9.9.13

Espías sin control: el caso Snowden

Jürgen Habermas dice que la vigilancia y el control van a destruir la esfera privada y jaquear la democracia. Además, opinan Chomsky, Enzensberger y Zizek

Caretas de Snowden y de Manning. Dos símbolos contra el secreto y control desmedidos/revista Ñ
 
El escándalo desatado por el caso Snowden y la revelación de la vigilancia que ejerce sobre los ciudadanos, las empresas, etc., la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de los EE.UU., se prolonga con el de la complicidad entre los servicios de información occidentales, sobre todo alemanes, y los estadounidenses. Este caso suscitó más protestas y reacciones en Alemania que en Francia. Pese a la tregua estival, se organizaron manifestaciones al otro lado del Rin y la prensa le dio al tema un espacio importante. El filósofo Jürgen Habermas no ha sido indiferente a esta situación y lo explica en esta entrevista.
¿Cree que las revelaciones de Edward Snowden sobre las actividades de la NSA, el proceso a Manning y, en términos generales, el nivel alcanzado por la vigilancia de la sociedad civil desde el 11 de septiembre dan testimonio de una amenaza que pesa sobre la democracia?
Primero, es necesario situar el caso Snowden en su contexto estadounidense de origen: luego del 11 de septiembre de 2001, George W. Bush utilizó, hasta el punto de manipularlo, el trauma comprensible de la población. Envenenó la cultura política de su país histerizando la vida pública. De ese modo, consiguió una mayoría política no sólo para lanzar su guerra contra Irak, una guerra contraria al derecho internacional, sino también para otorgar al poder ejecutivo plenos poderes, contrarios a la Constitución estadounidense.
En virtud de la Patriot Act, los servicios secretos escapan a todo control. El problema no es solamente el volumen importante de datos que recolecta la NSA en todas partes y que maneja ella sola, hasta un nivel inconcebible. El ejemplo de Lavabit, el servicio de mensajería cifrada que se lanzó en Texas, lo demuestra. Esa empresa acaba de decidir suspender su actividad como modo de protesta contra el gobierno, porque ya no podía garantizar a sus clientes la protección de su esfera privada. El FBI, la NSA y otros organismos del Estado lograron acceder a ella bajo coacción, por la vía de la justicia, cuando la protección de la esfera privada está consagrada en la Constitución. Las recientes entrevistas secretas del presidente Obama con los directivos de Google, Facebook, Yahoo y Microsoft muestran que el poder de los servicios secretos estadounidenses frente a las empresas de Internet no es sólo un problema estadounidense sino que nos concierne a todos. Internet no conoce fronteras nacionales.
¿Las personas como Manning, Snowden o Julian Assange, a su modo de ver, constituyen un peligro para la seguridad nacional de sus países? ¿Son “traidores” o, por el contrario, “whistleblowers” cada vez más necesarios?
Quizá convendría evaluar el caso de Assange aparte. Pero todos los demócratas deben tener respeto por personas como Manning y Snowden, por su valentía cívica ejemplar.
¿Cree que asistimos a una especie de involución con la propuesta del presidente Obama de enmendar la Patriot Act? ¿En su opinión, esto indica que se ha llegado al límite de lo que puede soportar la democracia?
Todos depositamos grandes esperanzas en Obama. Entretanto, él cedió en numerosas cuestiones sensibles en el plano normativo. Ahora, sólo podemos esperar que, como jurista y patriota estadounidense respetuoso de la Constitución, no fracase. Los pueblos europeos también deben ejercer presión sobre sus propios gobiernos para que no subordinen los derechos de sus ciudadanos a necesidades de seguridad contrarias a las leyes de una nación amiga.No quisiera que esto se prestara a un malentendido: el antiamericanismo existe sin duda, en particular en Alemania, y desde hace largo tiempo, siempre aliado a prejuicios y a las corrientes políticas más repugnantes. Pero el respeto por los derechos elementales está en la base de la amistad entre los Estados Unidos y Europa.
Con estas revelaciones y el avance del populismo en Europa, ¿llegamos a un momento histórico en el que la cultura democrática se encuentra en peligro y cuestionada? ¿Cómo revertir esta tendencia? ¿Qué papel debe tener la Unión Europea?
En Europa, la democracia está también en peligro de un modo particularmente dramático en otra vertiente, sobre todo dentro de la zona euro, sacudida por la crisis. Con la agenda política que impone Alemania a sus socios, no lograremos terminar con la crisis bancaria, la crisis de las deudas estatales y la crisis económica. Los desequilibrios económicos entre los estados miembros se agravarán cada vez más si no elaboramos una política fiscal, económica y social común.
Si esto se hace a espaldas de los ciudadanos, de un modo tecnocrático, la democracia, que hasta ahora sólo funciona dentro del marco de la nación-estado, quedará completamente vaciada. En esa situación, las elecciones europeas que tendrán lugar dentro de un año van a desatar una ola de populismo de derecha. Esa posibilidad sólo puede impedirse mediante una alianza de los partidos proeuropeos y un acuerdo entre ellos sobre un cambio político que tenga como objetivo un núcleo duro europeo que funcione sobre la base de la integración democrática. Pero queda poco tiempo para lograrlo. 

Habermas básico

Nació en Düsseldorf en 1929. Filósofo y sociólogo. Es reconocido por sus trabajos en filosofía práctica (ética, filosofía política y del derecho). De 1956 a 1959 fue ayudante y colaborador de Adorno en el Instituto de Investigación Social de Fráncfort. De 1971 a 1983 fue director en el Instituto Max Planck. Es autor de: “Historia y crítica de la opinión pública”; “La constelación posnacional. Ensayos políticos”; “La constitución de Europa”; “Dialéctica de la secularización. Sobre la razón y la religión”, entre otros.

(c) Le Monde. Traducción: Elisa Carnelli

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