Evelio Rosero ganó el Premio Nacional de Novela 2014 con la novela La carroza de Bolívar
Evelio Rosero, autor colombiano de La carroza de Bolívar, ganador del Premio Nacional de Novela 2014 del Ministerio de Cultura de Colombia./eltiempo.com, elespectador.com,revistaarcadia.com |
El escritor bogotano Jsé Evelio Rosero Diago ganó
este viernes, 6 de junio, el Premio Nacional de Novela 2014, que entrega el Ministerio de Cultura, con su novela La carroza de Bolívar, que
había resultado finalista con otras cuatro de sus colegas Tomás González,Temporal; Miguel Torres, El incendio de abril; y Fernando Vallejo, Casablanca la bella y El cuervo blanco.
Por eso, lo primero que el escritor comentó, cuando lo recibió en la Biblioteca Nacional, minutos
después de que la ministra Mariana Garcés anunciara el ganador, fue el
nivel de sus compañeros en la lista.
“Cualquiera de estos autores podía haber
merecido este premio. Esto lo hace todavía más importante para mí y
espero que sea esta la oportunidad de entregar el trabajo sobre Simón
Bolívar a los lectores colombianos que se interesen por la obra”, anota
Rosero (1958).
La carroza de Bolívar (Tusquets, 2012) es la
primera novela histórica de Rosero, en la que aborda el sonado suceso
de lo ocurrido con El Libertador en 1822, en Pasto (Nariño), cuando se
ordenó la tenebrosa masacre de la Navidad negra y se libró la Batalla de
Bomboná.
El escritor y editor Conrado Zuluaga, quien
tuvo a su cargo la lectura del acta de premiación, destacó que los
miembros del jurado querían destacar la “calidad de la obra, la puesta
literaria que afronta al combinar la ficción e historia, la dimensión
vital de sus personajes, el manejo del lenguaje y el humor y la sátira
que aflora en todas sus páginas.
¿Cree, como han comentado algunos críticos, que esta novela es una especie de ajuste de cuentas con la historia?
En cierto modo lo es, porque la historia
oficial no ha mostrado la cara debida en su total dimensión con
honestidad histórica. La verdad siempre ha estado oculta. Yo creo que
José Rafael Sañudo, el historiador nariñense en el que yo me baso, sí es
un historiador veraz, y justamente por eso creo que alimenta de verdad
mi obra. Un escritor es testigo de su tiempo, un escritor tiene que ir
por la verdad, porque el pasado histórico que nosotros como pueblo
tenemos, debe ser defendido completamente. Debe ser llevado a la obra
literaria o a la escena teatral o a la poesía tal y como es.
¿En qué momento la figura de Bolívar se le comenzó a volver una obsesión como les ha ocurrido a tantos otros autores nacionales?
Bueno, desde niño el Bolívar que yo encontraba
en el colegio era muy distinto al que yo oía en las charlas de mi padre
con sus amigos, con sus hermanos. Mis tíos y mi padre hablaban de esa
Navidad negra ordenaba por Bolívar, la masacre, la derrota de Bolívar en
Bomboná, que en la historia oficial es una victoria y no es así. Este
contraste desde muy niño me llamó la atención. Ya en la universidad
encontré a Sañudo, investigué su obra, la cotejé con la obra de otros
historiadores no solo nacionales sino latinoamericanos y me parecían
extraordinarias estas diferencias de información histórica de lo
ocurrido hace 200 años. Por eso decidí finalmente afrontar este hecho
como novelista, pero sobre todo respetando la verdad.
¿Cuál cree que fue el principal desafío a la hora de abordar a ese Bolívar con sus excesos y sus equivocaciones?
Era mi primera novela histórica y fue un
trabajo completamente nuevo, en cierto modo. Me sentía como metido en
una camisa de fuerza, tenía que acatar la verdad histórica porque de lo
contrario la novela hubiera sido una ficción. La trama literaria gira
alrededor de la verdad de lo ocurrido con Bolívar en Pasto, en 1822, la
masacre que le ordenó a Sucre para que la llevara a cabo, una ciudad
indefensa, ancianos, niños y mujeres amanecieron muertos el 25 de
diciembre en las calles de Pasto, no habían milicianos defendiendo la
ciudad, habían huido a las montañas, entre ellos Agualongo. Fue
descabellado y bárbaro que ocurriera esta masacre. Y fíjese que en la
historia colombiana se han seguido repitiendo esas masacres, se ha
seguido ignorando la verdad, hay esa falta de memoria del pueblo
colombiano y eso es algo contra lo que debe ir un escritor.
Otro de los homenajes que usted rinde en la novela es al Carnaval de Negros y Blancos. ¿Era este uno de sus anhelos pendientes?
Sí, yo traté de afrontarlo en ‘Las muertes de
fiesta’, una novela anterior, y me pareció fallida esta aproximación al
carnaval. En ‘La carroza de Bolívar’ sí creo que logré, por lo menos,
mostrar el carnaval que yo conocí cuando viví en Pasto, de niño. Yo nací
en Bogotá, pero mis descendientes son pastusos, y yo estuve allá tres
años, viví tres carnavales y ese es el retrato que hago con base en mi
memoria de esta tradición.
