Con sólo cuatro libros publicados en vida, J.D. Salinger se convirtió en uno de los autores más queridos de las letras del Siglo XX. Pero su vida está rodeada de enigmas y sombras. Dejó de publicar a los 44 años, recluyéndose en una granja. Su gran novela, El guardián entre el centeno, macabremente, inspiró al asesino de John Lennon. Aunque luchó en la Segunda Guerra Mundial, nunca escribió directamente sobre esa experiencia. Y sus devotos aun esperan obras póstumas
J.D. Salinger, una vida secreta./revista Ñ |
I.
Los libros publicados por J.D. Salinger (1919-2010) tienen
un aura de perfección y misterio que poquísimos autores modernos han
logrado conseguir. (Tal vez Rimbaud, solamente). Aunque la explicación
final está en el enigma inherente al arte, hay varios factores
pragmáticos que se pueden enumerar.
Por empezar, son pocos: una novela (El guardián entre el centeno, 1951); una colección de cuentos (Nueve cuentos, 1953) y dos libros más que están entre nouvelles y cuentos largos (Franny y Zooey, 1961; y Levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymour: una introducción,
1963). Sólo cuatro libros. (Salinger publicó varios cuentos más en
revistas que no eligió coleccionar o reeditar. Es más, a principios de
los años 70 demandó –con éxito– a los editores de un libro de cuentos no
coleccionados).
En segundo lugar, como James Dean y
Kurt Cobain, Salinger tuvo una vida creativa truncada: su primer libro
salió cuando tenía 32 años y el último se publicó cuando tenía 44.
Aunque no murió joven, que haya abandonado la publicación en pleno auge
de su fama y talento se vivió entre sus seguidores casi como un
suicidio. Pero un suicidio lento y extraño, nunca confirmado del todo.
Se preguntaban, y se siguen preguntando: ¿Qué hubiera pasado si hubiera
seguido escribiendo? ¿Cuantos libros milagrosos le quedaron por entregar
al mundo?
Otro motivo por su aura de perfección tiene
que ver con el control maniático que Salinger mismo ejerció sobre su
obra, una vez publicada. No permitió adaptaciones al cine o el teatro
(salvo una excepción al principio de su carrera, con un cuento, y lo
lamentó profundamente). Ejerció control hasta sobre el diseño de las
tapas de las reediciones de sus libros –que nunca dejaron de venderse en
cantidades masivas–, eligiendo una presentación sencilla, sin imágenes,
ni foto de autor, ni biografía. En los Estados Unidos, por lo menos,
millones de adolescentes llevaban los tomos de Salinger consigo como si
fueran textos sagrados y talismanes, a la vez, contra el conformismo
gris del mundo de los adultos.
Por fin, para concluir
esta lista incompleta de razones de la misteriosa perfección de las
obras de Salinger, hay que mencionar su vida, su nebulosa biografía.
Hasta muy poco, lo único que se sabía de Salinger era que abandonó su
Manhattan natal a principios de los años cincuenta para ir a vivir en el
bosque en New Hampsire, a cultivar su huerto orgánico, estudiar las
religiones orientales y escribir para sí mismo como se trataría de orar o
meditar. (Y se anticipó una década a los hippies).
Finalmente,
hay que mencionar un lado oscuro de la obra de Salinger que también es
una parte clave de su mística. El 8 de diciembre de 1980, John Lennon
fue asesinado en Manhattan por un tal Mark David Chapman de 25 años, que
había viajado desde Hawaii para cumplir su macabra misión. Tras pegarle
cuatro tiros mortales, Chapman se sentó en la vereda delante del
edificio Dakota, al lado oeste del Central Park (donde vivía Lennon con
Yoko Ono y su primer hijo, Sean) y se puso a leer El guardián entre el centeno.
Los policías se lo tuvieron que sacar de las manos antes de llevarlo
preso. Chapman se sentía tan identificado con Holden Caufield, el
protagonista de ese libro, que había pasado los días en Nueva York
previos al asesinato copiando las acciones de Caufield en la novela.
