9.2.12

Twitter o el reino del escritor-personaje

La mercadotecnia editorial anima a los escritores a codearse con los lectores en las redes sociales con la esperanza de vender más libros. Cómo modifica esto la idea de autor, se pregunta este artículo
TWITTER. Las redes sociales y la modificación del concepto de autor. ilustración. fuente: Revista Ñ

El concepto de "autor" ha sido desde el siglo XIX algo como esto: un joven que en su buhardilla escribe furiosamente, arruga papeles y los lanza al suelo, que pierde la noción del tiempo, a quien no le preocupa el público y está obsesionado con su propia imaginación. Es distante, esquivo; un hombre al que sólo se conoce por su escritura y la foto que aparece en el libro.

Los propios escritores han contribuido a ese mito al pedir a los lectores que se mantengan a distancia de los autores, que deben seguir siendo enigmáticos. W. B. Yeats señaló que el poeta "no es nunca el manojo de accidente e incoherencia que se sienta a desayunar." T. S. Eliot sostuvo que "el progreso de un artista es (…) una continua extinción de la personalidad"; hay que olvidarse de llegar a conocer la figura que está detrás de las palabras: "La crítica honesta y la apreciación sensible no están dirigidas al poeta sino a la poesía." En su página de Facebook –que creó su editorial–, Jeffrey Eugenides expresó hace poco sentimientos similares. En "Una nota de Jeffrey Eugenides a los lectores", describió su alegría al conocerlos, pero concluyó que no sabe si volverá a subir algo a la página: "Me parece mejor que los lectores no se comuniquen de manera demasiado directa con un autor porque éste, por más extraño que resulte, es irrelevante." Pero los lectores no siguen el consejo de Eugenides, como tampoco lo hacen muchos escritores. ¿Por qué? Porque las editoriales impulsan a los autores a codearse con los lectores en Twitter y Facebook con la esperanza de que vendan muchos ejemplares. Pero hay otra razón: muchos autores hacen caso omiso de la pretensión de una distancia hermética y nunca aceptaron una idea específica sobre qué significa ser un escritor. Con la era digital llegaron nuevos conceptos de autor, y esos cambios pueden ser inesperadamente saludables, tanto para los autores como para los lectores.

Salman Rushdie me dijo que le gusta Twitter porque "nos permite jugar, tener idea de lo que le pasa a mucha gente por la cabeza en cualquier momento." Ha escrito más de mil tweets –"OK: el filisteísmo (destruir libros porque no se les da importancia) no es fascismo (destruir libros porque se les DA importancia). Pero ambos destruyen libros"–, y hay más de 150.000 personas que los siguen.

Cuando usan las redes sociales, los autores tienen tantos personajes entre los cuales elegir como cuando escriben otras cosas. Algunos adoptan poses que aumentan la distancia entre ellos y sus lectores, con lo que frustran a los voyeurs. Gary Shteyngart (4.187 seguidores), cuyo primer tweet apareció el 1º de diciembre, es encantador pero enigmático ("mi abuela siempre me decía: 'muchacho, no crees un laboratorio de metanfetamina.' Pero supongo que tuve que aprenderlo a las malas"), y suele escribir con la voz de su perro "¡guau!"). Cuando le pregunté si le gusta interactuar con los lectores en Twitter, Shteyngart contestó: "Hay tanta gente inteligente. Los quiero a todos. Muchas veces me río con ellos." El humor es habitual y bienvenido en los tweets de autores. Uno de los más graciosos de Twitter es Mat Johnson (39.712 seguidores). Pero Johnson hace más que bromear. Se relaciona con los demás. "La gente que sigo son los invitados ideales a una fiesta: desconocidos interesantes cuyo ingenio me hace volver una y otra vez." Jennifer Gilmore (3.463 seguidores) considera que escuchar a los lectores le ayuda a entender la influencia que sus novelas tienen en ellos: "En Twitter tengo la sensación de que la gente –la que una conoce y la que no– lee mi trabajo de una forma que no siempre siento en el mundo." Al poeta D. A. Powell (2.443 seguidores), interactuar con los lectores en Twitter le hace sentir "que vivo en el futuro. Me imagino que eso es algo que todos los escritores quieren sentir".

Los escritores reticentes como Eugenides a menudo mencionan la necesidad de reflexión solitaria. Wells Tower dice que "la Web (…) es (…) tóxica para el tipo de concentración que exige la escritura de ficción. Es difícil escribir buenas frases y comprar zapatos al mismo tiempo." Pero la idea de que los escritores necesitan una completa soledad, destaca Powell con ironía, es algo "que sin duda le funcionó a John Bunyan cuando estuvo en la cárcel". Jennifer Weiner (34.682 seguidores) dice sobre los escritores que quieren estar solos: "A veces leo que hay autores que dicen que para escribir necesitan una habitación en la que reine el silencio y haya una temperatura de 20 grados, bolsas de residuos pegadas en las ventanas y una máquina de ruido blanco en un rincón, y pienso: '¿Quiénes son, y alguno de ellos tiene hijos?'". Johnson admite que los escritores necesitan un tiempo sin interrupciones, "pero sólo unas cuatro horas. Pasamos otras dieciocho horas despiertos. Tenemos cosas que hacer, ¿verdad?" Como me dijo Margaret Atwood: "Todo escritor es (por lo menos) dos personas. Está el que escribe y el que come un huevo al desayuno. Yo soy el otro". Por supuesto, no todos los lectores quieren enterarse de qué desayunó Atwood. Una lectora que no sigue a escritores tweeteó: "Seguir a un escritor es como mirar del otro lado de la cortina, ¿verdad? ¿Por qué arruinar la ilusión?". Algunos autores famosos hacen posteos en Twitter, pero no interactúan y mantienen la cortina cerrada. Lo que postean versa sobre próximos lanzamientos y fechas de giras, pero no hacen sociales. Sus personajes, más empresariales que individuales, son vulnerables a versiones falsas y parodias, como en el caso de (@)EmperorFranzen, que se apropian de la voz de un autor.

Todos los autores que tweetean a los que entrevisté coincidieron en que las limitaciones formales del género (un máximo de 140 caracteres) lo hacen tentador. Powell se sumó porque le "intrigaba qué integrales son las herramientas prosódicas al admirar un tweet, qué rápido y perfecto puede parecer un tweet. (…) Me gustan el proceso de pensamiento público y el texto compartido. Son aspectos de la poesía que me fascinan, y son los mismos aspectos que me fascinan de Twitter. En el mejor de los casos, los medios sociales democratizan la literatura y desmitifican el proceso de escribir. Como tweetea Suzanne Fisher sobre seguir a su escritora favorita: "Es fascinante darse cuenta de lo inquietante y emotivo que es para ella el proceso de crear personajes". Cuando esa autora mítica se aviene a charlar, tiene seguidores.

© The New York Times, 2012. Traducción de Joaquín Ibarburu

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