De visita en Buenos Aires para participar en el festival de novela negra BAN!, el autor español nos habló sobre La marca del meridiano, un policial que se ganó el Premio Planeta el año pasado
Lorenzo Silva. El prolífico escritor español abandonó la abogacía para dedicarse a la escritura./revista Ñ
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Hace tiempo ya que la novela negra ha pasado a la
respetabilidad, como un viejo barrio peligroso que ha sido gentrificado.
Entre las decenas de ejemplos de esta aceptación del género por el mainstream tenemos el último Premio Planeta que fue otorgado a una novela policial: La marca del meridiano
de Lorenzo Silva. Esa novela es la séptima en una serie que protagoniza
un investigador que es Sargento de la Guardia Civil española, Rubén
Bevilacqua. Siempre acompañado por su ladero, Virginia Chamorro,
Bevilacqua ha sido llevado al cine, en El alquimista impaciente, y tiene su propia entrada en Wikipedia.
Silva (Madrid, 1966) estuvo en Buenos Aires como uno de los invitados del festival BAN!
(Buenos Aries Negra). Charlamos con él una mañana fresca de la semana
pasada en un café a la vuelta de su hotel en el microcentro. Silva tiene
vínculos afectivos muy fuertes con el Río de la Plata. Por un lado,
Bevilacqua nació en Uruguay. En el plano de la realidad, Silva -a los 19
años, en 1985, ya convencido de su vocación de novelista- le escribió
una carta a Ernesto Sábato que fue respondida. Nos cuenta, mientras que
desayuna con tostadas con aceite de oliva y un “zumo” de naranja: “En la
adolescencia yo leí todo Sábato. Y le mandé una carta no sé por qué
exactamente. Tal vez me estimuló ese pasaje en Abaddón el exterminador
donde hay una carta. El me respondió con una carta muy breve, plegada
en tres, escrita a máquina. Era una nota de ánimo. Después le volví a
escribir cuando publiqué mi primer libro, Noviembre sin violetas en
1995, como para agradecerle. ¡Y el me volvió a escribir! Esa carta la tengo colgada en mi web, si quieres verla.”
Pero volvamos al presente.
Esta novela es parte de una serie. ¿Hay problema si un lector comienza por ésta?
Lo
que puede perder quizá es cierto misterio. Hay un detalle que se revela
en esta novela que en alguna novela anterior aparece, pero insinuado.
Entonces cuando lea esa novela, en lugar de encontrarse un
misterio, lo que encontrará es un reconocimiento. Hay mucha gente en
España que ha hecho la lectura al revés – o sea en orden cronológico
inverso. Parece raro a primera vista, pero en realidad –si lo piensas
con detenimiento- tiene bastante sentido narrativo, porque el tiempo
realmente funciona en los dos sentidos… El tiempo es muy dúctil en la
narrativa, entonces puede funcionar esa lectura para atrás.
¿En qué momento exacto se le ocurrió este personaje, Bevilacqua?
Se
me ocurrió en el verano del 94 en Mallorca. Pero lo primero que se me
ocurrió fue el crimen, no el investigador. Yo andaba buscando una
historia para hacer –por decirlo de alguna forma simple- una novela
negra “Made in Spain.” Entonces quería un crimen que sirviera para
retratar el país de alguna manera; esto lo encontré en el asesinato de
una turista extranjera en Mallorca. Y dándole vuelta a esta historia,
buscando el investigador, me dije “Bueno, si aparece una mujer asesinada
en una zona rural mallorquina realmente la policía competente es la
Guardia Civil. Jamás un guardia civil había protagonizado una
investigación policial en una novela española. Jamás. Al principio me
parecía raro, pero luego dije, ¿por qué no? Si los guardias civiles
investigan crímenes. Y además, en mi carrera como abogado yo había
conocido varios. Entonces construí un personaje que estuviera un poco a
la medida de esa situación y de ese tiempo.
¿Cuáles fueron los desafíos al armar el personaje?
Lo
que yo había observado es que los guardias civiles con los cuales yo me
tropezaba ya no eran los guardias civiles de la época de Franco. Con un
personaje literario siempre hay que trabajar con su individualidad. Se
puede ser Guardia Civil, bombero o barrendero, pero eso no agota la
identidad. De hecho la identidad es preexistente a esa condición y
muchas veces puede entrar en contradicción con esa condición. Y así fue
como yo construí a Bevilacqua. Quería que fuera un individuo peculiar;
no quise que fuera un guardia civil típico.
Como han recibido este personaje los del gremio. ¿Tiene lectores dentro de la Guardia Civil?
Si
claro, ya son muchos años y hay muchos lectores dentro del gremio.