Entre otras cosas, dijo que mató a Lennon para prevenir que se
convirtiera en un falso (un phoney), una de las obsesiones del antihéroe de Salinger.
Como
si fuera poco, en menos de cuatro meses, hubo un atentado contra la
vida de Ronald Regan, el entonces presidente de los Estados Unidos. El
culpable, John Hinkley Jr., reconoció que una de sus motivaciones fue
llamar la atención de la actriz Jodie Foster. Pero también –como
Chapman– citaba El guardián entre el centeno entre sus
principales influencias. Se dice, además, que Lee Harvey Oswald, el
supuesto asesino de John F. Kennedy, también era un lector fanático de
la novela.
Entonces, además de misterio y perfección,
la obra de Salinger tiene una extraña vida propia. Opera en el mundo
extra literario, como un fantasma o un demonio. El gran logro literario
de Salinger, El guardian entre el centeno, es una obra –como Macbeth– a su vez sublime y maldita.
II.
Uno
podría leer y releer los cuatro libros de Salinger sin deducir de ellos
el dato autobiográfico más central de la vida del autor: que fue un
soldado de combate en la Segunda Guerra Mundial. Específicamente,
Salinger participó de la invasión de Normandía el 6 de junio de 1944.
Según la biografía, J.D. Salinger, a life (2012) de
Kenneth Slawenski, un mes después de la invasión, de los 3.080 soldados
en el regimiento de Salinger, solo sobrevivieron 1.130. Fue el comienzo
de la guerra para Salinger. Sabiendo esto, uno inevitablemente se
pregunta cómo esta experiencia entra en su ficción.
La
guerra de Salinger fue dura. Estuvo en la batalla del Bosque de Hürtgen,
uno de los episodios más dantescos en una de las guerras más horribles
de la historia humana; estuvo presente el la liberación de los
prisioneros del campo de concentración de Dachau; y en los últimos meses
de la guerra, Salinger trabajó en un equipo de contrainteligencia
arrestando e interrogando a ciudadanos en pueblos previamente ocupados
por el enemigo.
Repetimos. Aquí esta el misterio
central de la vida y obra de Salinger. Por qué nunca habló o escribió
directamente sobre estas experiencias. La tragedia de la guerra aparece
solamente tangencialmente en algunos de sus cuentos, por ejemplo en Un día perfecto para el pez banana,
donde Seymour Glass –un personaje de varios cuentos de Salinger– se
suicida, irrevocablemente traumado por sus experiencias en la guerra.
Pero Salinger, a diferencia de Hemingway o Norman Mailer (escritores
contemporáneos que hicieron su gran fama convirtiendo sus experiencias
de la Segunda Guerra Mundial en novelas clásicas) Salinger no usó sus
experiencias de guerra para hacer ficción.
Esto, sin
embargo, no significa que no escribió durante la guerra. Al contrario,
según los soldados en su regimiento, muchas veces lo vieron tipiando
furiosamente aun cuando aguantaban un bombardeo alemán.
III.
El
mundo ficcional de Salinger es casi completamente apolítico y
ahistórico. Sus protagonistas son, principalmente, adolescentes. Junto
de Holden Caufield, el irónico y rebelde alumno de secundaria, la gran
creación de Salinger fue la familia Glass: dos padres y sus cinco hijos y
dos hijas, superdotados y excéntricos, que se criaron en un enorme
departamento en el Upper East Side. (La película Los excéntricos Tenenbaum del director Wes Anderson crea un mundo muy parecido a la familia Glass).
En
New Hampshire donde Salinger se fue a vivir para huir del mundo
literario y de su fama, el autor escribía en un bunker alejado de la
casa que compartía con su esposa e hija. Según su último biógrafo,
trabajaba más de 12 horas por día. Las paredes de su estudio estaban
cubiertas de cronologías, biografías y episodios de la vida de la
familia Glass. Salinger no veía un futuro como autor sin ellos.
