La cita del Retiro pasa su ecuador temerosa por la caída general de ventas
Marina Rodríguez Martínez, la primera lectora de Cien años de soledad en el homenaje a García Márquez, ayer en la Feria del Libro. / Kike Para./elpais.com |
En la orilla de la sombra, al borde del sol de las once de la mañana,
la voz de la niña suena sin los nervios que había augurado ella misma.
Con sus doce años, Marina Rodríguez Martínez se había tomado
completamente en serio la misión de inaugurar el homenaje a Gabriel García Márquez con la lectura de Cien años de soledad,en la jaima de la 73ª Feria del Libro de Madrid
Ella, que es una buena lectora, no lo había leído, pero sabía que a sus
padres les gustaba mucho. Así es que cuando el miércoles su papá le
preguntó si le apetecería empezar la lectura el domingo 8 de junio
Marina no lo dudó. Y eso que al día siguiente, jueves, tenía examen en
el colegio. Pero desde esa tarde empezó a leer la novela y a repasar
muchas veces las casi dos páginas que le correspondían.
Llega la cita del domingo. Ella aparece media hora antes. Está ahí porque alguien de la editorial de García Márquez,
Penguin Random House, conoce a sus padres y sabe que a ella le encanta
leer. A las once y dos minutos su voz corre clara y segura, detrás del
atril, hasta donde entra el sol:
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento,
el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en
que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea
de veinte casas de barro y caña brava…”.
La niña no ha terminado de leer toda la novela, pero dice que le
gustan todas las aventuras que hay ahí, sobre todo por las historias que
ella se imagina a partir de episodios narrados por el escritor
colombiano (Aracataca, 1927-México DF, 2014). Marina termina de leer y
continúa la escritora Julia Navarro. Tras ellas más lectores espontáneos
que pasan por allí y se ponen en la fila. “¡Quiero leerlo, quiero
leerlo! ¡Y en voz alta!”, exclama María José Ortiz, una educadora. Unos
quince minutos después lee:
“El niño perplejo en la puerta, dijo: ‘Se va a caer’. La
olla estaba bien puesta en el centro de la mesa, pero tan pronto el niño
hizo el anuncio, inició un movimiento irrevocable hacia el borde…”.
Querido Gabo, estés donde estés sigue mostrándonos el entresijo de los sentimientos humanos aunque algunas veces mintamos por necesidad"
Y así todo el día. Niños, jóvenes y adultos, un lector tras otro,
para luego dejar la dedicatoria en el libro de condolencias, por el
fallecimiento de García Márquez el pasado 17 de abril. Madrid lo
recuerda con mensajes que dicen: “Querido Gabo, estés donde estés sigue
mostrándonos el entresijo de los sentimientos humanos aunque algunas
veces mintamos por necesidad”. O: “Con 8 años Rebeca, mi hija, leyó la
primera página de Cien años de soledad, a cambio ganó un
regalo”. O: "No existen palabras en que pueda dejar reflejado mi más
sincero agradecimiento por iniciarme a amar la lectura". O: "Señor
García Márquez, donde esté sé siempre feliz".
Un homenaje en el ecuador de la cita editorial, literaria y comercial más importante de España, hasta donde siguen peregrinando escritores de medio mundo al encuentro con sus lectores.
Este año con mucha presencia de autores en otros idiomas que
revolucionan la feria con un efecto parecido al de uno de los pasajes
que han leído de Cien años de soledad:
“Cuando volvieron los gitanos, Úrsula había predispuesto
contra ellos a toda la población. Pero la curiosidad pudo más que el
temor (…). Eran gitanos nuevos. Hombres y mujeres jóvenes que solo
conocían su propia lengua (…). En un instante transformaron la aldea”.
Esos gitanos literarios de la feria han enriquecido esta edición al
llamarse Neil Gaiman, Anna Gavalda, John Connolly, Cornelia Funke, Mari
Jungstedt, Maha Akhtar, Guillaume Long, Federico Moccia, Nathan Filer,
Rébeca Dautreumer, Ben Brooks… Y así hasta una veintena de autores de
medio mundo que pasarán por el Parque del Retiro en sus 17 días de
feria. Ellos enriquecen el catálogo de títulos en España. Un lujo.
Porque el porcentaje de traducciones oscila entre el 12 y el 14%, una
cifra alta comparada con países como Estados Unidos donde apenas es del
4%. A ellos se suman los escritores latinoamericanos que han pasado por
aquí para recordar la diversidad del idioma español con nombres como los
argentinos Eduardo Sacheri y Andrés Neuman, el peruano Santiago
Roncagliolo, el chileno Rafael Gumucio, el colombiano Jorge Franco, los
cubanos Leonardo Padura y Ronaldo Menéndez…
Entre ellos y, sobre todo, los anfitriones, han hecho que en mitad de
la cita madrileña las ilusiones se mantengan, y los nervios estén
aplacados. Este año, más que nunca, coinciden libreros, editores y
autores, la cita madrileña va a ser la salvación del sector (normalmente
representa el 20% de las ventas anuales). Sin cifras oficiales de
ventas, los diez días que llevan han sido buenos. Hasta mediados de la
semana pasada se habían repartido más de 100.000 bolsas de la feria
donde la gente lleva el libro comprado. Aunque las cifras generales del
sector del año pasado no se han revelado, y las del semestre apenas se
comentan, todo indica que siguen en el borde del despeñadero. Desde
2008, año del comienzo de la crisis económica, hasta el año pasado el
descenso podría estar ya en el 40%, y las últimas cifras asoman
tenebrosas. Muchos temen que se haya llegado al 50% de caída. Todos
conjuran un destino como el de Macondo, ciudad de los espejos y los
espejismos, fabula del mundo y de la vida, condenada a Cien años de soledad:
“Como ocurrió durante la peste del insomnio, que Úrsula
se dio a recordar por aquellos días, la propia calamidad iba inspirando
defensas contra el tedio. (…) Macondo fue un lugar próspero y bien
encaminado hasta que lo desordenó y lo corrompió y lo exprimió la
compañía bananera…”.
A pesar de los diferentes vientos apocalípticos que se han cernido
sobre la industria editorial española, esta sigue aportando el 1% del
PIB. Hoy, 502 expositores, de las 364 casetas, están en un oasis en El
Retiro. Esperan que el ritmo se mantenga hasta el próximo fin de semana,
cuando termina la feria, y confían en que el comienzo del Mundial de
Fútbol, el jueves en Brasil, no les quite muchos lectores. Quieren
alejar una de las palabras del título de García Márquez, y enseñadas a
los niños, como Marina, en el Pabellón Infantil, donde en el libro Emocionario
(Palabras Aladas) se lee el significado de Soledad: “Es una ausencia de
compañía (…). ¿Es posible sentirse solo estando con gente? Sí. Cuando
no puedes contar con las personas. Para vencer la soledad es muy
importante la comunicación”.
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