Portada inglesa del libro. foto.fuente:revistadeletras.net
En diciembre de 2009 alquilé un piso en el Centre Point House de Londres, en la confluencia de Charing Cross Road, Tottenham Court Road y New Oxford Street, a tiro de piedra literal de Bloombury Street, del British Museum y de un supermercado Sainsbury's que parecía no cerrar nunca, justo enfrente de un Starbucks y encima de la estación de metro de Tottenham, que estaba en obras y para llegar a Foyles no se podía acortar camino por la explanada de la estación de autobuses sino que había que dar un pequeño rodeo por el tramo final de (old) Oxford Street.
Por toda lectura llevaba en la maleta un volumen recién editado entonces por Alfaguara de los Cuentos Completos de Nabokov de más de 800 páginas sin estrenar. Así y todo, una tarde en la que mi familia estaba harta de andar y de subir y bajar escaleras y autobuses, metros y algún taxi, aproveché para dar ese rodeo extra por la calle más consumista del Inglaterra y acercarme a Foyles a que me pasaran la tarjeta por esas máquinas universalmente extendidas por los comercios del mundo. Compré una cantidad indecente de papel encuadernado y volví para cenar y enfrascarme en la lectura del volumen de Nabokov, que recoge un relato titulado "Las hermanas Vane" (732-746). Se trata de un cuento bastante famoso, no sólo por la habitual habilidad de su autor con la estructura, tono, tema y lenguaje, sino también porque —había leído en alguna parte— al parecer las letras iniciales de las palabras del último párrafo forman un acróstico que incluye un misterioso mensaje relacionado con la trama del relato en sí. Sin embargo, con mi ejemplar adquirido hacía sólo un par de semanas, mediante dicha operación (último párrafo, primeras letras, etc.) lo que obtuve fue esto:
PFMPLQCCPCTMPEANSNTALQASAISSESTCRLUMDSMTPEDAIP
Es decir, nada. Había en ese párrafo en español muchas palabras, más de las que utilizó Nabokov en el original:
I could isolate, consciously, little. Everything seemed blurred, yellow-clouded, yielding nothing tangible. Her inept acrostics, maudlin evasions, theopathies — every recollection formed ripples of mysterious meaning. Everything seemed yellowly blurred, illusive, lost.
Del que sí cabía extraer este increíble acróstico:
ICICLESBYCYNTHIAMETERFROMMESYBIL (Carámbanos de Cynthia, Metros de mí, Sybil).
Algo que conseguí averiguar mediante el burdo procedimiento de volver al día siguiente a Foyles para comprar otro volumen que recogiera la edición original de "The Vane Sisters". Después me olvidé del asunto. Hasta hace un par de meses.
Hace un par de meses reparé de manera consciente en la existencia de un personaje del mundo literario estadounidense llamado Steven Moore. Sé que lo conocía de mucho antes, de pasada o leída rápida, pero no recuerdo dónde ni en qué contexto. Moore es un académico inusual, experto en la obra de, entre otros, los William Gaddis, Burroughs y Gass, además de John Barth, Thomas Pynchon y David Foster Wallace: uno de los nuestros. Fue él quien publicó el Fire the bastards! [¡Despidan a esos desgraciados!] de Jack Green en formato libro. Fue él quien se ocupó de editar en inglés el Larva de nuestro querido Julián Ríos. Es o fue bajista de rock, bailarín clásico y profesor de literatura de cursos de posgrado. Es Doctor en Literatura, crítico literario y editor. Y en 2010 publicó el primero de los dos volúmenes de que consta su Historia alternativa de la novela, en la que desarrolla, de la manera más atractiva, amena e ingeniosa que cabe imaginar —o mejor, que no cabe imaginar, habida cuenta del cómo se suele y de quiénes suelen abordar este tipo de temáticas—, la historia de la novela como género desde los antiguos egipcios hasta nuestros días. Una obra sencillamente fantástica. Supe de ella por un amigo escritor, el de siempre, quien me recomendó que leyera siquiera la introducción, de poco más de 30 páginas o algo menos de 40. Lo hice hace poco, y seguí leyendo, hasta que concluí que no estaba ante una obra académica normal, sino ante algo mucho más valioso y, además, mucho mejor fundamentado que los clásicos mamotretos históricos y/o académicos que sirven para dormirse rápido o para elevar la pantalla del ordenador.
La idea de que el lector español —me refiero al lector serio— no pudiera disponer fácilmente de aquel material me parecía un pecado literario enorme. Estamos hasta la coronilla de ensayos basura que tratan parcialmente el tema, dando por sentado hasta la propia punta del iceberg, y escritos además bajo tales condiciones de arrogancia y pretenciosidad que dan ganas de utilizarlos como combustible en estos días de frío desacostumbrado. El de Steve Moore no. Ese libro es otra cosa y además está escrito de tal forma que uno se lo pasa como un cochino en una charca leyendo la historia de la novela india en el Renacimiento europeo o revisitando La Celestina en palabras de un americano en la corte de un rey tan chulo que ni lee. Por lo que decidí hacer algo cuyo resultado se puede apreciar más abajo: escribí a Moore pidiéndole permiso para traducir al castellano la introducción de su obra y ofrecerla gratis a quien leyere. Y —contra todo pronóstico ajeno— me dio su autorización.
He tardado más de lo que preveía porque he perdido mucha práctica en esto de la maquetación, y mis suministradores de servicios gratuitos ya no responden mis mails ni me cogen el teléfono, pero aquí está. En el breve y reciente intercambio de correos entre Steven Moore y yo, me comentaba que procurara captar bien el tono casual con que había escrito esa larga introducción; algo relativamente fácil, como se comprobará, puesto que su contenido revela a las claras que la intención del autor, aun siendo rigurosa y estando basada en una evidentemente vasta erudición libresca y literaria, es llegar al lector común —serio—, lo que logra adelgazando su estilo de la prosa adiposa y la terminología cosmicómica con que la grey académica suele engordar sus ensayos, alcanzando así un nivel de claridad —pero también de diversión— sin igual en este terreno habitualmente árido y, hay que decirlo, aburrido hasta la muerte.
Por otra parte es un placer poder hablar bien de alguien que no es de aquí ni tiene libros editados aquí por editoriales de aquí. Algo en lo que los integrantes de este Bollywood de la crítica literaria formado por blogs y revistas colectivas en red deberíamos prodigarnos más: traer cosas raras y fantásticas que nuestro timorato sector editorial no se atreve a importar por no estropear sus flujos de ingresos, alimentados por una dieta rica en tonterías que mantiene idiotizada a la masa lectora española. Qué poca vergüenza (aunque excepciones hay, naturalmente).
No me extiendo más. Tan sólo indicar que sólo de uno de los tres textos que Moore utiliza como sparrings en su introducción hay traducción al castellano, que yo sepa (tampoco he investigado a conciencia). Se trata del A Readers' Manifesto, de B. R. Myers, traducido en su día por Mauricio Salvador y todavía accesible en línea en la antigua web de la revista literaria (y de artes marciales) Hermano Cerdo.
Ah, y se me olvidaba: el motivo de arrancar este texto con Nabokov y terminar en Moore se encuentra en el propio documento.
Nota adicional: Los interesados disponen de una entrevista en audio realizada por Colin Marshall en julio de 2010, en la que Steven Moore explica muchos detalles sobre su libro (web de Colin Marshall: http://colinmarshall.libsyn.com).
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