Esta edición necesaria pero confusa ofrece como punto alto los informes de lectura de Bazlen para editores italianos
BAZLEN. Aunque intentó escribir una novela, su actitud frente a la creación literaria era pesimista. foto.fuente: Revista Ñ. |
Roberto Bazlen fue, según cuenta la leyenda, uno de los lectores
más exquisitos del siglo XX. Pero nunca escribió un libro. Y sin
embargo, acá tenemos un libro de Roberto Bazlen. ¿De dónde viene? ¿Qué
es? ¿Como llegó a la luz? ¿Por qué deberíamos leerlo? Bazlen
(1902-1965), aparte de ser legendario, era profundamente contradictorio.
Alegaba que ya no era posible escribir libros, por que ya todo estaba
escrito. Y sin embargo, una de las principales labores de su vida era
recomendar nuevos libros europeos y estadounidenses para ser publicados
en italiano. 45 de sus cartas a amigos editores se pueden leer en Roberto Bazlen: Informes de lectura / Cartas a Montale,
recién editado en Argentina por La bestia equilátera. Las cartas se
leen con placer por su desconcertante sinceridad y porque se tratan de
primeras lecturas de texto que terminaron siendo canónicos en la
literatura del Siglo XX. Bazlen cuenta allí si un libro lo aburrió, si
es malo pero de un buen escritor, si es una fantochada pero igualmente
piensa que se podrá vender. Los informes están repletos de amenas frases
enigmáticas como “algún día tendré que declarar mi fracaso como lector
de novelas” o “Nerval y Rimbaud se volvieron inteligibles gracias a los
tratados iniciáticos y alquimistas de tercer orden”.
La segunda
parte de esta edición argentina consta de 28 cartas escritas al gran
poeta italiano, Eugenio Montale, entre 1925 y 1930. Francamente, no son
muy interesantes. La gran falencia de esta edición es que no asiste el
lector para conocer al enigma y la importancia de Bazlen. El ensayo
introductorio, por ejemplo, está firmado por “Sergio Solmi”. ¿Quién es
Sergio Solmi? ¿Cuándo fue escrito ese texto que se presenta como
prólogo? ¿Fue escrito específicamente para esta edición? Y si fue para
una edición italiana, ¿para cuál? Y ya que estamos: ¿qué es exactamente
este libro que ahora tenemos acá en Argentina? ¿Qué porcentaje de la
obra total póstuma publicada de Bazlen representa? Ninguna de estas
preguntas están disponibles dentro del volumen mismo. Y, por
consecuencia, esta edición no puede responder satisfactoriamente a las
preguntas hechas al principio de esta reseña.
Por más que aseguraba que ya no se podía escribir, Bazlen intentó escribir una novela (titulada Der Kapitän).
Ese manuscrito, junto con sus cuadernos, papeles sueltos y
correspondencia, fueron meticulosamente preservados por el mismo Bazlen,
aunque –como Kafka a su amigo Max Brod– rogaba que se destruyeran
después de su muerte. El prólogo de Solmi dice que “el cuidado con que
conservaba sus cuadernos y dibujos, a pesar de su intención manifiesta
de destruirlos antes de morir, también podría hacernos pensar que
existía otra intención...”.
El Max Brod de Bazlen terminó siendo Roberto Calasso, que coleccionó su escritos póstumos en 1984 y los tituló Scritti. Este volumen también incluye un segmento titulado Nota senza testo,
que son fragmentos que según Katia Pizzi (en un libro sobre la
identidad literaria de Trieste) revelan de Bazlen “su nihilismo
solipsista, su antireligiosidad y su preferencia por el caos”. Según
Pizzi, para Bazlen “escribir trabajos originales es una tarea imposible
en un mundo en el cual cada volumen imaginable ya se ha publicado, a tal
punto que lo único que le queda al intelectual es resumir, comentar y
coleccionar fragmentos de interpretaciones...” .
Indudablemente
Roberto Bazlen es una figura importante, aunque marginal, de la
literatura del siglo XX. Con una solida introducción esta edición
hubiera sido una joya. Como está, resulta ser un fragmento un poco
confuso.
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