El de Brasil 2014 también es el mundial en el furor de las redes sociales. Cada una de las circunstancias es leída políticamente en Twitter...
Camus tuvo fama de goleador, pero enseguida encontró la posición por la que se haría mundialmente famoso en las redes de este Mundial: arquero./revista Ñ |
Empezó siendo el Mundial de los ausentes (de Falcao, Ribery y Tévez) y
siguió siendo el Mundial de los desplazados (de la economía y la
política brasileña), que fueron silenciados con estremecedora eficacia
por el pitazo inicial, pero más que nada por la mano dura, la corrección
política y la euforia nacionalista. El de Brasil 2014 también es el
mundial en el furor de las redes sociales. Cada una de las
circunstancias es leída políticamente en Twitter: el inexistente penal
que le dieron a Brasil en la inauguración frente a Croacia, luego de la
zozobra del gol en contra y del empate tranquilizador, rápidamente fue
entendido como una decisión del árbitro a favor de la paz social. En ese
sentido, el fracaso de la selección española fue leído a primera vista
como un golpe más a la monarquía (española, pero no holandesa) y el
aburrido empate en cero entre Nigeria e Irán como una lección al mundo:
“De aquí no saldrá un perdedor para el deleite de nadie”, dijo alguno.
Así es un Mundial visto a través del microblogging: catarsis instantánea
de la emoción global. No es un dato menor que el gol de Messi frente a
Bosnia haya desatado una ola de 236.171 tuits en apenas un minuto. En
esa marea, en algún timeline, alguien cita una frase atribuida a Albert
Camus: “La bandera de la patria es la camiseta de la selección de
fútbol”.
Varias cuentas mencionan escritores amantes de este deporte:
los más conocidos son Vladimir Nabokov y, por supuesto, Camus. “Lo que
le debo al fútbol” es un texto conocido.
Menos conocido es que Camus empezó a jugar al fútbol en el liceo,
después de comer, durante el recreo de las cuatro y antes del estudio de
la tarde. En aquel Argel de finales de los años 20, el fútbol lograba
mezclar a las clases sociales. Al principio, Camus tuvo fama de
goleador, jugó en el mediocampo, pero enseguida encontró la posición por
la que se haría mundialmente famoso en las redes de este Mundial:
arquero.
La leyenda cuenta que eligió ese puesto porque los botines
duraban más. No sólo jugó en el liceo, también lo hizo en la asociación
deportiva Montpensier y luego en el equipo de juveniles del Racing
Universitario de Argel (RUA). “Después de muchos años en que el mundo me
ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca
de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”,
dijo Camus. La pasión no tiene límites. Ni siquiera para preparar una
antología mundialista en la que 25 poetas fueron convocados para
escribir, cada uno, un poema dedicado a un jugador de la selección
argentina (y también sobre Sabella y “el jugador del pueblo”, Carlos
Tévez).
Himnos nacionales es el título elegido para el libro
compilado por Juan Alberto Crasci y Sebastián Realini para Años luz
editora que puede conseguirse on line. La mayoría son poetas jóvenes.
Ezequiel Vila escribe sobre el diez: “Messi,/ la imaginación colectiva
del globo/ urde ensueños en los que sos protagonista./ Fantasmagorías,
quimeras/ más monstruos,/ todos sobre vos.” Daniel Adrián Castelao
escribe sobre Tévez en el poema “Sabella no tiene cable”: “Sabella no
tiene cable/ consulta con sus amigos/ desde el teléfono del bar de la
esquina.” Alejandro Güerri le canta a Mascherano: “¿Qué no daría,
Javier, por tener tu madurez,/ tu equilibrio? Si es tanta tu entrega y
tan silenciosa,/ que a veces imagino la ceremonia sin estridencias/ de
tu retiro: un partido entre amigos en una cancha/ cualquiera, y la
vuelta a casa, con el bolsito al hombro,/ pensando en alguna pelota
dividida.”
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