Quisiera ser Paul Auster, dice: "para que los periodistas me preguntasen lo que suelen preguntarles a los escritores como Paul Auster y casi nunca a mí"
No le va mal a Leonardo Padura. Es, hoy, el más internacional de los escritores cubanos. Desde su casa del barrio habanero de Mantilla escribió, en 2009, El hombre que amaba a los perros , una novela que cuenta las vidas de León Trotsky y de su asesino, Ramón Mercader. Lo publicó –como sus novelas policiales– la prestigiosa editorial Tusquets. El año pasado, España le dio a Padura la ciudadanía, pero Padura sigue viviendo en Mantilla.
Hace unos días, Padura presentó La memoria y el olvido , un libro de crónicas. Allí leyó un texto donde decía que quisiera ser el neoyorkino Paul Auster. ¿Por qué? No por neoyorkino, dice. No por sus libros, aunque, dice, "me hubiera gustado (muchísimo, la verdad), haber escrito La trilogía de Nueva York , Brooklyn Follies ".
Quisiera ser Paul Auster, dice: "para que los periodistas me preguntasen lo que suelen preguntarles a los escritores como Paul Auster y casi nunca a mí".
¿Qué cosas? "Resulta muy extraño que a alguien como Paul Auster lo interroguen sobre los rumbos de la economía norteamericana o quieran saber por qué se quedó viviendo en su país durante los años horribles del gobierno de Bush Jr. o si dejaría su país en caso de que subiera al poder Sarah Palin." La diferencia, dice, es que "soy un escritor cubano que decidió, libre y personalmente, y a pesar de todos los pesares, seguir viviendo en Cuba". Y "el escritor cubano empieza a definirse por el lugar en que resida: dentro o fuera de la isla. Tal ubicación geográfica se considera, de inmediato, indicador de una filiación política cargada de causas y consecuencias, también políticas. Nadie –o casi nadie– lo acepta solo como un escritor, sino como un representante de una opción política. Y sobre tal tema se le suele interrogar, por lo general esperando escuchar las respuestas que confirmen los criterios que el interrogador ya tiene en su mente: la imagen del paraíso socialista o la estampa del infierno comunista".
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