EN SUEÑOS. El escritor portugués Lobo Antunes, "el maestro del mecanismo inconsciente". foto.fuente:Revista ÑEl escritor portugués presenta su nueva novela, ¿Qué caballos son aquellos que hacen sombra en el mar?, que despliega las crueldades de una familia ante la muerte de su matriarca. "En las familias, los problemas fundamentales son siempre los mismos", dice
Está cansado, camina cansado. Resiste cansado. Llega la última novela de Antonio Lobo Antunes (Lisboa, 1942) en castellano: '¿Qué caballos son aquellos que hacen sombra en el mar?' (Mondadori) con la misma cadencia de sentimientos que es ya sello lacrado del autor.
En su estancia en Barcelona el escritor portugués --que sólo piensa en pasar un ratito con Marsé y Moix-- suelta su opinión sobre un mundo que no acaba de gustarle: "no hay quien lo entienda. La política, por ejemplo, en abstracto, no sé bien lo que es".
Su mirada, borgiana, más de soslayo que nunca, es ciega a lo que no le interesa. Lobo Antunes está de vuelta. Pero en su catarata de palabras con personajes pegados a sus fantasmas sigue creando desasosiego como nadie, genera licencias de silencios y puntuaciones, cabalga. "Jamás leo lo que escribo".
Lobo Antunes es el maestro del mecanismo inconsciente. Y ese desorden de frases tan suyo, un hilo que tira de las entrañas, en esta novela trabaja al servicio de la cruenta exposición de una familia y la muerte de su matriarca. Leer a Lobo Antunes es a veces como tragar, sin masticar, y que te siente bien.
¿Llegó a ver esa sombra de un caballo en el mar?
En mis sueños.
Es una antigua canción
La primera vez que la escuché me quedé sorprendido. ¡Es tan bonito! Porque es una canción popular hecha por campesinos que jamás habían visto el mar...
No hay paralelismo entre su familia y la de la novela. La familia ¿es engaño o refugio?
Ni una cosa ni otra. Yo tengo mucha sangre mezclada: mi padre era brasileño, la madre de mi padre era alemana, hay portugueses, italianos... y una cosa aprendí muy temprano: hay gente rubia, morena, cobriza, pero sus problemas "fundamentales" son siempre los mismos.
Su educación fue singular
¡Mucho! A la manera de la Amazonia pero en Portugal. Ecuación muy rígida, nada que ver con el carnaval brasileño.
En esta novela anuncia usted "éste es tu último libro, Lobo, tu testamento". Pero luego escribió usted dos más ¿Un escritor se jubila?
Uno tiene siempre el miedo de que ese que está haciendo sea su último libro.
Que se haya secado... la fuente, que no haya más agua, que no haya más nada... Es una cosa que me acompaña hace mucho tiempo, temes que se acabe la magia porque uno no sabe de dónde le llega, yo no lo sé. Para mi es siempre un milagro.
En lo que escribe no recibimos lo que dicen los personajes sino lo que piensan. ¿En eso ayuda ser psiquiatra?
Fui psiquiatra poco tiempo y además no quería serlo. Pero sí, en mis obras siempre se me aparece la misma voz que habla, que me ayuda a entender el mecanismo de los sentimientos. Es un misterio. En la vida uno sólo tiene preguntas.
Y si le llega una respuesta
Siempre es una respuesta en forma de pregunta.
Entonces me dirá qué es lo que menos le gusta del mundo que le rodea
¿Me pregunta si aún creo en algo?
En su momento creyó en el Partido Comunista. Hasta que le decepcionó, creo.
¿El partido comunista tiene en España alguna expresión? En todas partes tiene poca... No creo en los políticos, por supuesto. Ya es una clase que no me interesa nada. Pero sí entiendo las multitudes que salen a la calle indignadas, eso aún lo comprendo.
Por ejemplo
Por ejemplo, aquí en España... no comprendo al presidente del PP, no comprendo al presidente del PSOE, no comprendo lo que dicen, ni a los políticos de los otros países, ni comprendo que quieran ser políticos... mi impresión absoluta es que persiguen un proyecto de ambición personal. Pueden decir que tienen amor por la humanidad pero no me parece que tengan amor por los hombres.
Usted que luchó en la guerra de Liberación de Angola ¿justifica dar la vida por un ideal?
