El suizo Klaus Merz despliega en El argentino una teoría sobre la narración
OBRA LITERARIA. Además de docente, Klaus Merz escribe poesía, narrativa y ensayo. foto.fuente:Revista Ñ
Cómo se recuerda algo que pasó? Haciéndolo pasar. Trayéndolo a la memoria. Narrando. Efectuando una tracción entre el pasado y el futuro, haciendo presente lo ausente. En El argentino, nouvelle del suizo Klaus Merz traducida por Gabriela Adamo, un hombre y una mujer de alrededor de treinta años se reencuentran en una cena de egresados del colegio secundario y, juntos, construyen la trama de una vida –la vida del abuelo de ella–, como si bordaran un motivo con hilos de diferentes colores.
El argentino desarrolla, en apenas ochenta y un páginas, varias historias cruzadas que van de un tiempo a otro y, a medida que los recuerdos afloran y se organizan a través del diálogo, recogiendo los vestigios de la memoria, se trazan los signos que prefiguran un futuro. Un futuro que empieza en el preciso instante en que el punto final da cierre al libro y en el que ingresan ella –Lena– y él, que la escucha, y a su vez narra, y a cuya voz es la que nosotros, lectores, asistimos como en presencia de un médium.
Ella está casada, pero las grietas de su fracaso matrimonial resquebrajan, por momentos, el relato que efectúa sobre la vida de su abuelo: un maestro de escuela suizo que un buen día, ante la decadencia del viejo mundo, decide partir solo –dejando atrás el amor, que luego reencontrará para formar una familia– a hacer la América para convertirse en gaucho, pero termina como bailarín de tango.
El testigo del relato lo hace propio, lo re-elabora, lo secciona, lo di-secciona, le atribuye sentidos. De modo que este libro se trata de lo que no trata, cuenta lo que no cuenta, deja al descubierto lo que oculta, quizás porque, por un lado, la operación narrativa se apropia de un modo que le es más propio a la poesía –Klaus Merz es, antes que narrador, poeta– y, por el otro, aunque en la superficie se despliega un relato más o menos convencional, debajo se forman los nudos que constituyen el núcleo de la pregunta: "¿O habrá sido, quizá, que sí estaba en juego la respuesta que había dado un antiguo profesor del seminario que, interrogado por su credo pedagógico, había respondido, en forma breve y lacónica: "Narrar y dejar narrar"?
Merz, recogiendo el guante de Walter Benjamin que tan bien le calza a esta novela, se enfrenta al desafío de desarrollar mediante una narración breve y aparentemente simple, la idea presente en la famosa Tesis para una filosofía de la historia, en la que "articular históricamente el pasado no significa conocerlo tal y como ha sido. Significa adueñarse de un recuerdo tal y como relumbra en un instante de peligro."
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