanto. Ahora los artistas internacionales vienen por montones a Colombia.
Pero sigue siendo difícil que presten los estadios para esos espectáculos…
Hay que seguir dando la pelea porque los estadios son espacios públicos entregados a los clubes privados de fútbol. No tengo nada contra el fútbol, pero los estadios hay que compartirlos. De lo que más carece el país es de una infraestructura cultural seria.
Cuénteme del proyecto del Teatro Colón. ¿Es cierto que se va a ampliar más?
El proyecto que encontré para su remodelación empezó por el lado del público, lo cual me pareció extraño. Los teatros se remodelan primero por el lado del escenario, que es donde están los artistas. Pero era la apuesta del momento. A medida que el proyecto fue avanzando, todos los asesores coincidieron en mejorar el proyecto inicial.
¿Mejorarlo? ¿Cómo?
Creemos que Bogotá no tiene un gran teatro de producción. Tiene muchos teatros pequeños y otros de alquiler. Y sentimos que hay oficios tradicionales del teatro que se están perdiendo. Hay que rescatarlos. No hay derecho a que la Sinfónica Nacional no tenga una sede. ¿Cuál es el Teatro Colón que queremos? Concluimos que debería convertirse en un teatro de producción, con cosas que se puedan exportar. Trajimos a muchísimos expertos. La conclusión fue que lo patrimonial debe conservarse, pero que el escenario tiene que cambiar. El sector donde está el Colón es muy importante para la cultura de Bogotá. Están la Luis Ángel Arango, el Museo Botero, el Centro García Márquez… De ahí surgió la idea de comprar las casas que están al lado del teatro para montar el Museo del siglo XIX y para hacer, en los otros lotes-casas que no son de conservación patrimonial, el gran proyecto de las salas de producción del Teatro Colón de Bogotá.
Pero el Colón seguirá siendo el Colón…
Sí, con conectividad con esos nuevos espacios, que consisten en una sala de ensayo para la Sinfónica Nacional y una serie de talleres que, mediante un concurso internacional, fabricarán vestuario, escenografía, utilería, zapatería, pelucas... todo lo que implica la vida de un teatro. Extenderemos el proyecto hasta la Estación de la Sabana, porque su arquitectura es hermosa, aunque los bogotanos poco van por allá.
Ya veo por qué dicen que usted es una de las ministras más ‘remangadas’ del gabinete…
Me gusta mucho lo que hago, pero lo que más me gusta es que el cargo tiene fecha de vencimiento.
¿Y cuando se vence: el próximo agosto o dentro de cuatro años?
(Risas). Eso sí lo tendrá que decir el Presidente.

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