"Maldito sea si me pongo a las órdenes y la disposición del primer hideputa itinerante con dos centavos para invertir en una estampilla", escribió el joven William Faulkner para renunciar a su trabajo como administrador de correos que, de todos modos, distaba mucho de cumplir cabalmente
William Faulkner era un trabajador pésimo de cumplir órdenes/pijamasurf.com |
Hacia
1921, William Faulkner, entonces con 24 años, comenzó a trabajar en la
oficina postal de la Universidad de Mississippi como administrador de
correos, puesto en el que continuamente era sorprendido leyendo,
escribiendo, ignorando, perdiendo o francamente desechando las cartas
que llegaban a sus manos, desdeñando a compañeros y clientes por igual,
jugandobridge en horarios laborales, llegando tarde y yéndose
temprano y algunas otras conductas con las que parecía empeñado en
llegar al muro del antihonor de los empleados postales.
Sorprendentemente,
el joven Faulkner se mantuvo en este trabajo durante 3 años, hasta
septiembre de 1924 (cerca del día de su cumpleaños 27, pero lejos
todavía deSoldiers’ Pay, su primera novela, publicada en 1926), hasta que después de una inspección se vio forzado a renunciar.
Pero,
antes de irse, el futuro nobel dejó a sus superiores una singular
misiva que, como los adjetivos que caracterizan su estilo literario,
parece la puntilla que penetra en el hueco exacto de una situación que
de otra forma quedaría ambigua y sin fijar. Aquí la traducción del
documento, del cual, en vista de su brevedad, ofrecemos también el
original en inglés, tomado del sitio Letters of Note.
[Octubre, 1924]
Mientras
viva en el sistema capitalista sé que mi vida estará influenciada por
las demandas de la gente adinerada. Pero maldito sea si me pongo a las
órdenes y la disposición del primer hideputa itinerante con dos centavos
para invertir en una estampilla postal.
Esta, señor, es mi renuncia
(Rúbrica)
[October, 1924]
As
long as I live under the capitalistic system, I expect to have my life
influenced by the demands of moneyed people. But I will be damned if I
propose to be at the beck and call of every itinerant scoundrel who has
two cents to invest in a postage stamp.
This, sir, is my resignation.
(Signed)
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