Cuando no eran villanos eran idiotas, o las dos cosas. Siempre fueron
caricaturizados. Cuando de repente se encuentran en una ficción haciendo
su trabajo, con gente más capaz y gente menos capaz, con gente honrada y
gente corrupta, pues su reacción inicial fue de estupor. Estaban
acostumbrados a que, en el caso de aparecer en una novela, fuera para
ser el asesino, el villano, el torpe o el incompetente. Y bueno, la
verdad es que yo tengo muchos lectores dentro de la Guardia Civil y me
han dado bastante reconocimiento.
¿La figura del guardia civil es ideológicamente conflictiva?
La
Guardia Civil es la institución más valorada en España según las
últimas encuestas. Es verdad, que en algunos sectores de izquierda –yo
diría, un poco acartonados- puede prevalecer la imagen de la Guardia
Civil del franquismo. Pero eso tiene que ver definitivamente con una
deficiencia histórica. Porque la Guardia Civil, si pensamos en lo que ha
representado en la historia de España en sus momentos más conflictivos –
bueno, te podría hablar de muchos, pero te hablo del crucial - ¿Cuál es
el crucial? El 18 de julio del 36. ¿Tú sabes por qué no cayó Barcelona
el 18 de julio del 36? Porque la defendió un general de la Guardia
Civil, con todos sus guardias. ¿Sabes lo que le pasó al general ese al
final de la guerra? Franco lo fusiló. Y era del mismo pueblo que Franco.
¿Sabes lo que pasó en Málaga? Pues que el ejército se sublevó y la
guardia civil no se sublevó, reprimieron al ejército, y conservaron
Málaga para la República. ¿Sabes lo que pasó en Valencia? Exactamente lo
mismo. ¿Sabes lo que pasó en Madrid? Exactamente lo mismo.
Lo que
pasa es que eso mucha gente no lo sabe. Y, ¿por qué defiende la
República la Guardia Civil? La razón es muy sencilla. Lo que tenía en su
código de honor no era sublevarse. Todo lo contrario. No era atacar la
ciudadanía. Todo lo contrario. Unos se sublevaron también, pero fueron
una minoría.
En todo caso esto es la historia. La Guardia Civil
desde hace 40 años esta a las ordenes del régimen democrático al que
jamás ha desobedecido en nada, salvo un golpe de estado que dio un
guardia con 80 guardias engañados. Mientras, los otros 70.000
defendieron el gobierno. Todo el mundo saca la foto de Tejero, pero hay
que sacar la otra foto, de los otros 70.000 que lo que hicieron fue
detenerle. Esa foto no ha salido nunca, pero hay que tenerla en cuenta.
Cambiando de tema, ¿Cuándo nació su vocación de escritor y cómo la fue desarrollando?
Yo
escribo literatura desde los 13 años, realmente. Fue una especie de
descubrimiento. Desde que escribí mi primer relato, no paré. A los 15
años ya estaba escribiendo novelas. La primera la conseguí terminar a
los 17, pero a los 15 ya estaba escribiendo novelas.
¿Están en cajones?
Si,
si. No son buenas, pero yo con 18 años podía escribir una novela de 300
páginas. Ya tenía una vocación muy clara de novelista. Pero también
tenía una suposición muy clara. Que era que esto jamás me iba a dar de
comer. Que jamás me iba a dar de comer. Entonces necesitaba
otra profesión. Entonces estudié derecho. No era mi vocación, pero me ha
sido muy útil, lo tengo que reconocer. Pero siempre seguía escribiendo.
¿Para cerrar: si tuviera que elegir tres novelas centrales de la novela negra, cuales serían y por qué?
Lo tengo bastante claro. La primera referencia para mi sería El largo adiós,
de Raymond Chandler. Para mi El largo adiós es la novela negra
modélica. Es como contar una trama criminal, como plantear un elenco de
personajes, como crear una atmósfera, y después, como darle a todo eso
una escritura que es una de las mejores prosas del Siglo XX. Ese es
modélico. Chandler te enseña que para escribir una novela negra no hay
que escribirla a patadas. Que se puede escribir con elegancia
lingüística.
Segundo. Hay un personaje que es muy interesante,
aunque no fascinante para mí, que es el criminal. El criminal no me
fascina, pero me interesa. No me fascina porque tengo siempre la
sensación (y no la tengo caprichosamente, he conocido a criminales)
–tengo la sensación de que el criminal siempre es una persona con una
carencia. Le falta algo. O mentalmente o personalmente o afectivamente o
culturalmente o psicológicamente – o en todos esos aspectos. Y lo mejor
para ver eso es El asesino dentro de mí de Jim Thompson. No hay otro libro comparable para eso.
Y
por último, para ver la época contemporánea y para ver realmente lo que
es la batalla contra el crimen organizado –y en parte el personaje que
me falta, que es el del policía, o el que intenta hacer cumplir una ley-
es El poder del perro de Don Winslow.
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