El escritor escocés firma la nueva versión literaria del agente 007 de Ian Fleming Solo, que ha recibido buenas críticas en Reino Unido, llegará a España en octubre
William Boyd ha escrito Solo, el libro que celebra los 60 años de la serie literaria sobre 007. / U. Andersen./elpais.com |
Más allá del icono cinematográfico, de ese agente infalible que
aplica su licencia para matar con la frialdad de un estilete, el James
Bond creado por Ian Fleming es un individuo complejo, con sus
contradicciones y errores, incluso de lágrima fácil. “Un hombre real”,
según la disección de William Boyd, el último de una nómina de
escritores que, desde la muerte del autor original, han perpetuado la
serie de novelas de 007, cuyo primer libro se publicó hace 60 años. El
agente al servicio de Su Majestad ha regresado esta semana a las
librerías británicas con una nueva aventura titulada Solo (el
libro llegará el 16 de octubre a España, editado por Alfaguara) en la
que, si bien no faltan los elementos más reconocibles de la marca, Boyd
ha querido “dejar de lado el Bond de las películas para centrarme en el
literario”.
Solo nos traslada al Londres de 1969, cuando los servicios
secretos británicos encomiendan al ya veterano 007 una misión en África
que acabará operando un giro inesperado. Lo que en principio era un
trabajo profesional, uno más, se convierte en cuestión personal y en una
venganza. La trama arranca con un tono mucho más lúdico, en una
habitación del legendario hotel londinense The Dorchester, donde Bond ha
decidido regalarse una noche para festejar su 45 cumpleaños. En
palabras de Boyd, Bond es un sensualista entregado a los placeres del
buen comer —en el relato se detalla sus opíparos desayunos, almuerzos y
cenas—, de los buenos vinos, además del famoso Martini, del tabaco y las
mujeres.
William Boyd, escocés aunque nacido en Ghana (1952), es el tercer
autor (tras Sebastian Faulks y Jeffery Deaver) al que los herederos de
la franquicia han encomendado una “novela oficial” de James Bond en el
nuevo milenio (en décadas anteriores retomaron el personaje prestigiosos
escritores, como Kingsley Amis). Antes de encarar el que ha sido su
primer libro por encargo, se autoimpuso volver a leer los 12 títulos y
ocho relatos cortos que Ian Fleming consagró al espía entre 1953 y 1964,
y en orden cronológico, para extraer “la verdadera naturaleza del
personaje”. Ese fue el cuaderno de bitácora para un novelista que en las
últimas tres décadas ha aunado calidad y éxito comercial en su obra,
desde su estreno en el mundo literario con Un buen Hombre en África (1981).
Profundo conocedor de la obra y la vida de Fleming, en la que se
había sumergido durante su etapa como periodista, las facetas cultivadas
por Boyd también en el cine le brindaron la oportunidad de trabajar con
tres de los actores que han encarnado a 007 en la gran pantalla: hace
trece años dirigió al último Bond, Daniel Craig, en la cinta La trinchera, y escribió los guiones de otras dos películas interpretadas por Pierce Brosnan y Sean Connery (Mr Johnson y Un buen Hombre en África, basado en su propia novela).
“Parece que era mi destino”, señala sobre esa y otras coincidencias,
como el hecho de que el James Bond de Fleming viva en un piso alquilado
(“a 200 metros de mi casa”, especifica Boyd) en el barrio londinense de
Chelsea.
Solo busca recuperar algunos aspectos de la figura de Bond
que han quedado desdibujados en su proyección fílmica: “Por ejemplo, que
Bond no es inglés, sino mitad escocés y mitad suizo, que tiene una
personalidad compleja y difícil o que vomita ante escenas sangrientas o
repugnantes… Es mucho más interesante que en el cine”, explica Boyd.
El 007 del nuevo libro nació en 1924 porque así lo estableció Ian
Fleming al insertar su obituario en la última novela que publicó en
vida, Solo se vive dos veces (los restantes personajes de la trama creen
que el agente ha muerto). “Eso significa, entre otras cosas, que tenía
la edad para combatir durante la Segunda Guerra Mundial”, justifica el
escritor escocés sobre el traumático pasado como soldado que atribuye al
protagonista de Solo, y que cree que “sorprenderá especialmente a los fans de Bond”.
Boyd ha elegido como principal escenario de su historia el continente
africano, en el que 007 nunca había recalado antes (si exceptuamos una
breve incursión de dos días en Diamantes para la eternidad). “Quería una
novela realista, no una trama tonta”, asegura Boyd, y para nutrirla se
ha inventado un país muy parecido a la Nigeria de 1969, donde las
motivaciones geopolíticas y los intereses corporativos extranjeros en
los recursos naturales del país definirán los acontecimientos.
La acogida en el Reino Unido ha sido buena. La mayoría de los medios
británicos ha coincidido a la hora de subrayar que la labor de
introspección en el legado de Ian Fleming que encarna Solo no
resta enteros a la vocación de entretenimiento que tiene cualquier libro
de James Bond. Los elementos clásicos de la receta también están ahí:
acción, virajes en la trama, féminas de muy buen ver y la inevitable
copa de Martini… con las instrucciones precisas del protagonista para
que se los sirvan agitado pero no revuelto.
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