Aquella fue una guerra colonial, cogieron chavales de 18 y 20 años y nos mandaron a la guerra. No tuvimos opción, no había ideología.
¿La literatura le ha proporcionado más momento felices o de insatisfacción?
Ya habrá intuido que yo no sé muy bien lo que es la felicidad, pero cuando leo un libro bueno, se parece. Pero ¿sabe? se está siempre muy sólo. Uno sólo ve las caras de la gente que le lee en las colas...
Mientras esperan autógrafo
Sí, pero no hay tiempo para hablar, no hay tiempo para escuchar. Vivimos en un mundo de simples desconocidos.
A estas alturas ya no le debe preocupar el Nobel.
Para nada. ¡He tenido tantos premios sin pensar en ninguno! Y a mis escritores preferidos, Tolstoi o Conrad, nunca se lo dieron.
"Escribo novelas porque no sé escribir poesía". ¿Lo mantiene?
Me hubiera gustado ser poeta, pero no tengo talento. Intenté hacer poesía, como todos los adolescentes ¡pero era tan mala! Así que lo he intentado a mi manera.
¿Qué se aprende cuando se llega a los 70 años?
Nunca he pensado en eso. Pero le diré que me siento viejo. Mis nietos me hacen sentir eso.
¿Teme a la muerte?
Nadie está preparado para morir, nadie es capaz. Ni un viejo centenario con sífilis. Cuando yo era médico, con treinta años, tuve pacientes que... siempre me sorprendió el concepto de mortalidad de la gente que intentaba suicidarse.
¿Entiende el suicidio?
Sí, sí. Pero preguntar si he pensado en él sería demasiado íntimo.
¿Podría resumir la historia de amor más hermosa de su vida?
Imposible. ¿Sabe por qué? Porque confundimos el amor con muchas otras cosas: con gratitud, con costumbre, con la defensa contra la soledad. Nunca encontré una definición satisfactoria de lo que es el amor entre un hombre y una mujer.
Dicen que es muy difícil traducirle
Yo sólo hablo cinco o seis idiomas. Pero nunca me leo traducido. Pienso que toda traducción es imposible: es como la foto en blanco y negro de un cuadro, creo que mucha cosa se pierde en el camino...
¿Le preocupa cómo pasar a la posteridad?
Ya no voy a estar acá, así que... ¿cómo de diferente hace a Quevedo el modo en que lo miren?
¿Aún escribe en el despacho que le dejaban unas monjas?
Ahora escribo en casa. Ya no hay nietos. Estoy sólo conmigo.
¿Y conviven en paz?
Nos divertimos.
En su estancia en Barcelona el escritor portugués --que sólo piensa en pasar un ratito con Marsé y Moix-- suelta su opinión sobre un mundo que no acaba de gustarle: "no hay quien lo entienda. La política, por ejemplo, en abstracto, no sé bien lo que es".
Su mirada, borgiana, más de soslayo que nunca, es ciega a lo que no le interesa. Lobo Antunes está de vuelta. Pero en su catarata de palabras con personajes pegados a sus fantasmas sigue creando desasosiego como nadie, genera licencias de silencios y puntuaciones, cabalga. "Jamás leo lo que escribo".
Lobo Antunes es el maestro del mecanismo inconsciente. Y ese desorden de frases tan suyo, un hilo que tira de las entrañas, en esta novela trabaja al servicio de la cruenta exposición de una familia y la muerte de su matriarca. Leer a Lobo Antunes es a veces como tragar, sin masticar, y que te siente bien.
¿Llegó a ver esa sombra de un caballo en el mar?
En mis sueños.
Es una antigua canción
La primera vez que la escuché me quedé sorprendido. ¡Es tan bonito! Porque es una canción popular hecha por campesinos que jamás habían visto el mar...
No hay paralelismo entre su familia y la de la novela. La familia ¿es engaño o refugio?
Ni una cosa ni otra. Yo tengo mucha sangre mezclada: mi padre era brasileño, la madre de mi padre era alemana, hay portugueses, italianos... y una cosa aprendí muy temprano: hay gente rubia, morena, cobriza, pero sus problemas "fundamentales" son siempre los mismos.
Su educación fue singular
¡Mucho! A la manera de la Amazonia pero en Portugal. Ecuación muy rígida, nada que ver con el carnaval brasileño.
En esta novela anuncia usted "éste es tu último libro, Lobo, tu testamento". Pero luego escribió usted dos más ¿Un escritor se jubila?