¿En qué momento sintió que la novela adquiría esa estructura de tragedia y comedia?
Yo creo que eso es espontaneo y va apareciendo
a medida que crece la novela. Incluso un personaje se impone sobre los
demás, cuando al principio no era sino secundario; el humor mismo
aparece de forma insospechada, eso es lo que hace también interesante y
ayuda a escribir. Los imponderables mismos de la creación literaria, con
los que uno no contaba, que uno no había imaginado, aparecen como si se
los dictara a uno la voz de la memoria o la voz del destino. Los mismos
personajes señalan ciertos derroteros. Eso es lo que me parece la magia
de la literatura.
Como intelectual y escritor, ¿qué opinión le merece la polarización que vive hoy el país?
Es bastante delicada. Esperemos de hecho, que
por ejemplo en el caso de las próximas elecciones, el pueblo colombiano
no sea manipulado, manoseado por esa maquinaria oscura que siempre
maneja las cosas, como ha ocurrido durante muchos años. Yo como
colombiano, como escritor, quisiera que el pueblo colombiano votara en
paz, por la paz. Que la paz gane la guerra. Esta es una guerra cruenta,
de más de 50 años; el Gobierno colombiano no ha podido derrotar a la
guerrilla, y esa guerrilla anacrónica tampoco se ha podido tomar el
poder, y allí está en la mitad el alma de Colombia despedazada.
Usted pertenece a esa generación de
escritores marcada por la poderosa sombra de nuestro Nobel Gabriel
García Márquez. ¿Qué tanto ha pesado en usted?
Creo que fue la generación anterior a mí, la
que sí sufrió más de cerca esa sombra de García Márquez. Yo la alcancé a
sufrir cuando viajé a España, buscando publicar una novela a mediados
de los años 80, y las editoriales españolas solo querían oír de García
Márquez y no contemplaban la posibilidad de otros escritores
colombianos. Tal vez ahí se sintió esa sombra. Pero yo diría que en mi
caso no era una sombra sino un gran ejemplo no solo literario sino
humano la obra de García Márquez. Luchar contra la corriente, trabajar
con obstinación una obra, lograr esa orfebrería de la prosa, la
sinceridad de autor, no buscar solamente un resultado comercial, sino
escribir lo que se debe con el rigor que él nos enseñó a todos los
escritores colombianos.
A pesar de que ha expresado su deseo
de volver a la literatura infantil, uno de sus grandes amores, el
destino pareciera empecinarse en llevarlo a la literatura para adultos.
¿Qué siente?
Así ha ocurrido, sin embargo yo tengo la
esperanza de recuperar esa alegría y volver a entregarme mediante una
obra literaria a los niños que son los mejores lectores del universo.
¿En qué está trabajando?
Estoy trabajando ya hace algunos meses en una
novela, creo que va a ser una novela de largo aliento, estoy volviendo
al tema de los colegios religiosos donde yo estuve, pero no directamente
sobre ellos, y estoy entusiasmado y contento escribiéndola, aunque
apenas voy en la página 40.
Un premio renovado
El jurado encargado de escoger al ganador del
Premio Nacional de Novela 2014, que recibe un reconocimiento de 60
millones de pesos, estuvo integrado por la editora Margarita Valencia,
el escritor argentino Martín Kohan, el escritor y traductor Elkin
Obregón, el novelista Marco Schwartz y el profesor y editor Conrado
Zuluaga.
A deferencia de la mayoría de premios
nacionales de literatura, que son para obras inéditas, el Ministerio de
Cultura quiso dedicar este galardón a una obra que hubiera sido
publicada en los dos últimos años (2012-2013), con la idea de darle la
oportunidad a un mayor número de autores nacionales.
De esta manera, las cinco obras escogidas, que
se anunciaron durante la pasada Feria Internacional del Libro de
Bogotá, salieron de un listado de expertos, conformado por críticos
literarios, profesores de literatura, bibliotecarios y libreros de todo
el país, que postularon a sus vez cinco libros, que ellos consideraban
dignos de ganar este galardón.
Esta nueva modalidad que tiene el Premio
Nacional de Novela, que se entrega cada dos años, de manera intercalada
con el Premio Nacional de Poesía, hace parte del esfuerzo que el
Ministerio de Cultura está haciendo por poner a circular los libros por
todo el país.
Así lo expresó la ministra Mariana Garcés,
durante el anuncio del ganador, al recalcar que tanto la obra ganadora
como las otras cuatro estarán en toda la red de Bibliotecas Públicas del
país, en un esfuerzo porque todos los colombianos tengan acceso a las
novedades que publican las editoriales.
Así mismo, las obras serán promovidas en las ferias regionales consolidadas, como las de Bucaramanga, Medellín y Cali.
Bibliografía de Evelio Rosero
Mateo solo (1984)
Juliana los mira (1986)
El incendiado (1988)
Papá es santo y sabio (1989)
Señor que no conoce luna (1992)
Los almuerzos (2001)
Juega el amor (2002)
El hombre que quería escribir una carta (2002)
En el lejero (2003)
Los escapados (2006)
Los ejércitos (2006)
La carroza de Bolívar (2012)
Plegaria por un papa envenenado (2013)
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