Escritores y académicos estudian los dos polos opuestos de su época
Charles Dickens y Bram Stoker, escritores ingleses en homenaje universal.foto.fuente:elmundo.es |
Uno nació hace 200 años. El otro falleció hace 100. Son muchos los
puntos que les separan, pero también tienen mucho en común. El mundo
victoriano conmemora este año dos importantes efemérides. Charles Dickens vino al mundo en 1812 y Abraham Stocker, el gran Bram Stocker, lo dejó en 1912.
"Son dos monstruos de las letras victorianas, nacen en el mismo país,
comparten un espacio cronológico amplio y porque también me gustan
mucho a mí personalmente". Para qué pedir más explicaciones. Luis
Alberto de Cuenca reúne, esta semana, en los Cursos de Verano de la Universidad Complutense de Madrid (UCM),
a grandes figuras de la cultura para charlar sobre Dickens y Stocker,
Stocker y Dickens, sobre literatura, sobre cine y, en fin, sobre la vida
de dos autores que supieron ver el mundo como es hoy, como ha sido
siempre, como era en el siglo XIX.
Aunque hijos de dos momentos diferentes de la literatura victoriana,
ambos novelistas retrataron, cada uno a su manera, aquello que les
rodeaba. El realismo social de Dickens es de tan
rabiosa actualidad que el escritor argentino Alfredo Taján reconoce que,
mientras pronunciaba su ponencia, este jueves, se decía a sí mismo:
"¡Pero si estoy dando un discurso político adaptado a la situación de
emergencia que estamos viviendo!".
"Dickens sí es un autor ideológico", subraya Taján, que se refirió,
en su ponencia, a la "profética" 'Historia de dos ciudades'. "No es un
agitado demagogo, no es un autor político", puntualiza, "pero siempre
defendió a los más débiles y criticó muchísimo las injusticias que
supuso la Revolución Industrial". No en vano, Carlos Marx dijo a Engels
que el autor británico había hecho unas denuncias con un calado social mucho más importante que ningún político ni moralista ni orador de su época.
El escritor, cuya conferencia versaba sobre 'Historia de dos
ciudades', apunta que la obra comienza con un 'Eran tiempos difíciles,
como los actuales'. "Lo leemos hoy, y no deja de ser verdad", afirma,
"ahí es donde se ve la grandeza de un autor".
"Hay un antes y un después de Dickens en la narrativa europea",
afirma Luis Alberto de Cuenca, para quien el autor británico "supone un
eslabón más en la cadena que une a Cervantes con los grandes novelistas
británicos del XVIII y que, después, se prolonga a la narrativa del
siglo XX".
Dentro del género de la novela social, es innegable
que los protagonistas predilectos de Charles Dickens son los niños.
Oliver Twist o David Copperfield. Sobre los derechos del niño versaba la
intervención del jurista y profesor de la UCM Miguel Ángel Jusdado. "Me
he encontrado con que, en algunos informes de algunos estados de
México, acuden mucho a ese estereotipo de que hay muchos niños de la
calle, lo que llama Unicef niños de la calle, niños sin identidad, que
no están registrados y no tienen unos padres reconocidos", cuenta
Jusdado.
"Estos niños son muy fáciles de extorsionar", continúa, y lo compara
con el judío Fagin, antagonista de Oliver Twist. "Eso es lo que hoy, en
el fondo, hacen muchas bandas del narcotráfico, que utilizan a
chavalines porque es muy fácil extorsionar a un niño", lamenta.
Para Jusdado, el universo de Dickens sigue tremendamente presente.
"No lo tenemos en nuestro mundo europeo, pero desde luego está en las
barriadas de Río de Janeiro, en el tercer mundo, en África, en el
extremo oriente...", apunta.
Menos popular es el mundo oscuro del autor de Drácula. "Es
desconocido Stoker, pero Drácula, la novela, es sumamente conocida",
subraya Luis Alberto de Cuenca. "No es sólo una novela de género, una
novela de terror", apunta, "sino que es una gran novela que además puede
infundir miedo al lector, pero eso es secundario". Para el autor
madrileño, "es injusto el tratamiento que se da a este tipo de novelas de
género en los manuales de Literatura Universal, porque se las relega a
un segundo plano cuando tienen un protagonismo y una importancia
principalísima".
"La novela está construida a base de epístolas, de diarios, de
documentos, digamos, indirectos, que hacen que siempre la visión que se
da del protagonista vampiro nos la proporcionen los que están tratando
con él", explica Luis Alberto de Cuenca. "Nunca habla él mismo, ni
siquiera el narrador omnisciente, que lo que hace es recoger testimonios
del entorno del vampiro, de forma que nos sobrecoge más".
Si hay algo que une, irremediablemente, a los dos autores victorianos, es el cine.
"Con Dickens ya podíamos hablar de cine porque existen 180 películas
'dickensianas'", recuerda Luis Alberto de Cuenca, que reconoce, sin
embargo, que "el mito de Drácula es tremendamente poderoso". "Ha servido
para que se hagan sátiras, pantomimas, versiones cómicas, trágicas,
sangrientras, 'gore', independientes, de bajo presupuesto", enumera. "Se
ha hecho de todo con el tema vampírico en cine".
Dice Garci que muchos directores siguen acudiendo a Dickens "porque
el vestuario está mejor retratado que en los museos del traje". "Mejor
que una fotografía", añade Jusdado. "Se quedaba a contemplar, se le
grababa a fuego en la memoria porque era taquígrafo y periodista
parlamentario, así que tenía muchísima facilidad para recordar los detalles", explica el jurista. "Él mismo dijo: 'Mi memoria funciona como una caja registradora'", añade.
Drácula en el cine fue el título de la conferencia del escritor
catalán Pere Gimferrer, que realizó un completísimo recorrido por un género, el vampírico, que ha fascinado al séptimo arte desde su nacimiento.
Gimferrer distingue dos vertientes, la de los vampiros y la del
personaje de Drácula, propiamente dicho, que "han seguido una vida
serpenteante, que a veces confluye y a veces se separa".
Como Drácula, asegura el escritor, "ninguno comparable al 'Nosferatu' de Murnau".
"Estamos ante una versión confesada no de la novela de Stocker, sino de
una adaptación teatral", apunta. El seductor Bela Lugosi, fascinado
hasta la locura por el personaje del conde vampiro, "terminó, se dice,
incluso durmiento en un ataúd", relata Gimferrer. La productora Hammer
reavivó el género vampírico en los años 50, con Christopher Lee como
actor fetiche.
"En este mismo momento", confiesa Gimferrer, "la última gran película
potencialmente importante está en rodaje". "He leído el guión y sé que
habrá sido respetado en parte", añade. Se trata de un filme de
producción francesa, rodado en Transilvania y en Francia, que narra el encuentro de Drácula con Casanova. "'Historia de mi muerte'", cuenta el escritor, "se rodó en 400 horas y está en fase de montaje".
Gimferrer relaciona la presencia del vampiro desde siempre en la historia del cine con el mismo mito del monstruo.
"El tema de Drácula es el de la luz y la sombra, el día y las
tinieblas, y este es el tema del cine", explica. "¡A nadie se le
ocurriría ver una película a pleno sol!", exclama.
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