¿Cómo es posible, nos hemos preguntado muchas veces, que el pueblo alemán no estuviese enterado, desde 1933 a 1945, de lo que fue la maquinaria criminal del régimen nazi? ¿cómo es posible que la gente sencilla, la gente como usted y como yo, no tuviese idea de lo que era la sádica persecución de los judíos, de los gitanos, de los homosexuales, de los trabajadores extranjeros y esclavizados, y por si todo eso fuese poco, de los alemanes que se compadecían de ellos?
Portada del libro, A la vista de todos. |
"Aquí no teníamos idea de éso", dijeron los de a pie./elespectador.com |
Hay libros buenos y malos, y los hay que no importa si son buenos o malos, pero sí que sean sencillamente necesarios. La cabaña del Tío Tom
puede ser un cabal ejemplo de libro malo pero necesario. Por suerte,
este que les voy a comentar hoy, además de muy necesario, es un gran
libro. Se titula Vor aller Augen, es decir: A la vista de todos, y contiene una documentación fotográfica implacable, inapelable…, y que para sus protagonistas, además, debiera, debería ser, insoportable.
Este libro alemán aparecido en la editorial Klartext, en la ciudad de
Essen, en plena cuenca minera del Ruhr, el antaño corazón industrial
del país, es un mentís rotundo y testimonial contra el “yo no sabía”,
contra el “aquí no teníamos idea de éso”, contra esas manos limpias de
Poncio Pilatos lavándose en la jofaina que fueron las manos alemanas
inmediatamente a la conclusión de la segunda guerra mundial.
¿Cómo es posible, nos hemos preguntado muchas veces, que el pueblo
alemán no estuviese enterado, desde 1933 a 1945, de lo que fue la
maquinaria criminal del régimen nazi? ¿cómo es posible que la gente
sencilla, la gente como usted y como yo, no tuviese idea de lo que era
la sádica persecución de los judíos, de los gitanos, de los
homosexuales, de los trabajadores extranjeros y esclavizados, y por si
todo eso fuese poco, de los alemanes que se compadecían de ellos?
Este libro, gracias a los dioses un libro alemán, demuestra
inequívocamente que toda esa gente sencilla, esa gente como usted y como
yo, sí sabía. Sus dos autores, Klaus Hesse y Philipp Springer,
llevaron a cabo una paciente, insobornable labor de búsqueda de
testimonios fotográficos de la persecución y el castigo nazis a quienes
el régimen consideraba enemigos. Persecución que se efectuaba a la luz
del día en cada ciudad, en cada pueblo, con asistencia documentada de
sus habitantes. Castigos que se ejecutaban en público, en la plaza
principal de cada ciudad, de cada pueblo, con asistencia documentada de
sus habitantes. A la vista de todos, como justamente se titula el libro.
Bastaría su portada para sentir vergüenza hasta en el último rincón
del tuétano del alma. Son tres fotos fechadas el 7 de febrero de 1941.
En la de arriba se ve a una ciudadana alemana llamada Martha, de 31
años, sentada en una silla, maniatada, y del cuello le cuelga un gran
cartel donde puede leerse: HE SIDO EXCLUIDA DE ESTA COMUNIDAD. En
la segunda foto, la de enmedio, pueden verse esa misma silla y su
ocupante arriba de una tarima y en el centro de un círculo de ciudadanos
curiosos, en una plaza del lugar donde se la expone a la picota
pública. Y en la tercera foto, abajo, un personaje que parece salido de
las más tenebrosas imágenes del cine expresionista alemán (incluido el
inevitable sombrero) le corta el pelo a esa mujer llamada Martha hasta
dejarla completamente rapada, es decir: definitivamente marcada frente al resto de su pueblo, de sus conciudadanos. Tanto o más que si llevase marcada a fuego la A mayúscula de adulterio con que los puritanos de Nueva Inglaterra (o sea:
el origen de los actuales Estados Unidos) estigmatizaban a sus
pecadoras. Nunca, dicho sea de paso, a sus pecadores. ¿Y cuál había sido
el delito de Martha, ese invierno del año 1941? Haber tenido relaciones
íntimas con un polaco.
335 fotos integran el avasallante testimonio de este libro. Fueron
hechas por particulares, por gente como usted y como yo, y en casi todas
ellas están presentes los ciudadanos del lugar, una gente como usted y
como yo, asistiendo sonrientes, o indiferentes, a la escritura en vivo
de un nuevo capítulo de la historia universal de la infamia.
Repasando a fondo las páginas de este libro revulsivo y necesario,
acudió a mi recuerdo aquella frase cínica y ponciopilatesca de los
argentinos como usted y como yo al enterarse de que alguien de su
entorno había sido desaparecido por la dictadura: se limitaban a
comentar “Por algo será”. Una década más tarde, cuando era absolutamente
claro hasta qué abismos de degradación moral se había asomado, e
incluso desplomado, la vesania de los Videlas, Masseras y Astizes,
alguna vez apareció un elocuente grafitto en una pared de Buenos Aires, y
en él podía leerse VOS SOBREVIVISTE: POR ALGO SERÁ.
Sí, por algo será. Siempre debe ser por algo, que no sé lo que es,
pero sí sé que me provoca náuseas, que los ciudadanos de a pie, la gente
sencilla, como usted y como yo, nos quedamos tan tranquilos mientras a
nuestro lado siguen escupiéndole y dándole patadas al honor del ser
humano. Ese mamífero dizque superior…a condición de que sea ario. Y a ser posible, rubio
Aclaración: Las fotos que ilustran esta nota, no hacen parte del libro en mención.
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