21.7.12

Verano de libro

La cultura no se va de vacaciones. ¿Qué leen y escriben cuatro de nuestros mejores autores cuando el calor (y la prima de riesgo ) lo agosta casi todo?

Antonio Muñoz Molina, Matilde Asensi, Andrés Barba y Carlos Zanón. foto.fuente:elcultural.es
Aunque las últimas cifras de la temporada mueven al desconsuelo (menos ventas, cierres masivos de pequeñas librerías), hay motivos para la esperanza en el mundo del libro: la próxima temporada habrá menos subvenciones pero muchas novedades seductoras y nuevos sellos digitales dispuestos a romper el mercado con precios inasequibles a las tormentas tributarias

No hay termómetro que valga. Nuestros mejores y más populares autores se acercan al ferragosto (en todos los sentidos, literario, climático y bursátil) con más esperanza y lecturas demoradas que desconsuelo. No hay prima de riesgo que valga: los lectores, virtuales o no, esperan nuevas propuestas, y ellos (cuatro excelentes autores que representan el riesgo y el talento en géneros tan diversos como el relato, la novela más oscura y la bienmemoriada) releen clásicos, apuestan por lo últimísimo (como Matilde Asensi, por G. R. R. Martin y su Danza de dragones), mientras se reinventan para que la próxima temporada sea la mejor, o confiesan sus debilidades literarias. Así, Muñoz Molina admite que con sólo “un buen comienzo” para su próximo libro se daría por satisfecho, y Andrés Barba, que El oficio de vivir, de Cesare Pavese, fue su lectura veraniega más intensa

Antes, claro, se avecinan semanas de calores de todo tipo, tan distintos a otros ardores de antaño, los que hicieron escribir a Paco Umbral, hace años, en El Cultural, que asistía “vivo entre muchachas con sus ropas de claras conveniencias... Mañanas navegables, pálidos aguafuertes de de las amorosas horas cantarinas”. El mismo entusiasmo mostraba Rimbaud cuando soñaba con esas tardes “azules de verano” en las que “iré por los senderos,/ picoteado por los trigos, pisoteando la hierba menuda”, mientras, más diletante, y en otro tipo de crisis, Proust recordaba cómo “aquel oscuro frescor de mi cuarto era al pleno sol de la calle lo que la sombra al rayo, es decir, tan luminoso como él, y ofrecía a mi imaginación el espectáculo total del verano”. Sí, estamos en tiempos azules en los que compensar ausencias y lagunas lectoras que pueden habernos atormentado (o desafiado) desde hace años, y también de entregarse a lecturas inesperadas .

El Cultural ha conversado con cuatro escritores muy diversos en su estilo e intención: Antonio Muñoz Molina, Carlos Zanón, Matilde Asensi y Andrés Barba, que perfilan el retrato del lector ideal en toda estación, y además, nos desvelan qué están leyendo y creando ahora mismo, su balance de la temporada, sus debilidades literarias y su apuesta incondicional por la letra impresa.

Antonio Muñoz Molina

“Nada da tanto como el libro a cambio de tan poco”

Consciente de que “la crisis nos afecta a todos, por el retroceso en las librerías y por los graves recortes en bibliotecas”, Antonio Muñoz Molina (Úbeda, Jaen, 1956) confiesa optimista que a él esta temporada le han pasado algunas cosas tan buenas como que su novela La noche de los tiempos (elegida por los críticos de El Cultural como la mejor novela de 2009) haya sido muy bien recibida en Francia, en Holanda y en Alemania - “y en Francia le dieron un premio hace poco, el Méditerranée étranger ”- y que se esté traduciéndose ahora mismo en Estados Unidos. Tampoco la Feria del Libro de Madrid, por ejemplo, le dio motivos para el desconsuelo. Todo lo contrario, a pesar de los agoreros, estuvo bastante bien. Así que no soy de los que más pueden quejarse. Y como lector la verdad es que he disfrutado mucho”.

Lo hace siempre, porque es un lector indesmayable que tiene muy claro, y lo proclama sin disimulo, que “nada da tanto como el libro, a cambio de tan poco. Mundos enteros al alcance de la mano. Y un alivio para el narcisismo tecnológico: sumergirse de verdad en otras vidas seductoras”.

Las vacaciones de verano le encuentran, como siempre, a trasmano entre Madrid, Granada, Úbeda y Nueva York, pero el cuerpo literario, confiesa, le pide también“largas distancias y cumbres bien altas, aprovechando que hay algo más de sosiego. La alternativa entre clásicos y descubrimientos no es real: Ezra Pound decía que literatura es novedad que sigue siéndolo. Yo cada vez que vuelvo a un libro supuestamente clásico encuentro mayores sorpresas”

-¿Y que títulos en concreto se ha reservado este verano?
-Ahora mismo tengo entre manos La Cartuja de Parma de Stendhal y una biografía nueva de Joyce.

