Con la creación de la Comisión Fílmica, el Distrito espera que el cine nacional despegue. Este parece ser el mejor de los momentos para crear con imágenes
Imagen de la película Roa, una producción ambientada en los años 40 en Colombia./elespectador.com |
Para grabar una escena de la película Roa en la Plaza de Bolívar, el
director Andrés Baiz, a través de su equipo de producción, gestionó
nueve permisos de nueve oficinas distintas del Distrito. Tuvo que
desarrollar estrategias que les permitieran obtener los documentos
necesarios en el tiempo previsto, todo un arte en el que los productores
de campo colombianos han sabido formarse: caerles bien a los
funcionarios, llevarles dulces a las secretarias y correr mucho. A pesar
de eso, el filme se llevó seis galardones en los Premios Macondo, que
resaltan lo mejor del cine nacional, y fueron nominados a los premios
Platino de Iberoamérica.
“A pesar de” parece ser la premisa del
cine nacional. A pesar de los obstáculos, se terminan las películas.
Pero luchar contra los problemas es el objetivo de la Comisión Fílmica
de Bogotá, una entidad creada por el decreto 340 de 2014, que, entre
otras cosas, pretende simplificar los trámites para que se puedan grabar
audiovisuales en el espacio público capitalino. El PUFA (Permiso
Unificado para las Filmaciones Audiovisuales) será emitido a partir de
marzo de 2015 a través de internet. Pretende integrar distintas
instituciones, entre ellas a la Policía Nacional, y así garantizar la
seguridad de los rodajes, una de las preocupaciones más importantes de
los realizadores nacionales y extranjeros a la hora de producir.
“La
idea es que no sea un problema más, porque muchos veces se termina
consiguiendo lo contrario”, afirma Santiago Trujillo, director del
Instituto Distrital de las Artes (Idartes). Y Julián David Correa,
director de la Cinemateca Distrital, agrega: “Hoy estamos de celebración
porque tenemos el decreto en las manos, pero en realidad lo que tenemos
es mucho trabajo”.
La Comisión no solamente pretende ser la
oficina de los trámites, sino también un espacio para promover el cine
local que, según la Cámara de Comercio de Bogotá (CCB), congrega el 92%
de las ofertas de servicios creativos del país. Según Correa, una de las
preguntas que se hacen los productores extranjeros cuando vienen a
trabajar a Colombia con el compromiso de contratar personal local es:
“¿Y ellos hablan inglés?”. Por eso, la Comisión también tiene en mente
desarrollar una política educativa que le permita a la industria
cinematográfica del país ser competitiva.
En las películas
aprobadas desde la creación de la ley de fomento a la industria
cinematográfica en 2012 —que contempla la devolución del 40% de los
gastos realizados durante el rodaje de grandes producciones en Colombia—
han sido empleadas 560 personas y algunas se han quedado en el equipo
de los productores extranjeros para proyectos futuros. “La cultura ya no
quiere estar intramuros”, afirma Clarisa Ruiz Correal, secretaria de
Cultura. De la mano del proceso de restauración del centro histórico de
la ciudad y de la Ley de Cine de 2003, con este nuevo decreto se espera
atraer a productores de todo el mundo y concentrarlos en Bogotá. “La
industria del cine del mundo definitivamente es muy pequeña. Una mala
experiencia en Bogotá puede ser nefasta, porque los productores se
hablan entre ellos. Es importante construir confianza. Se trata de que
todos trabajemos ahora de la mano. De ahí la importancia de crear todos
estos protocolos, de forma que sean amigables con la gente que viene a
filmar en Bogotá”, dice Claudia Triana, directora de Proimágenes.
Según
archivos de la Cinemateca de Bogotá, para 1940, mientras en Colombia se
hacía un largometraje al año, en México o Argentina se hacían 50. En
1932, la Ley 12, que apoyó la Guerra contra Perú, creó un impuesto del
10% sobre las boletas a espectáculos públicos. En 1942 se firmó la Ley 9
y por primera vez se piensa desde el Estado en el fomento del cine.
Pero las buenas intenciones se quedaron en palabras y los creadores se
vieron obligados a esperar hasta 1966, cuando empezó su reglamentación.
En 1954 se inauguró la televisión en Colombia. Ese mismo año se fundó la
Filmoteca Colombiana, que más adelante se convertiría en la Cinemateca
Colombiana. Pero mientras el aparato productivo de la televisión
despegaba, el cine se quedó relegado. Apenas en 1997, con la Ley de
Cultura, volvió a ponerse atención sobre los bienes culturales y se
intentó abrir caminos para proteger esa parte del patrimonio nacional.
Por
eso Correa afirma: “Desde 1997 este panorama ha empezado a cambiar y lo
ha hecho tan radicalmente que muchos han olvidado lo difíciles que eran
nuestras condiciones hace medio siglo o incluso hace 15 años”.
Antes
de la Ley de Cine de 2003 se hacían tres películas al año y en 2012 se
estrenaron 23. Sin embargo, todas las industrias culturales constituyen
hoy sólo el 0,46% del PIB nacional. Pero las instituciones dedicadas a
la cultura en el Distrito son optimistas y a sus funcionarios se les ve
felices con este nuevo decreto. Esta ley llega en el mismo momento de la
construcción de la nueva Cinemateca de Bogotá, de IndieBo, festival de
cine independiente, y luego del Bogotá Adiovisual Market, que sirvió
para concretar relaciones comerciales entre distribuidores y
realizadores. Si todo sale bien, si las instituciones conversan y si el
dinero se asigna como debe ser, seguramente las pantallas de distintas
salas del mundo sabrán de nosotros.
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