Uno tiene siempre el miedo de que ese que está haciendo sea su último libro.
Que se haya secado... la fuente, que no haya más agua, que no haya más nada... Es una cosa que me acompaña hace mucho tiempo, temes que se acabe la magia porque uno no sabe de dónde le llega, yo no lo sé. Para mi es siempre un milagro.
En lo que escribe no recibimos lo que dicen los personajes sino lo que piensan. ¿En eso ayuda ser psiquiatra?
Fui psiquiatra poco tiempo y además no quería serlo. Pero sí, en mis obras siempre se me aparece la misma voz que habla, que me ayuda a entender el mecanismo de los sentimientos. Es un misterio. En la vida uno sólo tiene preguntas.
Y si le llega una respuesta
Siempre es una respuesta en forma de pregunta.
Entonces me dirá qué es lo que menos le gusta del mundo que le rodea
¿Me pregunta si aún creo en algo?
En su momento creyó en el Partido Comunista. Hasta que le decepcionó, creo.
¿El partido comunista tiene en España alguna expresión? En todas partes tiene poca... No creo en los políticos, por supuesto. Ya es una clase que no me interesa nada. Pero sí entiendo las multitudes que salen a la calle indignadas, eso aún lo comprendo.
Por ejemplo
Por ejemplo, aquí en España... no comprendo al presidente del PP, no comprendo al presidente del PSOE, no comprendo lo que dicen, ni a los políticos de los otros países, ni comprendo que quieran ser políticos... mi impresión absoluta es que persiguen un proyecto de ambición personal. Pueden decir que tienen amor por la humanidad pero no me parece que tengan amor por los hombres.
Usted que luchó en la guerra de Liberación de Angola ¿justifica dar la vida por un ideal?
Aquella fue una guerra colonial, cogieron chavales de 18 y 20 años y nos mandaron a la guerra. No tuvimos opción, no había ideología.
¿La literatura le ha proporcionado más momento felices o de insatisfacción?
Ya habrá intuido que yo no sé muy bien lo que es la felicidad, pero cuando leo un libro bueno, se parece. Pero ¿sabe? se está siempre muy sólo. Uno sólo ve las caras de la gente que le lee en las colas...
Mientras esperan autógrafo
Sí, pero no hay tiempo para hablar, no hay tiempo para escuchar. Vivimos en un mundo de simples desconocidos.
A estas alturas ya no le debe preocupar el Nobel.
Para nada. ¡He tenido tantos premios sin pensar en ninguno! Y a mis escritores preferidos, Tolstoi o Conrad, nunca se lo dieron.
"Escribo novelas porque no sé escribir poesía". ¿Lo mantiene?
Me hubiera gustado ser poeta, pero no tengo talento. Intenté hacer poesía, como todos los adolescentes ¡pero era tan mala! Así que lo he intentado a mi manera.
¿Qué se aprende cuando se llega a los 70 años?
Nunca he pensado en eso. Pero le diré que me siento viejo. Mis nietos me hacen sentir eso.
¿Teme a la muerte?
Nadie está preparado para morir, nadie es capaz. Ni un viejo centenario con sífilis. Cuando yo era médico, con treinta años, tuve pacientes que... siempre me sorprendió el concepto de mortalidad de la gente que intentaba suicidarse.
¿Entiende el suicidio?
Sí, sí. Pero preguntar si he pensado en él sería demasiado íntimo.
¿Podría resumir la historia de amor más hermosa de su vida?
Imposible. ¿Sabe por qué? Porque confundimos el amor con muchas otras cosas: con gratitud, con costumbre, con la defensa contra la soledad. Nunca encontré una definición satisfactoria de lo que es el amor entre un hombre y una mujer.
Dicen que es muy difícil traducirle
Yo sólo hablo cinco o seis idiomas. Pero nunca me leo traducido. Pienso que toda traducción es imposible: es como la foto en blanco y negro de un cuadro, creo que mucha cosa se pierde en el camino...
¿Le preocupa cómo pasar a la posteridad?
Ya no voy a estar acá, así que... ¿cómo de diferente hace a Quevedo el modo en que lo miren?
¿Aún escribe en el despacho que le dejaban unas monjas?
Ahora escribo en casa. Ya no hay nietos. Estoy sólo conmigo.
¿Y conviven en paz?
Nos divertimos.
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