Historia política. En su Crónica de Tercer Reich, Richard Overy explica cómo Hitler llegó y se sostuvo en el poder, ejerciendo una lúgubre fascinación
Overy: "El ascenso al poder de Hitler puede atribuirse a una combinación de suerte, sentido de la oportunidad y ambición"./revista Ñ |
Aunque en la historia de Alemania del siglo XX, la instauración
del sistema político-económico-social-militar-cultural del hitlerismo
sólo ocupó doce años, el cataclismo bélico desatado por Adolf Hitler y
el genocidio de los judíos europeos han tenido repercusiones muy lejos
del espacio germánico y aún sigue resonando en la historia presente.
El historiador británico Richard Overy, especializado en el asunto, escribió una Crónica del Tercer Reich que Tusquets presenta en un edición con numerosas ilustraciones de aquel período y un detallado racconto histórico de cómo surgió de las entrañas alemanas y en un contexto determinado el Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores que de una conformación muy minoritaria alcanzará el poder de un país desgarrado por las consecuencias de la derrota en la Primera Guerra Mundial.
Dice el autor que “el interés constante por la historia del Tercer Reich hitleriano no es sólo un problema alemán, sino que tiene repercusiones más complejas para la sociedad germana. Como símbolo, el Tercer Reich tiene mucho que decir sobre la capacidad de los seres humanos para cometer contra otras personas actos de violencia atroz de una magnitud todavía difícil de entender o explicar, incluso después de setenta años más de guerras y genocidios. La singularidad del Reich hitleriano, surgido en el seno de la Europa desarrollada, es lo que explica, al menos hasta cierto punto, la lúgubre fascinación que todavía hoy en día ejerce en el mundo. Para el presente de Alemania, a la que la soberbia ambiciosa condujo al borde de la deserción, ese período histórico de sólo doce años sigue teniendo un peso inevitable”.
Overy recuerda que para la sociedad alemana “no fue tan fácil dejar del lado al Tercer Reich”. En un acto de amnesia colectiva, el esfuerzo por construir un nuevo país animó a muchos de sus ciudadanos a “dejar atrás el pasado”, Alemania Occidental aprobó en 1949, una Ley de Amnistía para los acusados durante el proceso de desnazificación o los que estuvieran a punto de ser juzgados, lo que benefició a unos 792.000 alemanes y, poco más tarde, los aliados occidentales liberaron a criminales de guerra que aún estaban en su poder. A mediados de la década de 1950 decenas de miles de ex miembros del Partido Nazi participaban en la vida pública y, en el marco de la confrontación con la URSS, Alemania inició su rearme e ingresó a la OTAN.
Pero desde los 60, motu propio, distintos gobiernos instruyeron cientos de casos contra guardias de campos de concentración, miembros de los batallones de policía que asesinaron a judíos en el frente oriental, mandos de las SS y otros individuos responsables del terror. Para el autor, el juicio en Jerusalén contra Adolf Eichmann secuestrado por fuerzas de seguridad israelíes en Buenos Aires, alentó la búsqueda de justicia. Por caso los llamados Juicios de Auschwitz entre 1963 y 1965 proporcionaron la oportunidad de presentar la historia completa de los horrores cometidos en ese campo de exterminio.
La “sup eración del pasado” se convirtió en un debate público cuando en los 80 estalló una disputa entre historiadores. Algunos sostenían que el Reich era fruto de la historia alemana “no sólo como una aberración”. Las discusiones se reabrieron cuando la caída del Muro. “En el bloque soviético la historia del Tercer Reich se vio como un producto del imperialismo capitalista” y “el terror de clase se consideró más importante que el racismo del sistema” que derivó en que los alemanes orientales tuvieran –escribe– “una idea muy imprecisa de los actos cometidos por la Alemania hitleriana”. En todo caso, “el resultado ha sido un penoso esfuerzo por asumir por fin el pasado nacionalsocialista”. Finalmente se construyó un monumento a las victimas judías y se descubrió que Degussa, una de las empresas que promocionaban materiales para la construcción “había sido la casa matriz de la que había fabricado el Zyklon B para las cámaras de gas de Birkenau”. Estalló un escándalo, las obras se detuvieron pero finalmente el monumento de Berlín se inauguró el 10 de mayo de 2005 “pero no hay en él palabras que indiquen a qué se refiere” Los grupos neonazis están proscriptos en Alemania o son muy minoritarios, pero expresiones políticas racistas, xenófobas de reminiscencias fascistas, tienen presencia electoral mensurable en muchos países europeos que crecen en el marco de la crisis económica de más de un lustro.
