La relación de una chica rica, casada, con un buscavidas
Imagen de Venecia incluida por Pérez-Reverte en la web de la novela. fotos.fuente:elpais.com |
Una historia de amor peligrosa y turbia, solo tres encuentros en 40
años en sendos episodios históricos y la vida del siglo XX que los
envuelve y determina sus derroteros. Estos son los trazos a vuelapluma
de la novela que Arturo Pérez-Reverte publicará el 21 de noviembre bajo el título El tango de la guardia vieja (Alfaguara).
Es la novela número 14 del escritor y académico que, además de narrar
los amores breves e interrumpidos entre una joven rica y un buscavidas,
con el siglo XX de fondo, "tiene como gran tema la madurez”, adelanta su
editora Pilar Reyes.
La novela tiene varios de los elementos que caracterizan la obra del
escritor cartagenero: intriga, aventura y recreación investigada a fondo
de los escenarios y hechos en los que sucede la narración. Y el autor
vuelve con un elemento característico de su prosa, añade Reyes: “La
creación de personajes potentes, en especial los protagonistas, con su
poder cautivador, a quienes el lector ve avanzar a lo largo de sus
vidas, tanto física como mentalmente”.
Es una especie de tríptico de amor e Historia que Pérez-Reverte está
terminando de escribir. Un hombre y una mujer casada que se conocen a
los 20 años en el Buenos Aires de 1928, en el periodo de entreguerras,
donde sucede una apuesta entre dos músicos; luego vuelven a coincidir en
la Riviera francesa en 1937, en medio de un asunto de espionaje durante
la Guerra Civil española y los vientos de la II Guerra Mundial. Y,
finalmente, en el Sorrento de 1966 en una inquietante partida de ajedrez
con la resonancia de la Guerra Fría y la de Vietnam.
Una doble aventura, la que ocurre en la ficción y la de la escritura,
a la cual Pérez-Reverte suma una tercera: la interesante publicación en
Internet de un cuaderno de anotaciones cuya página se llama novelaenconstrucción.com.
Una bitácora con texto y fotos que es una gran ventana que
Pérez-Reverte ofrece al lector para que entre en la cocina y la
intrahistoria de la obra en curso, del proceso de creación, de las
preguntas que se hace, de las dudas, de la investigación, de sus
reflexiones sobre el acto de escribir y sobre la misma novela. Son más
que "anotaciones", como él las llama. Son como pinceladas de un cuadro a
cuya creación asiste el lector de manera privilegiada.
El proyecto lo inició el 20 de abril de este año y en su primera
entrada da claves tanto de este cuaderno digital como de la novela:
"Seguirán en los próximos meses, sin método ni periodicidad fija,
algunas de mis notas breves sobre el trabajo en curso. Se trata de una
novela no histórica, empezada el 7 de enero de 2011 (aunque su origen
sea muy anterior), que poco a poco parece encaminarse a su recorrido
final".
La última entrada es del pasado 4 de julio que, precedida de una
fotografía de un hotel, dice: “Niza. Preparando una escena y un diálogo
en el bar del hotel Negresco, con anotaciones que incluyen un croquis
del lugar. No siempre es prudente confiarlo todo a la memoria. Llegado
el momento de teclear estaré lejos de aquí, y entonces puede ser útil
algún detalle que no advertí o habré olvidado (lámparas con apliques de
bronce en las paredes forradas de madera, taburetes en barra americana,
asientos forrados de terciopelo, balaustrada de madera del piso superior
donde hay mesas, tapiz junto a la entrada: El Tiempo encadenado por el
Amor). Mis pasos, como los de los personajes, quedan silenciados por las
alfombras. Quizá este sea buen lugar para mencionar algún cóctel (o cocktail, tengo que decidir de qué forma lo escribo, porque estamos en 1937) de moda aquel otoño: Bronx, Riviera, Sherry-flip. Mientras converso con el barman,
acodado en la barra, al otro lado de la puerta giratoria y ventanas
puedo ver la calle y la Promenade. Imagino allí, estacionado, un potente
Packard charolado de rojo con el chófer (el mecánico) apoyado en el
capó, aguardando”.
Pero también hay confidencias del mundo interior de un escritor, como
empezaba el 24 de junio: “Hay pocas sensaciones tan agradables como
dormirte pensando en la escena de tu novela que escribirás al día
siguiente, siempre que esa escena esté clara. Que sepas exactamente lo
que deseas contar, y cómo hacerlo”. El 12 de mayo escribió: "No siempre
las imágenes o las palabras pasan con facilidad de tu cabeza al papel.
Escribir es un continuo recurso a la herramienta adecuada. A más
herramientas, más posibilidades. Más eficacia. Cuando era joven y solo
lector, tenía al castellano, o español, por la lengua más rica y
perfecta del mundo. Sin embargo, cuando llevas cuarenta años enfrentado
al problema de contar las cosas con palabras, comprendes que ninguna
lengua es perfecta."
Dentro de los hallazgos que comparte Pérez-Reverte hay uno que
concierne a los protagonistas y fascinará a los lectores. Está precedido
por una imagen: “Podrían ser el compositor Armando de Troeye y su
esposa, Mecha Inzunza, en 1928, cuando faltan pocos días para que
embarquen en el transatlántico Cap Polonio. A punto, ambos, de
viajar a Buenos Aires para que De Troeye componga su famoso tango, pieza
fundamental del desafío planteado contra el bolero de su amigo Maurice
Ravel. Esta portada contemporánea de la revista Blanco y Negro,
realizada por el gran Penagos con su estilo inconfundible (todas las
mujeres de entonces querían parecerse a las que pintaba Penagos, y
alguna lo conseguía), refleja muy bien el ambiente de la época. El
escenario y los personajes del primer tercio de la novela”.
Y así, entre ideas, confidencias y reflexiones, transcurre este
diálogo en el cual Arturo Pérez-Reverte hace partícipe a los lectores de
El tango de la guardia vieja, antes de su publicación en
noviembre, antes de que vuelva de lleno al siglo XX a través de la
peligrosa y turbia historia de amor, entre Mecha y Max, en tres momentos
importantes de la historia.
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