El escritor holandés y el estadounidense comparten sus experiencias literarias
Encuentro entre Cees Noteboom y Paul Theroux. /Alvaro García./elpais.com |
El escritor Paul Theroux,
nacido en Massachussets en 1941, estaba ayer feliz aunque había dormido
poco, en su hotel junto a la casa en la que vivió su admirado Pío
Baroja. Se despertó de madrugada, para ver, “feliz”, el triunfo de
Obama; desayunó y en seguida se fue a encontrar, en un hotel de toreros y
escritores, a su colega Cees Noteboom, nacido en La Haya en 1933. Con
él compartió, en seguida, la felicidad por el triunfo del presidente
norteamericano en las urnas. Su destino, como autores, es el viaje, y la
consecuencia de sus largos trayectos es la literatura.
Pero antes de hablar de la sustancia de su escritura, Theroux
compartió con Noteboom la crónica de un drama que finalmente resolvió.
Hace treinta era íntimo amigo de Vidia Naipaul. Rompieron, Theroux
escribió un descarnado retrato de quien luego sería Premio Nobel y la
amistad se acabó del todo para siempre. Hace año y medio Ian McEwan
descubrió a Sir Vidia entre los asistentes al Hay Festival de Gales e
incitó a Paul a saludarlo. “La vida es muy corta, conviene que lo
hagas”, le dijo entonces.
Theroux lo hizo. Vidia, “ya un hombre muy débil”, tomó sus manos,
“también él tenía ganas de encontrarme, me dijo”. El fotógrafo Daniel
Mordzinski inmortalizó el instante. Paul Theroux se tomó luego “diez
expresos para recuperarme de la impresión que me produjo el
reencuentro”. Luego se escribieron. Theroux le recita de memoria a
Noteboom la carta que recibió, con puntos y comas. “Años antes lo
conforté por la muerte de un hermano suyo. En su carta me decía que ese
reencuentro le hizo recordar aquella carta”. No volvieron a transitarse,
pero ese fue un momento culminante de su vida. “Ian tenía razón. La
vida es demasiado corta, había que reencontrarse con aquel viejo amigo”,
recuerda hoy.
Theroux habla con pasión, como viaja, pero en este momento, cuando un
suspiro pone final a su recuento, mira a Noteboom, como si quisiera ver
en la cara de este el efecto que en él mismo hizo aquella historia.
Luego hablarían de viajes, del viaje interior, “hacia los climas”, de
Noteboom, y del viaje “hacia la gente” del autor de El gran bazar del
ferrocarril.
El escritor holandés, que viaja con su mujer, convirtió el camino de
Santiago en un símbolo laico del alma de Europa; se fija en los símbolos
que marcan las señales de la tierra, mientras que el estadounidense,
trotamundos solitario, viaja siempre fijándose en las personas, “incluso
las historias de ficción las imagino llenas de gente, y es con la gente
con la que me encuentro como entiendo los países que visito”.
La literatura surge tras el viaje; usan mapas, deciden visitar
lugares lejanos (ahora están preocupados: el fundamentalismo ha vedado
la entrada a muchos países, “el mundo tiene más fronteras”, dice
Noteboom), pero el libro se va haciendo con el recuerdo de lo que
vieron, “ese es nuestro sedimento, el recuerdo”. El autor de Perdido el
Paraíso recuerda situaciones, y a partir de esos datos reconstruye sus
descubrimientos, mientras que Theroux (y esto le maravilla a su colega)
es capaz de recordar conversaciones enteras, como demuestra en su libro
sobre Naipaul y como le demostró a su amigo holandés recitando, palabra
por palabra, como la carta que le dirigió Sir Vidia, lo que Cees dijo la
primera vez que se vieron.
“El diálogo te descubre un país”, dice Paul Theroux, que ayer por la
mañana, sin embargo, se iba al Museo del Prado para dialogar con las
pinturas negras de Francisco de Goya y para ver una vez más su cuadro
favorito, el perro semihundido de Goya, “acaso una expresión del
pesimismo en todos los tiempos”. Son las suyas dos actitudes alejadas: a
Paul Theroux le gusta viajar hablando, Cees Noteboom trata de
“recuperar mirando el espíritu de la gente”.
Los dos han venido a Madrid, invitados por la Fundación Barreiros y
la Fundación Mapfre, a hablar de la literatura y el automóvil, “ese
invento”, dicen los dos, “que tan feliz nos ha hecho a los viajeros”. Ya
que están aquí, les pido una rápida mirada al semblante español de este
tiempo. Noteboom: “Vi el cambio entre el franquismo y la explosión
económica que llevaba a los caballeros a beber whisky antes de comer.
Ahora la cosa está mal, pero hay esperanza en que Europa se recupere”. A
Theroux le parece una buena noticia que Barack Obama siga gobernando:
“Eso es muy importante para que esta parte del mundo salve el ánimo”.
Los dos escritores tienen libros recientes en la mesa de novedades.
Siruela acaba de publicar Tenía mil vidas y elegí una sola (Noteboom en diálogo con el filósofo Rüdiger Safranski) y la última obra antológica
de recuerdos trotamundos de Theroux (El Tao del viajero) ha aparecido
recientemente en la editorial Alfaguara.
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