El trabajo comentado narra detalladamente cómo se estableció la dictadura terrorista en Alemania, de qué modo se persiguió a los judíos, primero obligándolos a emigrar con las manos vacías y luego, expropiándolos, enviados a diversos campos donde fueron masacrados al igual que los judíos de toda Europa. La Crónica del Tercer Reich ayuda a conocer el mesianismo hitleriano, cómo se construyó el Estado totalitario y su expansión al principio sobre Austria y una parte de Checoslovaquia, ante la impavidez de las otras potencias hasta el desencadenamiento de la guerra, que causó más de 50 millones de muertos.
El historiador británico Richard Overy, especializado en el asunto, escribió una Crónica del Tercer Reich que Tusquets presenta en un edición con numerosas ilustraciones de aquel período y un detallado racconto histórico de cómo surgió de las entrañas alemanas y en un contexto determinado el Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores que de una conformación muy minoritaria alcanzará el poder de un país desgarrado por las consecuencias de la derrota en la Primera Guerra Mundial.
Dice el autor que “el interés constante por la historia del Tercer Reich hitleriano no es sólo un problema alemán, sino que tiene repercusiones más complejas para la sociedad germana. Como símbolo, el Tercer Reich tiene mucho que decir sobre la capacidad de los seres humanos para cometer contra otras personas actos de violencia atroz de una magnitud todavía difícil de entender o explicar, incluso después de setenta años más de guerras y genocidios. La singularidad del Reich hitleriano, surgido en el seno de la Europa desarrollada, es lo que explica, al menos hasta cierto punto, la lúgubre fascinación que todavía hoy en día ejerce en el mundo. Para el presente de Alemania, a la que la soberbia ambiciosa condujo al borde de la deserción, ese período histórico de sólo doce años sigue teniendo un peso inevitable”.
Overy recuerda que para la sociedad alemana “no fue tan fácil dejar del lado al Tercer Reich”. En un acto de amnesia colectiva, el esfuerzo por construir un nuevo país animó a muchos de sus ciudadanos a “dejar atrás el pasado”, Alemania Occidental aprobó en 1949, una Ley de Amnistía para los acusados durante el proceso de desnazificación o los que estuvieran a punto de ser juzgados, lo que benefició a unos 792.000 alemanes y, poco más tarde, los aliados occidentales liberaron a criminales de guerra que aún estaban en su poder. A mediados de la década de 1950 decenas de miles de ex miembros del Partido Nazi participaban en la vida pública y, en el marco de la confrontación con la URSS, Alemania inició su rearme e ingresó a la OTAN.
Pero desde los 60, motu propio, distintos gobiernos instruyeron cientos de casos contra guardias de campos de concentración, miembros de los batallones de policía que asesinaron a judíos en el frente oriental, mandos de las SS y otros individuos responsables del terror. Para el autor, el juicio en Jerusalén contra Adolf Eichmann secuestrado por fuerzas de seguridad israelíes en Buenos Aires, alentó la búsqueda de justicia. Por caso los llamados Juicios de Auschwitz entre 1963 y 1965 proporcionaron la oportunidad de presentar la historia completa de los horrores cometidos en ese campo de exterminio.
La “sup eración del pasado” se convirtió en un debate público cuando en los 80 estalló una disputa entre historiadores. Algunos sostenían que el Reich era fruto de la historia alemana “no sólo como una aberración”. Las discusiones se reabrieron cuando la caída del Muro. “En el bloque soviético la historia del Tercer Reich se vio como un producto del imperialismo capitalista” y “el terror de clase se consideró más importante que el racismo del sistema” que derivó en que los alemanes orientales tuvieran –escribe– “una idea muy imprecisa de los actos cometidos por la Alemania hitleriana”. En todo caso, “el resultado ha sido un penoso esfuerzo por asumir por fin el pasado nacionalsocialista”. Finalmente se construyó un monumento a las victimas judías y se descubrió que Degussa, una de las empresas que promocionaban materiales para la construcción “había sido la casa matriz de la que había fabricado el Zyklon B para las cámaras de gas de Birkenau”. Estalló un escándalo, las obras se detuvieron pero finalmente el monumento de Berlín se inauguró el 10 de mayo de 2005 “pero no hay en él palabras que indiquen a qué se refiere” Los grupos neonazis están proscriptos en Alemania o son muy minoritarios, pero expresiones políticas racistas, xenófobas de reminiscencias fascistas, tienen presencia electoral mensurable en muchos países europeos que crecen en el marco de la crisis económica de más de un lustro.
El trabajo comentado narra detalladamente cómo se estableció la dictadura terrorista en Alemania, de qué modo se persiguió a los judíos, primero obligándolos a emigrar con las manos vacías y luego, expropiándolos, enviados a diversos campos donde fueron masacrados al igual que los judíos de toda Europa. La Crónica del Tercer Reich ayuda a conocer el mesianismo hitleriano, cómo se construyó el Estado totalitario y su expansión al principio sobre Austria y una parte de Checoslovaquia, ante la impavidez de las otras potencias hasta el desencadenamiento de la guerra, que causó más de 50 millones de muertos.
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