Clásicos. Una reedición de Frankenstein, exquisitamente ilustrada, permite retomarlo como una extraordinaria fábula sobre la identidad
MARY SHELLEY. Narradora, dramaturga, ensayista y biógrafa británica./revista Ñ |
En dos años, Frankenstein , la obra maestra de Mary
Shelley, cumplirá dos siglos de su composición (fue publicada con
posterioridad, en 1818) y sus virtudes se conservan tan inmortales como
el ser extraordinario que la protagoniza y que carece de nombre. No por
nada un clásico llega a serlo. Son tantos los sentidos concurrentes en
esta novela, que una historia de sus diferentes lecturas alcanzaría para
dar un panorama de algunas de las principales preocupaciones que
atravesaron a la sociedad, del Romanticismo a esta parte. Y no sólo eso,
también la manera como ellas mismas fueron cambiando en su apreciación.
Sin
ir más lejos, la idea de monstruo, identificada a comienzos del siglo
XIX con la bestia opuesta al género humano y carente de todos sus
atributos, evolucionó hacia la del ser asocial o el serial killer
, es decir, el excluido que descarga su furia contra la sociedad. Leído
ahora, el verdadero monstruo de la novela no es otro que el propio Dr.
Frankenstein, que en su intento de emular a dios dando vida, genera un
ser sin destino posible, del que se rehúsa a hacerse cargo. Su empresa
tiene éxito pero no propósito, por eso se transforma en una abominación,
convirtiéndose él mismo en el primer responsable de los crímenes que
comete su criatura.
Y ella, ¿a qué orden de la naturaleza podría
integrarse, ensamblada como está de diferentes restos humanos,
prefiguración de los futuros trasplantes de órganos? Aquí, Mary Shelley
introduce una cuestión fundamental: ¿cómo se constituye el yo? El ser
que no es animal ni todavía humano, deviene tal y consciente de sí por
la adquisición del lenguaje, que aprende por imitación. Una vez que lo
domina, está en condiciones de enfrentarse a Víctor Frankenstein para
solicitarle un pacto extorsivo: la creación de una compañera con quien
compartir las desventuras de su triste condición. Con ella, vivirá
retirado del mundo sin provocar daño alguno. De lo contrario, asesinará a
todo el entorno del científico. “Estaré contigo en tu noche de bodas”,
lo amenaza.
Acaso la nota más sobresaliente de la novela sea la
extraordinaria fábula sobre la identidad que propone y que podría
hacerse extensiva a las preguntas que las nuevas modalidades de
gestación plantean actualmente.
La serie de ilustraciones de
Elena Odriozola y su teatrillo de papel, que son el valor agregado de
esta reedición de lujo, además de la excelente traducción, aluden con
oscura melancolía a estos aspectos. Origen e identidad. ¿De dónde
venimos? ¿Qué o quiénes somos? ¿Cómo llegamos a ser lo que somos?
Obsedido
por estas preguntas que no puede responderse, a diferencia del odioso
Dr. Frankenstein, el monstruo salido de su laboratorio se nos antoja el
ser más digno de piedad y comprensión, espejo anfractuoso del género
humano.
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