Imagen de un fragmento de El guardador de rebaños de Alberto Caiero disponible en la Biblioteca Nacional de Portugal BNPLa fundación Calouste Gulbenkian presenta una muestra que ofrece textos inéditos y el famoso baúl donde el poeta guardó gran parte de sus más de 25.000 documentos
Fernando Pessoa, autor de El Libro del desasosiego.fotos.fuente:lavanguardia.com
Cuentan las biografías de Fernando Pessoa que a la edad de seis años, poco después de la muerte de su padre, emergió el primer heterónimo con el que escribió rimas en francés bajo el nombre de Chevalier de Pas. Una identidad "gracias a quien escribía las cartas de él a mí mismo, y cuya figura, no del todo vaga, conquista aún aquella parte de mis afectos que limita con las saudades", afirmaría de mayor el poeta. Pessoa, que llegó a tener más de 70 identidades literarias diferenciadas, llevó a la máxima culminación estética el je est un autre de Rimbaud. Estos días se puede asistir en Lisboa a una exposición que ahonda en el universo del escritor luso.
La fundación Calouste Gulbenkian presenta "Fernando Pessoa, plural como el universo", una muestra estrenada con anterioridad en Brasil, que ofrece en su versión portuguesa textos inéditos y el famoso baúl donde el poeta guardó gran parte de sus más de 25.000 documentos. El recorrido por parte del legado de Pessoa está vertebrado con datos autobiográficos, cuadros, fotografías, libros digitales y físicos, manuscritos y versos. En las cabinas que representan a los principales heterónimos del poeta -Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Alvaro de Campos y Bernardo Soares-, los visitantes tiene la oportunidad de hacer y deshacer versos de Pessoa al accionarse un sistema sensorial que se activa con apenas erguir una extremidad del cuerpo.
"I know not what tomorrow will bring" escribió Pessoa en 1935 en el hospital sin saber que sería su última frase y sellando su propio epitafio. El salazarismo y la naturaleza del legado de la obra hicieron que el reconocimiento de la figura del autor no tuviese el protagonismo que se merecía. Roman Jakobson no vaciló en decir en la década de los setenta que el nombre de Pessoa "exige ser incluido en la lista de los grandes artistas mundiales nacidos en el curso de los años 80 (del siglo XIX), junto a Stravinski, Picasso, Joyce, Braque, Khlebnikov, Le Corbusier. Todos los rasgos de este gran equipo de artistas aparecen condensados en el poeta portugués". Pessoa publicó en vida 35 Sonnets, English Poems I-II y III, y Mensagem. La mayoría de sus escritos, no obstante, permanecieron en su arca a la merced de la gestión de la familia y posteriormente del gobierno de Portugal. Un buen ejemplo es el Libro del desasosiego (LdD).
El 20 de agosto de 1913 la revista Á Aguia, dirigida en esa época por Tércio de Miranda, publicó Na floresta do alheamento un texto que recoge gran parte del imaginario pessoano en el que se dan la mano fragmentos sobre la realidad, irrealidad, ficción, desasosiego y escritura, entre otros temas. El texto lleva la firma de Fernando Pessoa y la clara indicación de que el fragmento pertenece al LdD "en preparación". Ese fue el único texto del libro que el poeta publicó en vida. Hoy las diferentes ediciones cuentan con más de 400 fragmentos. La obra y la figura de Fernando Pessoa es una construcción póstuma tal y como afirma el compilador de la última edición crítica del libro, Jerónimo Pizarro.
La forma en que Pessoa legó su obra y la naturaleza de la misma hace que constantemente se esté revisando el corpus de la misma con lo que los investigadores no terminan de ponerse de acuerdo con el "cierre". Siendo esta característica "abierta" una condición de posibilidad del mismo libro. El poeta dejo indicaciones de carácter vago sobre la ordenación de los fragmentos y sobre la autoría de los mismos a tenor de la heteronímia pessoana.
Hay quien atribuye la peculiaridad de la obra del poeta al artificio literario. Hay quien afirma que el hecho que su padre se dedicase a escribir crónicas de teatro y nos la firmase tiene mucho que ver con las múltiples identidades que Pessoa parece necesitar para firmar sus textos y en los que decía no reconocerse. Hay quien dice que la obra es fruto de un megalómano que auguraba un quinto imperio literario para Portugal. Hay quien dice, como Richard Zenith, que "mucho antes de que los deconstructivistas comenzaran a dar con sus mazos al edificio conceptual que cobijaba nuestro sentido cartesiano de la identidad, Pessoa ya se había auto deconstruido sin ningún martillo".
En Pessoa, los interrogantes son muchos y quizás esté bien que sigan así. En los intentos de respuesta a las incógnitas de la vida, desde la literatura, la filosofía y el arte en general, el hombre ha cincelado las páginas de su recorrido particular en la historia del universo, dónde Pessoa tiene un sitio privilegiado.
Y a pesar que Pessoa suscribiría con Nietzsche que "en algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la Historia Universal: pero, a fin de cuentas, sólo un minuto", quizás el arte sea un intento de hacer menos altanero y menos falaz dicho momento. Por eso, es de agradecer una muestra como "Fernando Pessoa, plural como el universo".
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