22.8.13

El primer pícaro literario de España fue una pícara

La lozana andaluza se representa en el teatro CASYC en el marco de los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo

Fernando Negro y la actriz Mayte Bona. / Pablo Hojas./elpais.com
Antes de que El lazarillo de Tormes (anónimo) o Guzmán de Alfarache (Mateo Alemán) siquiera fueran imaginados ya rondaba entre los coetáneos renacentistas un texto de corte picaresco cuyo protagonista era una mujer de múltiples oficios. La Lozana andaluza no es solo el título de una novela escrita en 1528, por el clérigo Francisco Delicado, es también cómo el autor describe la vida de esta cordobesa que vivió en la Roma de la época de Carlos V, el monarca patrio que aseguró que en su reino nunca se ponía el sol. El mismo soberano es también conocido por encabezar el saqueo de Roma, el 6 de mayo de 1527, una batalla en la que murieron, además de los que pelearon en ella, miles de civiles. Este suceso es uno de los capítulos finales de esta historia de historias que esta noche representa la compañía Morfeo en el teatro CASYC de Santander.
Durante más de tres siglos el texto permaneció perdido, de hecho, ni se era consciente de su existencia, y no fue hasta hace siglo y medio que se descubrió en una biblioteca en Francia. El autor regaló un ejemplar al príncipe de Orange porque este le había dado un dinero para poder vivir en Roma. Gracias a este gesto hoy se puede disfrutar de uno de los escritos que junto a La Celestina de Fernando de Rojas, pudieron sobrevivir a la destrucción sistematizada de la literatura por parte de la Inquisición. Estos mismos escritos vienen a ser, también, importantes documentos históricos que narran la forma de vivir de aquellas sociedades.
La lozana es una vividora, una buscona. “Igual te hacía creer que arreglaba la sífilis, que se podía acostar con hombres de la ciudad para que estos la tengan atendida o hacer de una especie de esteticista de la época”, asegura Mayte Bona, la actriz que representa a la protagonista en la obra. Fernando Negro es el encargado de la adaptación, un tanto suave con el tono real de la novela, y de la puesta en escena. “Nuestra propuesta es un poco más amplia, la idea es que fuese para un público más general y que este no se escandalizase”. Los decorados y el vestuario de la época están inspirados en cuadros de autores contemporáneos como Tiziano o Leonardo Da Vinci.
El director recuerda que la novela ya se adaptó para el cine en los años 70. “Esta obra se hizo muy famosa cuando se llevó a la gran pantalla en una época en la que los españoles estaban deseando ver un poco más de carne”. El largometraje se estrenó en 1976 y fue dirigido por Vicente Escribá. Más tarde, en 1983 se llevaría a cabo otra adaptación para la televisión que fue protagonizada por Norma Duval.
Con un lenguaje ladino e ingenioso la novela es, según Negro, “uno de los primeros ejemplos del castellano. De hecho, uno de los primeros con cordura”. Pese a ello, asegura que su lectura sería hoy en día una empresa difícil incluso para el espectador más avisado. Una de las pocas precursoras de la época dorada de la literatura española que aún perviven.

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