16.6.14

Maestro de la eficacia narrativa

Quizá porque a cierta edad elegimos demorarnos sólo en lo que nos hace felices, pasados los 70 años mi padre dedicaba casi todo su tiempo a escribir

Jorge Luis Borges, Maestro de la eficacia narrativa./revista Ñ
Esa imagen dichosa me acompaña mientras leo El aprendizaje del escritor , transcripción de las tres reuniones que Jorge Luis Borges mantuvo en 1971, en Nueva York, con estudiantes del programa de escritura de la Universidad de Columbia. Publicadas en su momento en inglés, acaban de ser editadas en español por Sudamericana y organizan en tres partes –Ficción, Poesía y Traducción– valiosas reflexiones que el autor de El aleph , acompañado por su traductor Norman Thomas di Giovanni, fue desgranando a modo de diálogo.
El libro es una ocasión inmejorable para reencontrar a Borges en la plenitud de su inteligencia e ironía, analizando algunas de sus “marcas registradas”: narrar los hechos como si no los entendiera del todo; ralentizar la acción en busca de una mayor “eficacia” narrativa; la elección de anécdotas capaces de fundar un cuento; las obsesiones que derivaron en poemas sobre un mismo tema a lo largo del tiempo; las claves de sus versiones en inglés; su falta de interés autoral en la novela como género y su sarcasmo ante la fama (“ser un extranjero, ser un anciano y ser ciego me hacen una combinación muy fuerte”).
Nos regalan también estas conversaciones fogonazos de lo que el escritor asumía como enigmas. ¿Qué lo fascinó, como para guardarla durante 30 años, de la historia de odio entre dos gauchos que originó El otro duelo ? “No lo sé. También podría usted preguntarme por qué me gusta el sabor del café o el sabor del té o el sabor del agua”, responde Borges. “Lo que me atrajo –dirá por fin– fue el hecho de que los dos hombres no se sintieran víctimas, el hecho de que les fuera dada la oportunidad de sus vidas”, para dirimir esa vieja rivalidad con la muerte al cuello. Uno de mis pasajes favoritos reproduce las palabras de Borges en la recepción final. “Chesterton dijo: ‘Sólo una cosa es necesaria, todo.’ Ese todo para un escritor es más que una palabra genérica (…); es literal. Representa lo capital, lo esencial, las experiencias humanas.” Quizá porque a cierta edad elegimos demorarnos sólo en lo que nos hace felices, vuelvo a ellas como al mar.

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