4.9.14

Más cine, menos trabas

 Con la creación de la Comisión Fílmica, el Distrito espera que el cine nacional despegue. Este parece ser el mejor de los momentos para crear con imágenes
Imagen de la película Roa, una producción ambientada en los años 40 en Colombia./elespectador.com

Para grabar una escena de la película Roa en la Plaza de Bolívar, el director Andrés Baiz, a través de su equipo de producción, gestionó nueve permisos de nueve oficinas distintas del Distrito. Tuvo que desarrollar estrategias que les permitieran obtener los documentos necesarios en el tiempo previsto, todo un arte en el que los productores de campo colombianos han sabido formarse: caerles bien a los funcionarios, llevarles dulces a las secretarias y correr mucho. A pesar de eso, el filme se llevó seis galardones en los Premios Macondo, que resaltan lo mejor del cine nacional, y fueron nominados a los premios Platino de Iberoamérica.
“A pesar de” parece ser la premisa del cine nacional. A pesar de los obstáculos, se terminan las películas. Pero luchar contra los problemas es el objetivo de la Comisión Fílmica de Bogotá, una entidad creada por el decreto 340 de 2014, que, entre otras cosas, pretende simplificar los trámites para que se puedan grabar audiovisuales en el espacio público capitalino. El PUFA (Permiso Unificado para las Filmaciones Audiovisuales) será emitido a partir de marzo de 2015 a través de internet. Pretende integrar distintas instituciones, entre ellas a la Policía Nacional, y así garantizar la seguridad de los rodajes, una de las preocupaciones más importantes de los realizadores nacionales y extranjeros a la hora de producir.
“La idea es que no sea un problema más, porque muchos veces se termina consiguiendo lo contrario”, afirma Santiago Trujillo, director del Instituto Distrital de las Artes (Idartes). Y Julián David Correa, director de la Cinemateca Distrital, agrega: “Hoy estamos de celebración porque tenemos el decreto en las manos, pero en realidad lo que tenemos es mucho trabajo”.
La Comisión no solamente pretende ser la oficina de los trámites, sino también un espacio para promover el cine local que, según la Cámara de Comercio de Bogotá (CCB), congrega el 92% de las ofertas de servicios creativos del país. Según Correa, una de las preguntas que se hacen los productores extranjeros cuando vienen a trabajar a Colombia con el compromiso de contratar personal local es: “¿Y ellos hablan inglés?”. Por eso, la Comisión también tiene en mente desarrollar una política educativa que le permita a la industria cinematográfica del país ser competitiva.
En las películas aprobadas desde la creación de la ley de fomento a la industria cinematográfica en 2012 —que contempla la devolución del 40% de los gastos realizados durante el rodaje de grandes producciones en Colombia— han sido empleadas 560 personas y algunas se han quedado en el equipo de los productores extranjeros para proyectos futuros. “La cultura ya no quiere estar intramuros”, afirma Clarisa Ruiz Correal, secretaria de Cultura. De la mano del proceso de restauración del centro histórico de la ciudad y de la Ley de Cine de 2003, con este nuevo decreto se espera atraer a productores de todo el mundo y concentrarlos en Bogotá. “La industria del cine del mundo definitivamente es muy pequeña. Una mala experiencia en Bogotá puede ser nefasta, porque los productores se hablan entre ellos. Es importante construir confianza. Se trata de que todos trabajemos ahora de la mano. De ahí la importancia de crear todos estos protocolos, de forma que sean amigables con la gente que viene a filmar en Bogotá”, dice Claudia Triana, directora de Proimágenes.
Según archivos de la Cinemateca de Bogotá, para 1940, mientras en Colombia se hacía un largometraje al año, en México o Argentina se hacían 50. En 1932, la Ley 12, que apoyó la Guerra contra Perú, creó un impuesto del 10% sobre las boletas a espectáculos públicos. En 1942 se firmó la Ley 9 y por primera vez se piensa desde el Estado en el fomento del cine. Pero las buenas intenciones se quedaron en palabras y los creadores se vieron obligados a esperar hasta 1966, cuando empezó su reglamentación. En 1954 se inauguró la televisión en Colombia. Ese mismo año se fundó la Filmoteca Colombiana, que más adelante se convertiría en la Cinemateca Colombiana. Pero mientras el aparato productivo de la televisión despegaba, el cine se quedó relegado. Apenas en 1997, con la Ley de Cultura, volvió a ponerse atención sobre los bienes culturales y se intentó abrir caminos para proteger esa parte del patrimonio nacional.
Por eso Correa afirma: “Desde 1997 este panorama ha empezado a cambiar y lo ha hecho tan radicalmente que muchos han olvidado lo difíciles que eran nuestras condiciones hace medio siglo o incluso hace 15 años”.
Antes de la Ley de Cine de 2003 se hacían tres películas al año y en 2012 se estrenaron 23. Sin embargo, todas las industrias culturales constituyen hoy sólo el 0,46% del PIB nacional. Pero las instituciones dedicadas a la cultura en el Distrito son optimistas y a sus funcionarios se les ve felices con este nuevo decreto. Esta ley llega en el mismo momento de la construcción de la nueva Cinemateca de Bogotá, de IndieBo, festival de cine independiente, y luego del Bogotá Adiovisual Market, que sirvió para concretar relaciones comerciales entre distribuidores y realizadores. Si todo sale bien, si las instituciones conversan y si el dinero se asigna como debe ser, seguramente las pantallas de distintas salas del mundo sabrán de nosotros.

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