Lo suyo, no hay que dudarlo, son los clásicos, a los que vuelve sin descanso cuando tiene ocasión. Por eso, cuando se le pregunta por una recomendación concreta para un lector poco avisado, primero asegura que “cualquier gran novela tiene los suficientes elementos de intriga para hacer innecesarios esos grandes éxitos más o menos prefabricados”. Luego, sin dudar un instante y en realidad sin darse cuenta de lo acertado de su recomendación porque no recuerda que este también es el año Dickens, o que los Juegos Olímpicos se celebran en Londres, apunta a la Casa desolada del genio inglés, ya que, dice “si un novato quiere paladear la mejor literatura, nada como sumergirse en una trama prodigiosa”.

Quizá por eso confiesa que como lector ha tenido “casi tantos grandes libros como grandes veraneos. Pero no es una cuestión del pasado lejano. Cuanto mayor me hago más disfruto de la lectura. El verano pasado, sin ir más lejos, tuve el disfrute de La montaña mágica y Doctor Zhivago. Un libro que no me guste no llega a aguar nada, porque lo dejo de inmediato”.

¿Y que hace un columnista, académico y narrador en estos meses? El autor de El jinete polaco, El invierno en Lisboa o La noche de los tiempos está ahora mismo dando vueltas a su nuevo libro, aunque no parece confiar mucho en que estas horas de asueto le inspiren demasiado: “¿Rematar una nueva novela? Con encontrar un principio sólido me daría por contento”), dice bienhumorado.


Carlos Zanón

“Leer crea pasión, adicción y sensación de pérdida”



Las crisis no afectan a todo el mundo, siempre hay quien, por una mezcla de buen trabajo y azar, vive su mejor año el que probablemente sea el peor de la mayoría. Es el caso de Carlos Zanón (Barcelona, 1966), abogado de profesión quien nunca antes había publicado, más allá de algunos escarceos poéticos y que, de pronto, triunfa con un sórdido y duro novelón negro que se desenvuelve en el inframundo barcelonés, aclamado por la crítica y que, además, Daniel Calparsoro va a llevar a la gran pantalla: No llames a casa (RBA, 2012). No es extraño que, para él, 2012 haya ido “más allá de lo que ni tan siquiera podía imaginar. La repercusión de No llames a casa es un polvazo que no me esperaba, la verdad. Pasará. Lo sé. Y trato de disfrutarlo y no volverme gilipollas”.

-¿Y como lector ha ido tan bien el año?
-Como lector no sabría qué decirte, la verdad, porque vas leyendo libros que no sabes si son ya novedades. Me ha gustado mucho las novelas de Luis Gé y Marta Sanz. Y, siempre, las reediciones de John Updike.

Es precisamante en la trilogía de la Letra Escarlata de Updike -cuyo primer libro Un mes de domingos ha reeditado en 2012 RBA- en la que piensa sumergirse para no salir este verano. También recomienda a Patricia Highsmith, Lorenzo Silva y Julián Ibáñez como autores del más negro de los géneros que debieran ser compañía imprescindible de los lectores que dbusquen disfrutar un verano a pleno sol. Y no olvida que el mejor verano lector de su vida llevó el signo de Los tres mosqueteros, de Dumas. “Leer crea pasión, adicción, nostalgia, sensación de pérdida al acabar un buen libro y conexión con otros tipos raros”, recuerda Zanón. “A ti no te gusta leer hasta que te enamoras de un libro. Luego sigues buscando otros libros que te produzcan ese enamoramiento. Como hacemos entre nosotros. Leer mola. No leer también pero entonces además has de ser guapo y rico”.

Pero en estos meses hay tiempo para todo. Entre lecturas y relecturas, Carlos Zanón, hasta ahora acostumbrado a guardar los manuscritos en el cajón a la espera de un editor que nunca llegaba, ahora se ve obligado a echar el resto y acelerar el “proyecto absurdo, insensato y condenado al fracaso” en que anda metido, y que pasa por escribir dos novelas a la vez: “Una de ellas la tengo muy avanzada y la otra apenas empieza a arrancar. Supongo que al final quedará una. Veremos”.

Matilde Asensi

“Me llevaré en la maleta el quinto tomo de canción de hielo”



Este año, Matilde Asensi (Alicante, 1962) no tiene vacaciones: dentro de unos días se va a Latinoamérica para promocionar su última novela, La conjura de Cortés. Martín Ojodeplata, 3, y se sabe una privilegiada en estos tiempos difíciles:

-“El mundo del libro ha sufrido una de sus temporadas más horrorosas, pero yo sigo vendiendo, así que me daría vergüenza quejarme, porque soy de las afortunadas que más lectores fieles tiene. Sin embargo, me consta la preocupación de muchos sellos que han disminuido radicalmente el número de novedades porque la caída de las ventas da miedo”.