En
cuanto a Holden Caufield… Aunque Caulfield es un heredero directo de
Huckelberry Finn es, también, una creación completamente original en las
letras estadounidenses. Leyéndolo hoy, sin contexto histórico, sería
difícil percatarse cuán revolucionario fue. El uso de slang y su actitud contracultural resultó shokeante
para las normas de la cultura estadounidense de 1951. Por lo tanto, a
la vez de ser –desde el comienzo– un bestséller, ha sido uno de los
libros más censurados en la historia de las letras de ese país. Entre
las partes más escandalosas fue el uso de la frase “Fuck You”.
Claramente, era otro mundo.
IV.
El lector
apasionado de Salinger tiene que tomar una decisión. (Es la misma
decisión que hay que tomar en el caso de muchos autores que huyen de la
publicidad, como el de Thomas Pynchon o Cormac McCarthy). ¿Cuánto quiere
enterarse sobre la vida del autor? ¿Es más honesto obedecer el deseo de
Salinger y dejarlo completamente en paz? ¿O es el derecho de un lector
apasionado aprender de la vida de cual surgió la obra? ¿O es más honesto
y sano limitarse solamente a los textos?
Cada uno
tomará su propia decisión, pero la opinión de este columnista es que
para mejor apreciar el mundo de Salinger hay que restringirse a su obra y
dejar al hombre en paz. Muchos autores hablan de la importancia de la
obra por encima de la figura del autor. En conferencias, entrevistas,
simposios y columnas de opinión se quejan sobre el trabajo de ser autor
en vez de meramente escribir. Salinger sentía esa incomodidad, pero en
vez de quejarse tomó acción. Se apartó del mundo que consideraba falso
con la honradez y absolutismo de un monje. Habrán muchas cosas aun por
descubrir de la vida de Salinger, pero nada va cambiar el hecho
fundamental de su vida como autor: el de dejar de escribir. Fue tan
drástica e misteriosa como la misma decisión que tomó Rimbaud. Parte de
apreciar a Salinger es respetar esa decisión.
Pero a
diferencia de Rimbaud, aun persiste una seria duda sobre si en realidad
Salinger abandonó la escritura. Lo que abandonó fue la publicación. Eso
fue un sacrificio real que hizo en su vida para vivir en armonía con su
moral. Hasta ahora, sus admiradores y acólitos se han tenido que
limitar a releer su obra. En estas relecturas logramos una intimidad con
los personajes que llega a tener una calidez humana. Los conocemos casi
tanto como integrantes de nuestra propia familia. Es un regalo de amor
de Salinger. Y siempre es posible que en sus cuarenta años de silencio
estuviera escribiendo furiosamente. Es posible que poco a poco los Glass
sigan saliendo al mundo. Para los devotos, sería la mejor recompensa
por haber mantenido la fe en Salinger.
Más información:
Dead Caulfields. The Life & Works of J.D. Salinger
Salinger’s Big Appeal: The Life or the Work? (New York Times, 10/9/2003)
Justice to J.D. Salinger. Janet Malcolm. (NYRB, 21/6/2001)
The Catcher in the Rye. Top censored books (Time, 26/9/2008)
Who was J. D. Salinger? Adam Gopnik (The New Yorker, 9/5/2013)
J.D. Salinger: Glimpses of his hidden writing in new book (LA Times, 3/9/2013)
Salinger’s Big Appeal: The Life or the Work? (New York Times, 10/9/2003)
Justice to J.D. Salinger. Janet Malcolm. (NYRB, 21/6/2001)
The Catcher in the Rye. Top censored books (Time, 26/9/2008)
Who was J. D. Salinger? Adam Gopnik (The New Yorker, 9/5/2013)
J.D. Salinger: Glimpses of his hidden writing in new book (LA Times, 3/9/2013)
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