Con todo, sigue apostando por el libro. A todos, dice, “nos gusta que nos cuenten historias”, aunque la lectura exija ese primer esfuerzo de elegir y de ponerse a leer. “Pero una vez que te engancha un buen libro -insiste- lo disfrutas más que una película o una obra de teatro; te dura bastante más, te enriquece personalmente y es más barato. Es el ocio más asequible, es un ocio que circula, que puede contagiarse a los amigos, a la familia, y además es un ocio fecundo porque puede llamar a nuevas lecturas y despertar el interés por saber más y por superar las lacras de una educación a veces penosa, basada en cuatro tópicos y lugares comunes”.

Confiesa Asensi que desde el principio ha leído de manera encadenada, que un libro le ha llevado siempre a otro, y que “desde el día que leí el primero, que no recuerdo cuál fue, hasta hoy, a mis cincuenta años, hay una cadena interminable de lecturas enriquecedoras y felices”.

-¿Y este verano? -No tengo nada programado, tal vez un par de libros pendientes que me llevarán a otros, y así, como le decía antes, feliz e interminablemente. Además, no soy tiquismiquis con el asunto de los géneros, leo de todo sin prejuicios y disfrutando, y no tengo problemas de sentirme más o menos intelectual por disfrutar de ningún género, si tiene calidad. Mis lecturas son muy amplias y forman parte de mi.

-¿Y no tiene ninguna lectura pendiente?
-Bueno, estoy deseando meter en la maleta el quinto tomo de Canción de hielo y fuego de G. R. R. Martin, porque he leído los cuatro primeros y me han encantado. También lo último de la serie de Cincuenta sombras E. L. James, que me han recomendado mucho. Y confío en encontrar en Latinoamérica libros néditos en España que me pueden interesar. Siempre dejo hueco en la maleta: prefiero ir ligera de equipaje porque allí donde voy siempre compró libros”.

Para elegir esos títulos desconocidos confía sobre todo en el boca-oreja, porque si eres “un lector sin referencias ni una línea de lecturas concreta”, y te falta ese boca-oreja, “ya sea físico, de amigos o familia, o de los foros de internet (que se ha convertido en un inmenso altavoz del antiguo boca-oreja), te vas a equivocar. A mí , por ejemplo, me recomendaron los de GRR Martin y los he disfrutado muchísimo”.

Sus confidencias no acaban aquí. Reconoce con sonrojo y humor que uno de los libros que más la conmovieron en los veranos de su adolescencia fue Juan Salvador Gaviota, “un libro extremadamente cursi” del que hoy se avergüenza, mientras que El Conde de Montecristo, de Dumas, “fue un flechazo total”, y ha sido una de sus lecturas recurrentes, “y siempre lo he gozado y he encontrado algo distinto y fascinante”.

Andrés barba

“La crisis puede ayudarnos a ser más selectivos”

Sospecha de que las campañas de fomento de la lectura son necesarias sólo para aquellos que no están verdaderamente convencidos de su poder, que, de hecho, las diseñan “los que no leen”. Andrés Barba (Madrid, 1975), crítico de libros de viajes en estas páginas y uno de los nuevos y más prometedores escritores españoles, elegido en la última lista de Granta, marcha de vacaciones tras publicar su última novela, Ha dejado de llover (Anagrama, 2012) sin ceder a la tentación del pesimismo. Ha notado la crisis, “en las ventas, en los anticipos” pero no quiere participar en ese malditismo retroalimentado que se ha instalado en el mundo del libro y que, a la postre, podría ofrecer positivos resultados: “Creo que las crisis tienen siempre un agradable lado “purificador” y que era insostenible el volumen que se producía en España. Tal vez de ahora en adelante eso nos ayude a ser más selectivos, tanto en lo que leemos como en lo que editamos”.

La maleta lectora de Andrés Barba responde a un patrón a priori contradictorio. A un lado libros de viajes “comprimidos, cortos, intensos”. Al otro novelas “larguísimas, oceánicas”. Las lecturas postergadas por su tamaño encuentran así su momento junto a joyitas reservadas para ser devoradas sin interrupciones. Y los clásicos conviven con los contemporáneos sin estridencias. De entre los primeros recomienda la lectura de El viaje sentimental, de Sterne. Mucho más reciente, llama la atención sobre Los mares del Wang, de Gabi Martínez.
Andrés Barba no quiere olvidarse de recomendar dos novedades que devora en estos momentos: The marriage plot de Jeffrey Eugenides, que publicará Anagrama el año próximo, y las Cartas de verano de 1926 de Tsvietaieva, Rilke y Pasternak (Minúscula, 2012), reseñado en estas mismas páginas. “Pero mi lectura veraniega más intensa fue El oficio de vivir de Pavese, que cayó en mis manos cuando tenía sólo 20 años. ¿Y si uno de los elegidos decepciona?
“Se me cae de las manos en el acto. Si es verano, generalmente cae al mar”.

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